Los Vengadores te necesitan

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Habían pasado ya tres años desde que Gotham había sido atacada por el Joker y Bane, desde que Negrix ganara popularidad y Batman volviese el terreno de juego. Tres años desde que Brooke pasara un calvario pensando que su padre había muerto, para luego reencontrarse con él. Tres años desde el día en el que S.H.I.E.L.D reclutase a Negrix para la iniciativa Vengadores. Tres años en los que habían cambiado también muchísimas cosas.
La ciudad de Gotham había vuelto a la normalidad desde el ataque y la guerra. Los edificios habían sido reparados de los daños que habían sufrido, la gente vivía de nuevo tranquilamente y la ciudad entera había vuelto a la rutina. Los adultos habían vuelto a sus trabajos y los niños a sus colegios. Ahora al Joker y a Bane se les recordaba como algo incluso lejano.
A quien nadie olvidaba era a Negrix y a Batman, quienes continuaban apareciendo cuando el deber les llamaba. A pesar del ataque, la identidad de ambos seguía siendo secreto y algo que muy pocas personas sabían. Negrix seguía estando al pie de cañón, pero a Batman no le quedaban muchos más años pues poco a poco iba envejeciendo. Pero todavía podía ayudar a su hija y a la policía. A pesar de que se hubiesen quedado en bancarrota, tras la guerra Industrias Wayne volvió a resurgir y con ella la economía de la familia. Fox dirigía la empresa junto con Bruce.
Selina continuaba viviendo con Brooke y Bruce. Ella y el padre de la superheroina de la ciudad mantenían una relación seria desde poco después de que el multimillonario resurgiese de sus cenizas tras hacer explotar aquella bomba que podría haber acabado con la ciudad hacía ya tres años. Además, la que fuera antiguamente delincuente, continuaba dirigiendo una empresa de publicidad que ella misma había formado mientras echaba una mano a Industrias Wayne de vez en cuando. Desde luego, la chica había logrado separarse sin problemas de la delincuencia. Alfred vivía con ellos también. Ahora los cuatro parecían una familia unida, y no sólo eso, sino que lo eran.
Brooke tenía ya la mayoría de edad. Había continuado estudiando. Iba al mismo instituto que Alice, como antes del ataque. Pero había habido algunos cambios en su vida social. Su mejor amiga se había encargado de que hiciese más amigos y de que no se quedase sola nunca. A veces le agobiaba estar rodeada de mucha gente, pero si se le metía algo entre ceja y ceja a Alice, esta no paraba hasta conseguirlo. A pesar de esto, seguía siendo una de las chicas con mejor expediente académico. Su popularidad había aumentado bastante entre las revistas del corazón, las cuales ahora no sólo perseguían a su padre sino también a ella. La adolescente se intentaba mostrar siempre amable, aunque en realidad seguía teniendo la idea de que la única finalidad de ese tipo de periodismo era fomentar las malas lenguas en temas que no era incumbencia de todo el mundo.
Desde la última vez en que vio al agente Coulson y a Furia, y de ello hacían ya tres años, no había vuelto a saber nada de S.H.I.E.L.D. Sí que se había informado por la noticias de la aparición de un dios llamado Thor en la Tierra, exactamente en Nuevo México. Y de la existencia de Iron Man, que al parecer era el también multimillonario Tony Stark cuya empresa era junto a la de su padre una de las más importantes en la exportación e importación de armas. Bruce había dado el consiguiente, al principio a regañadientes, para que su hija formase parte de la iniciativa Vengadores. Pero aún estaban a la espera de que esta se pusiese en marcha.
En ese mismo instante, Brooke se encontraba en su cuarto terminando de prepararse para su graduación. Acaba de terminar el instituto hacia apenas dos días. Su padre estaba muy orgulloso de ella, al igual que Selina y Alfred. Pero sobretodo era Bruce quien no paraba de lo buena que era su hija en Industrias Wayne. La relación entre padre e hija había mejorado bastante desde la primera vez que se vieron en aquel hospital de Gotham.
A Brooke apenas estaba acabando cuando Selina entró en su dormitorio.
-¿Nerviosa? -preguntó la mujer mientras entraba en la habitación y cerraba la puerta tras ella-.
-Creo que me he enfrentado a cosas más peligrosas que un escenario y una orla -comentó divertida Brooke mientras terminaba de peinarse-.
Las dos iban muy guapas. Selina había escogido un vestido rojo de tirantes, escote recto y con la falda por las rodillas. El vestido era ajustado, marcando de esta forma las curvas de la mujer. Llevaba, a juego con el pequeño bolso, unos tacones italianos negros. Llevaba un collar negro con un colgante rojo colgado del cuello. Estaba maquillada ligeramente y tenía el cabello recogido en un moño alto. Su atuendo no parecía muy excesivo y tampoco muy formal. Mientras que Brooke llevaba un vestido gris, también ceñido al cuerpo, que terminaba por encima del muslo y con tirantes anchos y el escote en forma circular. Además llevaba una chaqueta blanca para evitar que se le viesen las quemaduras de los brazos y unos tacones parecidos a los de Selina pero en grises. El pelo se lo había dejado suelto, sólo le faltaba maquillarse.
-Un escenario no es lo mismo que un criminal loco -puntualizó Selina-.
-Sigue sin inspirarme mucho miedo... -volvió a decir la rubia con media sonrisa y arqueando las cejas, gesto propio de su padre-.
Selina desistió con un gesto de cabeza. Era imposible meterle miedo a Brooke con esas cosas, si en algo se parecía a su padre era en que los dos sabían manejarse perfectamente en público. Se acercó a la cómoda de la chica y del primer cajón de ésta, donde sabía que lo guardaba siempre Brooke, sacó el kit de maquillaje de la chica. Brooke al principio la miró algo extraña, pero al final comprendió el porqué de aquello: Selina se estaba ofreciendo a maquillarla, posiblemente como le hubiese gustado hacer a su madre si aún estuviese viva. Desde que vivía con Bruce, Brooke había logrado superar poco a poco la muerte de su madre. Al sentirse protegida por una figura paterna, dejó sus miedos atrás y comenzó a pasar página.
La chica se sentó en la cama y cerró los ojos, esperando a que Selina comenzase a pintar su rostro.
-Bruce está muy orgulloso de ti... Bueno, no hay más que verle.
Brooke sonrió y supuso que Selina también lo hizo.
-Yo también, no te creas que no... ¿Has pensado qué vas a hacer ahora?
-Ya sabes lo que quiero hacer, Selina.
-Sí, lo sé, pero los de S.H.I.E.L.D no se han puesto en contacto contigo desde hace tres años...
-Que no lo hayan hecho es bueno. Significa que el mundo está tranquilo.
-Y mientras lo este, tú tendrás que hacer algo. Como por ejemplo, dirigir la empresa de tu padre.
Brooke resopló. Industrias Wayne era de las cosas que menos soportaba en el mundo. Respetaba totalmente la empresa de su padre y al señor Fox, quien la manejaba junto con su padre y la había ayudado en varias ocasiones. Pero lo que le ponían de los nervios eran todos aquellos empleados cotillas que la formaban y que no parecía que sólo iban al trabajo para chismorrear sobre su padre y colarse en las fiestas que él a veces organizaba.
-Sabes que no la soporto...
-¿Y qué hay del departamento de Ciencias Aplicadas? Que yo recuerde hasta hace bien poco te interesaba bastante... -dejó caer Selina-.
Brooke abrió los ojos y parpadeó. Miró un momento a su amiga. Tenía que reconocer que se había olvidado de aquel departamento...

Una nueva vengadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora