11
El ser humano tiene la creencia errónea de que necesita algo para ser feliz.
-Tengo doscientos años.
Mi boca se abrió tanto de la sorpresa que por un momento pensé que mi quijada se caería, -y sabía que en cualquier momento pasaría- sabía acerca de la inmortalidad en mi caso pero nunca me imaginé que una persona tuviese tantos años.
-¿Cuántos tengo yo, entonces?
-Supongo que 180 años.
-¿Cómo es que tengo tantos? –Dije, sorprendida y sintiéndome tan vieja como mi misma abuela.
-Ya lo sabrás. Ahora duerme, es tarde. Mañana por la mañana nos vamos de aquí.
Al día siguiente, Jack me levantó a las siete de la mañana y me ordenó empacar ropa. Su rostro estaba lleno de preocupación, y eso me empezaba a preocupar a mí también.
-¿Está todo en orden, Jack?
-No. No lo está.
-¿Qué pasa?
-Ellos vienen en camino.
-¿Quiénes son ellos?
-Los que nos quieren muertos.
-¿Cómo mierdas es que encontraron el refugio?
-Alguien nos…
El sonido de vidrios rotos nos alarmó.
-Esconde todo esto, rápido. –Hice lo que me ordenó y lo mire con cara de que ya había obedecido.- Necesitamos subirnos al ático, anda, tú primero.
En el techo había una cuerdita de color transparente indicando que por ahí se abría el ático, la jalé y unas escaleras salieron del techo de inmediato, yo y el rubio subimos por ellas justo a tiempo. Unos segundos después, se escuchó como abrían la puerta de nuestra habitación.
-Creo que tendremos que irnos así sin nada. –Voltée a verlo y él ya no era humano.
-¿Acaso te transformarás cada vez que te voltee a ver?
-Tal vez. –Sonrió.- Transfórmate, será necesario.
-¿Lista? –Asentí.- Sólo sígueme, esquivando las balas y haz todo lo que yo haga, ¿entendido?
-Entendido.
Jack saltó por la ventana y yo hice lo mismo, en cuanto llegamos al piso los guardias con armas ya estaban disparándonos. Yo solo corría sin parar y en menos de dos minutos ya estábamos alejados de ellos. Jack siguió corriendo y lo seguí, estábamos llegando a un tipo de bosque o algo parecido. Sentí que alguien estaba siguiéndonos. Y así era. No estábamos solos. Un tigre blanco, un puma café y un tigre bengala venían corriendo justo detrás de nosotros. De pronto identifiqué que ellos también eran mutaciones. Empezaron a gruñir y en segundos teníamos una manada mutada corriendo detrás de nosotros. Me aventé en el hombro de Jack y me convertí en humana, como si lo estuviera montando. Le dije al oído lo que estaba pasando y el también supo de inmediato que eran mutaciones. Salté enfrente de Jack, él siguió siendo un puma.
-¡No queremos problemas! –Grité y Jack gruñó después de mis palabras. La manada se quedó parada en cuatro patas, mirándonos fijamente. Al fondo, el tigre blanco se transformó en humano y se dirigió a mí.
-¿Quiénes son ustedes? –Preguntó el tigre blanco, ahora presentándose como un humano. Tenía el cabello café claro y tenía varios lunares en su rostro.
-Mi nombre es Dian. Y él es Jack. ¿Quiénes son ustedes?
-Mi nombre es Grayson. Y ésta es mi manada. ¿Qué hacen por aquí?
-Hay personas persiguiéndonos, nos quieren muertos.
-Síganme.
Grayson se transformó en el tigre que era unos minutos atrás y empezó a caminar. Al igual que su manada. Miré a Jack y movió la cabeza en forma de asentimiento. Me transformé y los empezamos a seguir.
Tras unos largos minutos de caminar junto a la manada, encontramos una cabaña. La cual, pertenecía a ellos. Al ingresar a ésta, había todavía más tigres. A lo lejos, vi a un leopardo. Justo igual a mi tipo de mutación. Cuando Grayson habló y se transformó a humano.
-Compañeros, hoy tengo algo importante que informarles. –Todos hicieron silencio y lo miraban fijamente.- Al parecer, hoy tenemos dos nuevos integrantes en la manada. Ella es Dian, y él es Jack. Están siendo perseguidos por humanos. Al igual que nosotros. Desde hoy, todos nosotros nos cuidaremos. Como una familia. –Grayson miró al público.- Ven aquí, Trevor. Dile a nuestros nuevos compañeros cuáles son las reglas.