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TAG. Trastorno de Ansiedad Generalizada.
2.1 Ataques de ansiedad.

—Satori, ¿podrías abrir? —el de pelo cenizo tocó la puerta una vez más.

—No, Semi Semi, estoy muy ocupado —mintió.

Una presión en el pecho invadió a los que se hallaban frente a la habitación de Tendou. 

—Tendou, estás llorando —Ushijima y su poco tacto un día arruinarían más que eso—, te oímos.

—¿Por qué quieren entrar? —su voz se oía cansada, dolida.

—¿Por qué más? —dijo Reon apoyándose en la pared—. Porque nos preocupamos por tí.

—No tienen que hacerlo —Tendou se esforzó por mantener la voz alzada—. No tienen que preocuparse por mí —su voz empezó a bajar de volumen—. No se preocupen por el monstruo.

Tendou Satori tenía sus momentos. Momentos en los que brillaba con sus bloqueos y sus remates, en los que podía sonreír con sinceridad frente a sus amigos. Pero esas circunstancias se iban apagando de a poco.

Tendou Satori también tenía otra clase de momentos. A solas, en su habitación, en los que lo único que podía hacer era llorar, pensar en lo maníaco que era y sentirse ahogado, atrapado. Entonces sólo tenía una manera de calmarse.

Cada vez que se encerraba sentía un picor, en su cara, en sus piernas, en sus dedos, en todo. Se sentía obligado a ver la sangre correr por su piel. Quería detener esa horrible sensación, pero cuando lo hacía sólo se mudaba a otra parte del cuerpo. Hubo días en los que llegó a arrancarse sus mechones pelirrojos. 

Hizo cada corte inteligentemente. Los hizo en su costado, en el muslo o en el tobillo para que no se notaran con el uniforme de vóleibol. 

Se tiraba en el suelo, y con lo que tenía a la mano se cortaba; una navaja, tijeras, sus propias uñas.

Todo por dolor. Un dolor que no sabía de dónde provenía. Un dolor que lo asaltaba sin previo aviso y justo en el momento en el que creía que podía ser feliz.

¿Cuál había sido su error? ¿Alejarse de sus amigos? ¿Haberles hablado en primer lugar? ¿Escuchar a quienes lo molestaban de niño? ¿Nacer? Continuó rascándose, pasando la hoja por su piel; esta vez era peor, sentía cómo ese ardor se extendía por todo su cuerpo y no había manera de calmarlo. Sólo podía llorar y sentir el frío de la navaja cortar su piel.

Solía despertar a media noche sólo para cortarse. A veces sentía cómo lo amenazaba con llegar en medio de las clases o los entrenamientos, varias veces lo hizo. Entonces sólo podía aferrarse a algo; se rascaba en un punto hasta marcarlo rojo, mordía una pluma hasta romperla o hacía un ruidito repetitivo hasta hartar a sus compañeros.

La puerta sonó una vez más.

—¡Tendou! ¡Abre! —Reon golpeaba la madera, sonaba tan hueca y profunda que parecía que en cualquier momento iba a ceder y romperse.

Satori se estremeció por el miedo. Su corazón latía con fuerza y empezó a sudar frío. ¿Por qué tenía miedo de que entraran sus amigos? ¿Por cómo estaba? ¿Por las mil preguntas que le harían?

Se contraía más con cada golpe que escuchaba; estaba arrinconado en el suelo, manchando de un rojo brillante que escurría por sus muñecas, su cara, su torso y sus piernas.

Se puso de pie y se dirigió a la puerta, dispuesto a que, lo que sentía como golpes, pararan. Posó su temblorosa mano sobre el picaporte. ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo había llegado hasta ahí? En cuanto empezó a girar la manija los golpes pararon, dio un suspiro y terminó de abrir la puerta.

De pronto se sintió como un muñeco, que si había que limpiarlo para que no se le infecten las heridas, que si había que vestirlo porque hacía frío. No pudo responder a la gran cantidad de preguntas y regaños que le daban, hasta que vio arriba y lo miró.

Ushijima estaba preocupado, se le notaba tristeza en sus ojos y su ceño se fruncía ligeramente hacia arriba. Sintió unas inmensas ganas de llorar, tal vez aún más grande que las que sentía hace unos minutos; había preocupado mucho a Wakatoshi y no sabía si entenderían porqué, ni siquiera él lo entendía.

Ushijima Wakatoshi sabía que algo le pasaba a Tendou, veía cicatrices debajo de su playera y oía sollozos cuando pasaba por su dormitorio, pero jamás supo qué hacer después de acercarse. 

Cuando Satori abrió la puerta, sus ojos se abrieron más de lo usual, la presión que sentía en el pecho se multiplicó. Entró corriendo cuando lo vio sangrar. ¿Qué había pasado para que Tendou sangrara tanto encerrado en su habitación? Quería aferrarse a la idea de que no se hizo él, pero Satori era... Impredecible.

—Tendou —lo miró a los ojos, estaban hinchados y con los labios fruncidos—, dime que fue un accidente.

Satori se contrajo ante la petición imposible de Wakatoshi, no iba a mentirle, no a él.

—Tendou, por favor, dime que no te hiciste esto.

El rogar de Ushijima sólo logró que llorara más. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Romperse con sus mejores amigos mirando? No le parecía una mala opción, sus lágrimas se estaban acumulando de nuevo en sus ojos, su mandíbula tembló otra vez y su diafragma amenazó con hacerlo vomitar.

—¿Puedo preguntarles algo? —susurró Satori con la voz cortada.

Los otros dos presentes dejaron lo que hacían y prestaron atención. Semi Eita dejó la cobija caliente a su lado y Reon fue más despacio con pasarle una toalla por las heridas.

—¿Por qué me hablan? —apenas pudo pronunciar esa frase, su voz se iba quebrando por cada palabra que decía—. ¿Por qué le hablan al monstruo del colegio? 

Todos pararon en seco. Esos pensamientos habían quedado en el pasado, o eso les había hecho creer. ¿Satori se sentía así después de tantos años?

Tendou no obtuvo respuesta. Su pecho se comprimió de nuevo. Se dijo idiota una y otra vez en su mente, ¿qué esperaba? ¿Que de verdad fueran sus amigos?

«Sólo es lástima» pensó. 

Antes de que se diera cuenta, lloró de nuevo. Apretaba su pelo, como si intentara arrancarlo, mientras su cara y su pecho ardían. Vio sus lágrimas caer en sus piernas, con la sangre seca, ¿por que se le hacía tan hermoso ese contraste?

Trató de controlarse. Trató de callar, lo trató con todas sus fuerzas. Entonces, ¿por qué seguía sollozando? ¿Por qué sus lágrimas no paraban? El picor lo invadió otra vez.

Ushijima encontró respuesta a sus dudas internas. Sí, Satori se había hecho esas heridas. Satori se sentía tan mal consigo mismo que se llamaba monstruo sin serlo, creía con fervor que lo era, y que no merecía amabilidad ni la atención que le estaban dando.

Después de unos minutos, todos pudieron reaccionar. Semi Eita colocó la manta sobre los hombros de Tendou y Reon Ohira presionó heridas que aún sangraban.

¿Qué habían estado haciendo todo este tiempo? ¿Por qué esperaron hasta que Tendou se destrozara para acercarse? ¿Por qué no se dieron cuenta antes de que esos chistes sólo eran una cubierta del dolor de Satori?

30% [Haikyuu!! UshiTen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora