La tenue luz de la habitación ilumina el rostro de Sukuna, quien se encuentra sentada en la cama de la habitación de Sakura. Las marcas negras adornan su bronceada piel y los ojos rojos la miran con abrumadora pasión y devoción.— Dijiste que nunca te arrodillarías ante mi. —jadeó, sonriendo con arrogancia—. Mírate ahora. —sus dedos acarician la mejilla de la pelirosa hasta llegar a sus labios, delineó la forma tirando del labio inferior para después meter su pulgar. La tibia y húmeda cavidad lo arropó empezando a chupar su dedo—. Lo haces tan bien, mi florecita. —halagó sin quitar sus ojos de los de ella.
Sakura escuchó el tintineo de la hebilla del cinturón y sintió su centro palpitar, ella se removió incomoda queriendo aliviar esa sensación de impaciencia. Quería más, mucho más de lo que estaba recibiendo.
— Te lo daré, Sakura. —dijo viendo su desesperación—. Te daré cada maldita cosa que me pidas, reina mía. Pero primero debes rogar por ello.
El pantalón y la ropa interior cayeron a los pies de Sukuna. Los ojos de Sakura empezaron a descender por todo el cuerpo del rey de las maldiciones. Inspeccionó sus tatuajes decorando la piel bronceada, su fuerte pecho, el abdomen marcado y la línea v que la conducía hacía el sur.
Un grito salió de la garganta de la joven y ésta se incorporó con violencia en la cama. Respiró con fuerza y desorientada miró el reloj para conocer la hora. Seguía siendo de madrugada, el sol ni siquiera alumbraba en las penumbras de la habitación. Pasando una mano por su frente limpió la gruesa capa de sudor, sentía la piel caliente y la incomodidad en medio de sus piernas.
— No puede estar pasándome esto. —gruñó exasperada. Molesta e irritada se quitó la cobija después de prender la lámpara a su lado. Se dirigió hacia el baño mirando su reflejo en el gran espejo; tenía el cabello completamente revuelto y la cara roja. Abrió la llave mojando la toalla para después pasarla por su piel en un intento de eliminar el sueño vívido que nublaba su mente—. Oh, dios. —se recargó en la pared fría queriendo olvidar la imagen reciente. Agradecía no haber visto el pene de Sukuna en sus sueños, pero eso no le restaba lo malo que era todo.
Habían pasado unos días del beso con el rey de las maldiciones. No lo había visto desde entonces. Huyó como una cobarde después de eso sin querer ver a Yuuji a los ojo, no tenía idea de que decirle. La culpa no la dejaba pensar con claridad y comenzaba a atormentarla hasta en sus propios sueños.
— Eres una asquerosa. —se dijo a sí misma frente al espejo—. Estas cediendo ante él, comportándote como una adolescente hormonal. —chasqueó con fastidio sabiendo que eso era, una adolescente de quince años.
Sakura se negaba a creer que ese sueño fue provocado por su subconsciente. Su mente parecía vacía por un momento mientras fruncía el ceño mirando la pared del baño, parecía concentrada. Era extraño que Yuuji no llamara ni le enviara algún mensaje de texto atosigando. De pronto, el sueño pasó a segundo plano en sus pensamientos.
Ella se dispuso a ir hacia la cama no sin antes tomar el celular entre sus manos y verificar que no haya ninguna llamada perdida o mensaje sin responder. Intranquila, ya no pudo volver a conciliar al sueño. Se sintió abrumada después de meditar sobre el tema dándole una y mil vueltas. Miró el reloj sintiendo que el tiempo avanzaba lentamente. Esperaba por la iluminación natural para tomar sus cosas e ir hacia el colegio en busca de su mejor amigo. Ya no se sentía en paz, la espina había sido plantada en su interior sin poder ser removida.— ¿Muerto? —pronunció incrédula. Toda razón escapó de ella al escuchar las palabras de Ijichi a través del celular. Éste había llamado cuando la aguja del reloj tocó el número siete.
— ¿Sakura-san, sigue ahí? —la voz detrás de la vocina repitió por tercera vez su nombre trayendo de vuelta a la pelinegra.
No hubo respuesta de su parte. Dio por terminada la llamada siendo descortés, lanzó el dispositivo hacia alguna parte de la habitación, hizo el movimiento sin pensarlo. Intentaba procesar las palabras del hombre. Sonaba extraño, irreal e irónico para ella. Supo que nada de lo que había ocurrido era cierto, ese sentimiento era quizás una corazonada o su testaruda personalidad negándose a creer las malas noticias.
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𝐒𝐀𝐊𝐔𝐑𝐀 | ❛Ryomen Sukuna❜
Fiksi PenggemarSAKURA━━ ❛ La flor de cerezo es el símbolo de lo efímero. Se abre en una noche, florece unos días y desaparece para siempre. No se puede detener. ❜ ┌──────────────────────┐ Era mi más grande orgullo y tesoro, la amaba tanto, por...