ᑕᗩᑭÍTᑌᒪO 24

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Sala del Trono

Aizen estaba tranquilo con los ojos cerrados sobre su trono, parecía estar durmiendo, pero no lo estaba, estaba pensando.

Pensando en lo que se venía ahora y lo que deparaba el futuro cercano, ya había conseguido las dos cosas que quería y ahora tenía todo a favor.

Lo primero era el Högyoku, había permanecido tanto tiempo en la Sociedad de Almas solo y llanamente para eso, tuvo que matar a toda la Central 46 y dar órdenes en su lugar, órdenes que los Shinigamis no dudaron en cumplir, lo obedientes que podían llegar a ser sin dudas era algo que podía usar a su favor.

Una de esas órdenes habían sido la captura y la pena de muerte a Rukia Kuchiki, eso no había sucedido al final pero había obtenido lo que quería, y con un añadido, Kurosaki Ichigo.

Sinceramente había sido una sorpresa que el chico se presentara tan temerariamente en el Seireitei y causara ese alboroto, pero eso le jugó a favor y pudo hacer de las suyas en el caos, además le dio la posibilidad de llevárselo con él, lo haría tarde o temprano así que decidió hacerlo en ese momento.

Pero no quería simplemente llevárselo y ya, quería verlo desesperado, y si llegaba a morir en esa colina a manos de los capitanes entonces él no era digno de que lo llevara con él, aunque en el fondo sabía que sobreviviría, que haría uso del poder que él le otorgó.

Y ahora estaba aquí, tenía todas las piezas en su lugar, todas las piezas de a poco estaban engranando en el sitio adecuado. Sin embargo, al parecer su invitado no estaba muy contento con respecto a esto, y no podía culparlo, pero en ese momento no le podía importar menos, al contrario, le era beneficioso.

Porque así podría hacerlo llegar a un punto se quiebre, llevarlo a un estado de confusión lo suficientemente elevado como perderse así mismo, con esas condiciones, Kyoka Suigetsu podía hacer mucho más que solo controlar los sentidos.

Cuando el sujeto en cuestión está en su estado más vulnerable, su elegante Zanpaküto es capaz de controlar la mente a voluntad al momento de mostrarle su liberación una segunda vez a la misma persona. Una vez hecho eso, podría centrase en su objetivo y ambición.

En la historia de los mundos, ha habido infinidad de tronos. Príncipes, Reyes, emperadores, todos ocupados por hombres lo suficientemente dignos para llamarse como tal y poder sentarse en dicho sitio tan especial y codiciado. Pero, hay un trono que nunca ha sido ocupado por más que alguien lo intente, que mira siempre por encima de cualquiera. Guerras, muertes, destrucción, tristeza, dolor, nada de eso existirá cuando él tome ese trono, ser quien se siente en el por primera vez en la historia, llegando a ser por fin un...

"... Dios" susurró.

El exterminar hasta el último de los Shinigamis no era nada más que uno de los pasos para conseguir llegar a ser una deidad. El ego de los mismos nunca dejaría que alguien estuviera por encima de ellos y les arrebatara el poder del que se enorgullecen tanto, por eso serían una molestia hasta el final. Aunque no le importaba, se llevaría a quién sea por delante con tal de conseguir su objetivo, después de todo, él siempre obtiene lo que quiere.

Todo dependerá de quién actúe primero, quien haga el primer movimiento no solo gana la batalla, gana la guerra. Él no quería perder, ni siquiera entraba en su cabeza el hecho de ser derrotado, solo conocía la victoria.

"Lord Aizen" Aizen escucho como Gin lo llamaba y despejó esos pensamientos, ahora estaba en el presente. Abrió sus ojos para encontrarse con un Gin enfrente de él con la sonrisa de siempre en sus facciones.

ᑎOᑕᕼᗴ ՏIᑎ ᒪᑌᑎᗩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora