CAPÍTULO 2

8.1K 866 98
                                    

La fiesta era de uno de sus clientes, un hombre que no se cansaba de pagar cirugías tras cirugías, aunque luego de la quinta vez, se negó a seguir haciendo disecciones en su persona. La invitación era para él, pero podía llevar a un invitado, y que mejor que su buen amigo Blaise.

Si bien era una buena fiesta, no la encontraba tan divertida. Pensó que haber ido a casa y descansar habría sido una mejor idea luego de una semana pesada de trabajo. Estaba por el tercer trago, pensando seriamente en retirarse de la fiesta. Dio un sorbo, buscando con la mirada a su amigo para darle aviso de su salida, pero todo hilo de pensamiento se detuvo en cuanto la vio.

Infundada en un vestido azul, la vio caminar. Su cabello castaño parecía movido por una suave brisa, y ella sacada de una de las mejores pasarelas. Draco la vio sonreír y cayo rendido ante ella.

- Así que... ¿Doctor? – ella amplio su sonrisa sentándose a su lado, y por un corto segundo, su mente quedo en blanco. Ella pidió algo en la barra y lo miro de nueva cuenta, sus ojos verdes solo completaban su belleza – He odio mucho sobre usted; cirugía plástica, muy falsa ¿No cree?

Ella tomo su trago y emprendió camino hacia la piscina, seguida de Draco, quien se dispuso a no perderla.

- Todo depende del médico, la verdad – respondió, caminando lado a lado –. Yo soy muy bueno.

Todo desencadeno a una entretenida plática, con uno que otro chiste. Ambos se perdieron en el otro, sin ser conscientes del rumbo que sus pies habían tomado, alejándose de la fiesta y dirigiéndose a la playa.

Por primera vez, Draco no buscaba una aventura de una noche. Sin duda, Astoria era especial. Ella le contó que venía de Liverpool; llego a Londres buscando tranquilidad y poder alejarse de sus padres divorciados. Al verla temblar levemente, se quitó la chaqueta y se la acomodo por los hombros con una sonrisa.

- Dime, Liverpool – le dijo, la fiesta se quedó muy atrás –, llevas dos años por aquí, las audiciones ya te deben de haber cansado.

- ¿Crees que soy actriz? – preguntó extrañada y divertida, negando con la cabeza – Estas muy equivocado, doc, soy maestra de aritmética.

- Vaya – se detuvo y sonrió, ella le imitó –. ¿Sabes? Nunca he salido con nadie de tu edad.

- ¿Diciendo mentiras tan temprano? – rodo los ojos, pero mantuvo su sonrisa.

- Lo notaste, wow – admitió, no permitió que su suave sonrisa se debilitara –. Bien, nunca he salido con alguien de tu edad y sentí esta conexión que siento contigo. Con nadie en verdad.

- Si, sé distinguir cuando alguien miente o dice la verdad – ella dio un paso para delante.

- No miento – aseguró, manteniéndose firme.

- Lo sé – sonrió y lo beso.

..

La mañana los tomo, la brisa fresca se paseaba por los lados y Draco no podía despegar su vista del hermoso par de ojos verdes de Astoria; le recordaban a algo hermoso.

- Esta fue, sin duda, la mejor noche de mi vida – aseguró Draco, sonriendo y abotonando su camisa.

- Si. Siento que... hay algo especial aquí – sonrió la castaña, sin despegar la vista del hermoso hombre frente a ella.

- También lo siento.

- Tengo que ir a trabajar, pero podrías darme tu número de teléfono – sonrió coqueta –, y podríamos tener una cita real.

- Mi tarjeta está en mi bolsillo – señalo su pantalón –. Te lo daría yo mismo, pero tengo que llegar temprano a una cirugía y la arena se metió en todos lados – Astoria sonrió, pero lo entendió.

En busca de la tarjeta, metió la mano en el bolsillo, sin perder su sonrisa. Algo duro toco sus dedos, ella lo saco curiosa, y su sonrisa se desvaneció en cuanto reconoció el anillo de bodas.

- ¿Qué es esto? – preguntó, alzando en anillo y haciéndolo visible para Draco, quien quedo anonadado el ver el objeto, que, según su excelente memoria, tendría que estar en su consultorio.

- ¿Un círculo? – fue lo único que se le vino a la mente.

- ¿Un anillo de bodas? – preguntó con voz dura, furiosa – ¿Estas casado? ¿Tienes esposa? ¿Esposo?

- No, no, no – de un rápido movimiento se plantó frente a ella –, no estoy casado. Si, es un anillo de bodas, pero no es mío.

- ¿De quién es este anillo, que estaba en pantalón, Draco? – aunque su voz parecía más calmada, ella aún parecía furiosa.

- Sólo, espera, dame un minuto para explicarte las cosas – rogó, cosa que le sorprendió, no recordando la última vez que lo hizo.

- Por favor – accedió ella.

- ... Tardaré más de un minuto en explicarte todo...

- ¡Soy una idiota! – lo interrumpió ella mirando al cielo, bajo la vista y lo miro seria – No me llames.

Le lanzó el anillo y se alejó furiosa. Draco quiso seguirla, pero se demoró en poner su pantalón y ya llegaba tarde al consultorio.

Un Esposo de MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora