CAPÍTULO 11

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Esa noche fue muy larga, y Harry pudo jurar que la Luna se había escondido. Sabía que Astoria debía de estar buscando su vestido de novia, y que seguramente Draco estaba organizando lo demás. Podría jurar que sintió que se quedaba sin aire en cuanto ese pensamiento llego.

Draco era feliz con Astoria, y él, como buen amigo, debía estar feliz también.

Pero era tan difícil. Aunque sabía que era malo lo que sentía, que nunca seria correspondido, que era un idiota por dejar que los sentimientos crezcan, lo permitió. Permitió que Draco se volviese alguien importante en su día a día. Permitió que una palabra del rubio tenga poder suficiente como para cambiar su estado de humor. Y lo peor de todo, era que se permitió volver a amar.

Desde el principio comprendió que el amor no era para él. El único amor que podía permitirse, era el amor que sentía por sus hijos. Ya era tarde, y aun no lograba conciliar el sueño.

Sus dos hijos dormían tranquilos a su lado, por eso contestó el teléfono de inmediato, no quería que sus niños despertaran.

- ¿Hola?

- Hola – la voz de Draco apareció del otro lado – ¿Estabas despierto?

- Am, sí – dijo y se acomodó en la cama –. Me alegra oírte.

- ¿Enserio? – hubo algo en la voz de Draco que Harry no pudo descifrar.

- Si, estaba revisando los vuelos – mintió rápidamente –, para que tus padres puedan venir mañana. Y encontré que...

- No, no tienes que hacerlo – lo interrumpió Draco, sonando decepcionado –. Sus padres no van a venir, y quiere que sea algo furtivo.

- ¿Furtivo? – pregunto extrañado y Draco podría jugar que arrugo el entrecejo – ¿Quiere que sea secreto? Está bien, entiendo. Y ¿Tú tienes listo lo que vas a usar mañana?

Decir que Draco no se decepcionó al notar que Harry tenía una actitud de secretario, seria mentira.

- ¿Tú crees que esto sea una buena idea? – preguntó en lugar de responder, necesitaba saber qué hacer, porque se suponía que tendría que estar feliz, entonces ¿Por qué no lo estaba?

- ¿Qué? ¿La boda?

- Si, la boda, y todo el asunto de Astoria de hecho.

- Draco – Harry suavizó su voz –, esto fue por lo que viajamos en primer lugar.

- ¿No crees que es una locura? – quería que Harry le diera una respuesta, cualquier cosa, aunque se aun atisbo de esperanza.

- No necesitas mi permiso – respondió luego de unos segundos de silencio –. Eres un hombre maduro ya.

- Lo sé – suspiró –. Es que, si hago esto no quiero que las cosas se pongan raras entre tú y yo en el trabajo.

- No debes preocuparte por eso.

- ¿Te iras a Leeds? – al terminar la pregunta, un extraño nudo se formó en su garganta.

- Sí – aseguró y recostó su cabeza en la almohada –. Porque, a pesar de estar ansioso por que me reconstruyeras mi cara – trato de bromear –, ahora sólo necesito comenzar de nuevo, ¿Entiendes?

Draco negó con la cabeza, consciente de que Harry no podía verlo, y suspiró.

- Eso creo – contestó.

- Crees saberlo, pero en realidad no lo sabes – Harry suspiró –. Soy divorciado, tengo dos hijos; no tengo tiempo para creer.

Harry espero algo, cualquier respuesta de parte de Draco, pero lo único que obtuvo fue silencio.

- Está bien Doc – dijo cansado –. Mañana es un día muy importante, duerme un poco.

Y colgó. Draco se quedó allí, parado en el balcón mirando las estrellas, quienes gobernaban el cielo cuando la Luna descansaba.

Las horas pasaron con rapidez, una rapidez que se le antojo agria al rubio. Fue por los niños a la suite de Harry, porque aún eran sus hijos falsos y debían de estar en la boda. Esperó ver a Harry, creyó que, si lo veía, todo tomaría sentido: en su mente, y en sus sentimientos. Pero fue Blaise quien le entregó a ambos niños, alegando que Harry aún estaba dormido y no quería despertarlo. Draco no quiso creerlo, pero James y Lily apoyaron lo dicho por su moreno amigo.

Y siguió, aun sin saber si hacia lo correcto o no.

..

Bajo al lobby en cuanto se había terminado de duchar. Draco ya se había llevado a los niños, y Blaise los acompaño para comprar los trajes.

Todo estaba bien. Draco se casaría, regresarían a casa y podría empezar de nuevo. Con un nuevo trabajo y en una nueva ciudad.

- Peter, hola.

De verdad no tenía ánimos de ver a Astoria, pero ya era tarde para huir.

- Astoria – forzó una sonrisa, aunque ya era un experto en eso –. Estas hermosa, un vestido muy bonito.

- Gracias – ella le sonrió, pero su tono era serio –. ¿Te puedo hacer una pregunta?

- Claro – aceptó de inmediato.

- ¿Aun estas enamorado de Draco? – había miedo en su voz, Harry lo notó.

- ¿Qué? ¿Yo?

- Porque creo, que él aún sigue enamorado de ti – aceptó ella.

- ¿Enserio? – preguntó sorprendido, sin podérselo creer – ¿Por qué dices eso?

- Él es... brillante cuando está contigo – ella parecía consternada –. Se ríe de tus chistes. Siempre... siempre está tratando de que lo veas a él solamente.

- Astoria – dijo, no permitiendo que la ilusión crezca –, te puedo asegurar que no hay nada entre Draco y yo. Sólo es... el sentimiento de familiaridad. Tú eres su persona perfecta – aseguró, ignorando la molestia en su pecho –, él me lo aseguró anoche.

- Gracias, Peter – ella lo abrazó, aunque Harry noto que aun algo le preocupaba –, de verdad. Porque jamás podría ganar si compitiera contra ti.

Harry permitió el abrazo, ella hacia feliz a Draco. Y si Draco era feliz, él también lo seria.

Un Esposo de MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora