CAPÍTULO 7

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Varias horas de vuelo después, llegaron al hotel, donde Draco hizo coraje por tener que pagar dos suites en consecuencia por no haber reservado antes.

- ¿Quién quiere ir a la playa? – propuso Astoria y ambos niños la siguieron.

- ¿Quién quiere embriagarse? – propuso el rubio, y tanto Harry como Blaise estuvieron de acuerdo.

- Blaise – llamó Harry –, se dé provecho y lleva una bebida para mí, yo debo seguir a mis hijos.

El moreno asintió y siguió al rubio al bar de fuera luego de cambiarse. Los otros cuatro se cambiaron y fueron directo a la playa.

- Oye Draco, ¿Qué bebida debo llevarle a Harry? – preguntó el moreno una vez estaban pidiendo las bebidas, recibiendo cómo respuesta el silencio del otro –. Ya me golpeaste por haber besado a Harry, ahora deja el drama.

- Te golpee por haberme hecho pagar un lugar más en el vuelo, no por besar a Harry – dijo con el ceño fruncido. Blaise suspiró al no conseguir una respuesta.

- Lo que digas – le quitó importancia –. Un daiquiri – pidió al barman.

- No seas idiota – le reprendió Draco antes de que el barman prepare la bebida y le entregó la carta con los nombres de los cocteles –. Harry prefiere un Mai Tai.

Draco ignoro la extraña sonrisa que Blaise le dirigió y se encaminó a la playa. Una castaña infundada en un traje de baño amarillo se dirigió a su novio.

- Ya entendí – dijo Blaise antes de que Astoria estuviera lo suficientemente cerca como para escuchar –. Yo también me inventaría una familia falsa por esa hermosura.

- Papi – Lily llego corriendo a su lado –, ven a nadar; el agua es tan linda cómo en Francia.

- Hoy no cariño – sonrió Harry y secó a su pequeña niña antes de pasarle también una toalla a su hijo, viendo de reojo cómo Draco envolvía a Astoria con una toalla y la acercaba a él.

Al acercarse la hora de cenar, todos fueron a sus habitaciones, con la promesa de bajar y cenar fuera.

Draco se dirigió a una de las joyerías, con la idea de que nadie se dio cuenta de su desvío, para su mala suerte, Blaise lo siguió.

- ¿Enserio? ¿Anillos de compromiso? –dijo detrás de él, y Draco se giró asustado y sorprendió, con el ceño fruncido. Blaise lo miro extrañado – ¿Qué?

- De verdad, me veo sentando cabeza con ella – dijo ignorándolo y siguiendo con su búsqueda.

- Di lo que quieras, Draco, pero ambos sabemos que en unas semanas te cansarás de ella y volverás a la caza.

- ¿Por qué todos dicen eso? – cuestionó con fastidio.

- Porque es la verdad y, aunque es hermosa no lo niego – opinó –, lo que sientes no es más que pura atracción. Ahora vamos, se hace tarde para la cena.

A regañadientes Draco siguió a su amigo, sin su anillo.

La mesa estaba llena de comida y cinco personas, todas en silencio. Hasta que la atención se centró en Blaise, a quien se le ocurrió la maravillosa idea de decir que era ovejero y, por los tragos que había tomado, soltó uno que otro comentario no apto para menores.

Harry miró a Draco y le pidió, con una sonrisa tensa, hablar en privado. Caminaron lejos de la mesa, mientras Harry apretaba los dientes, molesto.

- Lo siento, Draco, pero ya llegué a mi límite – exclamó Harry con cansancio y molesto –. Le voy a dar un tiro a Blaise si lo sigo escuchando.

- ¿Y si lo golpeo? – ofreció – Lo golpeamos juntos y terminamos este finde semana, por favor no me dejes.

- No me hagas esa cara – Harry frunció el entrecejo –. Simplemente no puedo aguantar más.

- ¿Harry? – llamo una voz extraña que paro la discusión del matrimonio falso – ¿Harry Potter?

- Oh, por dios ¿Seamus Finnigan? – exclamó Harry cuando el extraño se acercó y lo abrazó – Pero si es mi compañero favorito de la escuela.

- No puedo creerlo – exclamó el chico tomando sus dos manos –, ambos aquí, en este hotel. Jamás creí que este era tu estilo.

Harry hizo una mueca hacia Draco mientras Seamus lo arrastraba hacía otra mesa.

- Te quiero presentar – sonrió Seamus – a mi esposo; Deen Thomas.

Luego de un agradable saludo al inventor del IPod, Deen Thomas, Seamus dio un comentario que quitó toda la tranquilidad que acababa de recuperar, o lo poco de ella.

- Ay, no sabes – exclamó con interés –. Me encontré a Ginny Weasley hace unas semanas, la hermana de Ron Weasley, debes recordarla. La pobrecita se divorció, ¡Y con un hijo! Ahora es madre soltera, cómo lamento su situación – aunque por su tono, no pareciere de verdad afectado, y con malicia agregó – ¿Y tú estás casado?

- Amm. Sí – respondió de inmediato y señaló a Draco, confiando en que ahora el rubio le seguiría la mentira –. Olvidé presentarles a Draco Lucius Malfoy, mi esposo – se acercó a él y beso con suavidad su mejilla, para luego rodearlo por la cintura y acercarlo a los otros dos –. Draco, te presento a Seamus y Deen.

Draco le siguió la corriente y saludó cortésmente a la pareja.

- Es cirujano, cirujano plástico, sí. Ahora tenemos que irnos – dijo apresuradamente Harry –, los niños deben estar esperándonos.

- ¿Tienen hijos? – preguntó con genuina curiosidad Seamus.

- Si – esta vez respondió Draco –. Dos pequeños, es que nos urgía tener descendencia.

Con una rápida despedida, y una promesa de salir a cenar los cuatro, Harry se llevó a Draco lo más alejado posible de ese par.

- ¿Y ese quién era? – preguntó Draco, ya estando lo suficientemente alejados.

- La segunda opción para "Hacer la Peter" – se limitó a responder Harry y volvieron a la mesa, a terminar por fin esa tormentosa noche.


Un Esposo de MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora