La nueva base de S.H.I.E.L.D

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Brooke se encontraba en el avión que le llevaría a la base de S.H.I.E.L.D. Al principio, Bruce no estaba muy conforme con la idea se marchase de nuevo a otro lugar que posiblemente acabaría en guerra. Pero no podía impedir que su hija fuera porque él mismo había autorizado tres años atrás que Brooke podría pertenecer a la iniciativa Vengadores, y porque ella ya era mayor de edad. Así que la chica hizo la maleta con lo que pensaba que necesitaría y se fue tras Nick Furia, quien desde ahora sería su jefe.
El avión en el que iban no era muy grande. Según le había dicho Furia, era un jet privado de S.H.I.E.L.D. El interior de éste era bastante lujoso, pero eso no le sorprendió a la chica ya que estaba bastante acostumbrada a los lujos. La tapicería era marrón, con ocho sillones de cuero, cuatro a cada lado formando dos grupos de asientos separados por un pasillo que daba por un lado a los aseos y por otro a la cabina. Cada grupo de asientos estaba dividido a su vez por dos mesas marrones y negras. Al lado de cada mesa había una ventana por la que se podía el cielo y el mar. Era un lugar cómodo y cálido.
Brooke se encontraba sentada en uno de los sillones echando un vistazo a los documentos que le había entregado Furia antes de irse de Gotham. En ese momento, Furia se encontraba en la cabina consultando algo a los pilotos. En las hojas, pudo ver quiénes y cómo eran sus compañeros. Según le había dicho su jefe, Bruce Banner, más conocido como Hulk, iba a ayudar en la búsqueda del Teseracto como científico ya que el aparato soltaba radiaciones Gamma, en las cuales Banner era un especialista. Tony Stark, Iron Man, también ayudaría con sus conocimientos científicos, además de con su armadura. Y la Viuda Negra, Capitán América y Ojo de Halcón, al cual debían rescatar de las garras de Loki, formarían junto con Negrix el resto del equipo.
Según había leído y Furia le había contado, Loki era el hermano adoptivo de Thor, un dios nórdico que había aparecido en la Tierra procedente de Asgard hará alrededor de dos años. Loki era medio humano medio Gigante de hielo, lo cual le permitía controlar sin problemas el hielo. Además, era un genio en el arte del engaño. ¿Pero qué se podía esperar del dios nórdico encargado de eso? Esperaban que Thor pudiera ayudarles a cazar a su hermano, pero estaba a mundos de allí y no encontraban la forma de buscarlo.
Furia salió de la cabina del avión y se sentó en el sillón que estaba enfrente de Brooke, que dejó de mirar los documentos para mirar al hombre.
-Sigo sin comprendo como yo, una chica recién graduada, puedo estar en una misión como esta.
-Hace tres años demostraste con creces tus dotes. Necesitamos, sobretodo en esta misión, a alguien como tú. Loki es capaz de congelar cual cosa, tú podrás derretirlo. Eres el polo opuesto del dios, podrás controlarle mejor que cualquier otra persona.
Brooke asintió decidiendo zanjar el tema por ahora. No estaba muy convencida de poseer el poder suficiente para cumplir todas aquellas expectativas. Enfrentarse a un par de delincuentes era algo diferente a hacerlo contra el dios nórdico del engaño. El piloto aviso por los altavoces de que ya habían llegado e iban a proceder a aterrizar el avión. La chica y el hombre se pusieron bien el cinturón y notaron como el aparato iba bajando lentamente. Brooke miró por la ventana esperando encontrar una ciudad, pero para su sorpresa se encontró con más agua, más mar.
-Un momento, ¡vamos a aterrizar en el mar! -exclamó algo alterada-.
Furia rió.
-No se equivoque señorita, vamos a hacerlo sobre un portaaviones muy especial. Nuestra base salió ardiendo cuando llegó Loki y nos trasladamos aquí para mantenernos en secreto.
El aterrizaje fue limpio y pocos minutos después, los dos se encontraban bajando del avión. Efectivamente, estaban en un portaaviones. Era bastante grande, entre gris y verde y tenía varios aviones sobre él. La gente iba de un lado a otro, algunos gritaban órdenes mientras otros intentaban cumplirlas a la perfección. Brooke siguió a Furia, quien antes de bajar le dijo que los pilotos se encargarían de llevar su equipaje al que sería su dormitorio. Anduvieron unos metros para después pararse junto a los pies de otro avión. La chica no entendió porqué se pararon allí hasta que al dar una vuelta al aparato vieron a allí al Agente Coulson junto a otro hombre que parecía igual de confuso que Brooke.
-Buenos días, Furia -saludó el agente de S.H.I.E.L.D-.
-Coulson -dijo a su vez el hombre piel oscura mientras hacia una pequeña inclinación con la cabeza-. Señor Rogers, le presento a la señorita Wayne.
Brooke se dio cuenta en ese momento de que ese hombre era Capitán América. Se preguntó seriamente cómo podía no haberlo reconocido si incluso en los informes había una foto suya. Dejó pasar ese pequeño percance para después aceptar la mano que él le estaba ofreciendo en forma de saludo.
-Sé quien es -dijo Steve tras separar su mano de la de la chica-. Es Negrix, ¿me equivoco?
-La misma -contestó ella negando con la cabeza y sonriendo-.
Brooke se fijó en cómo iba vestido Steve. Llevaba unos pantalones entre verdes y marrones, sujetos a la cintura del hombre con un cinturón negro; una camisa a cuadros, y una chaqueta de cuero marrón que le quedaba bastante bien. En la mano izquierda sujetaba unas gafas de sol de aviador. Desprendía un aire varonil que hacía que a Brooke le resultase muy atractivo, pero trató de desechar esa idea rápido. Ahora eran compañeros de trabajo y no podía concederse el lujo de mirar con esos ojos a nadie.
-La echaba varios años más, señorita Wayne -reconoció Rogers-.
-He de reconocer que yo también se los echaba a usted... Al menos físicamente...
Steve sonrió irónicamente. Tenía 93 años, pero efectivamente su cuerpo seguía enfrascado en el de alguien de 23. Una chica de pelo corto y pelirrojo ataviada con un ajustado pantalón negro, una camiseta naranja y una chaqueta de cuero del mismo color apareció junto a ellos. A ella sí que la reconoció a la primera, era Natasha Romanoff, o la Viuda Negra.
-Agente Romanoff -anunció Coulson-, le presentó al capitán Rogers y a la señorita Wayne.
-Señora.
Brooke se limitó a sonreír y asentir con la cabeza.
-Hola -saludó ella asintiendo-. Ve al puente, han iniciado el rastreo facial -informó a Coulson-.
-Te veré allí -dijo antes de irse en dirección al edificio que había sobre el portaaviones-.
Furia fue tras Coulson dejando solos a los vengadores. Los tres comenzaron a andar mientras hablaban.
-Hubo un gran revuelo por aquí cuando le encontraron en el hielo -recordó la mujer pelirroja a Rogers-. Pensé que Coulson se iba a desmayar. ¿Ya le ha firmado su colección de cromos del Capitán América?
Brooke sonrió ante aquella pregunta y Steve se sonrojó ligeramente. Coulson era un gran admirador del Capitán América.
-¿Colección de cromos? -preguntó él-.
-Son una reliquia. Está muy orgulloso.
Vieron a poco metros de ellos a un hombre que examinaba una de las avionetas de S.H.I.E.L.D. Parecía entre nervioso y perdido. Se pararon frente a él.
-Doctor Banner -le llamó Steve-.
Aquel debía ser Bruce Banner, el especialista en rayos Gamma. Era bajito, moreno y con el pelo negro, aunque se podía distinguir en él alguna que otra cana. Iba vestido con un vestido marrón y una camisa morada. A Brooke le resultó simpático. Steve también le ofreció a él su mano, que Bruce aceptó cordialmente.
-Ah, sí, hola. Me han dicho que iban a venir.
-Dicen que usted puede encontrar el cubo -dijo Brooke recordando lo que le había contado Furia-.
-¿Es lo único que dicen de mí? -preguntó él nervioso, mirando a todos lados-.
-Es lo único que me importa -respondió sonriendo e intentando tranquilizarle-.
Él asintió mordiéndose el labio inferior y miró a Steve.
-Debe ser raro para usted todo esto.
-En realidad, me resulta bastante familiar -reconoció él-.
-Caballeros, señorita, será mejor que entren dentro -les aconsejó Natasha-. Les va a resultar difícil respirar en menos de un minuto.
Pudieron oír como una voz decía por los megáfonos del portaaviones: "Aseguren la cubierta". La gente comenzaba a correr de un lado a otro. Natasha se quedó inmóvil donde estaba, sujetando sus brazos delante suya, mientras que Steve, Bruce y Brooke miraban con suspicacia el lugar donde estaban. Parecía que se iban a sumergir en el agua.
-¿Esto es un submarino? -preguntó Rogers sorprendido-.
-¿Quieren que me meta en un contenedor de metal sumergido y presurizado? -preguntó esta vez Banner-.
-¿Saben que el agua no afecta a mis poderes? -preguntó extrañada Brooke a Natasha mientras avanzaba junto a los dos hombres para mirar el agua-.
Pero para sorpresa de los tres, el aparato comenzó a levantarse. Dieron un pequeño respingo al notar como comenzaba a elevarse.
-Oh, no. Esto es mucho peor -dijo Bruce sonriendo de lado-.
Brooke sonrió. Los soldados agarraron los aviones a la cubierta, algunos se ponían máscaras para poder respirar bien, mientras otros entraban en el edificio. Los cuatro decidieron meterse en el edificio. Siguieron a Natasha por un sin fin de pasillos, algunos sin ventana y otros con ellas, unas daban al exterior y otras a laboratorios. Todos eran grises. Finalmente llegaron a una puerta grande que daba a la sala de control de lo que fuera aquel aparato. Entraron allí y se encontraron con todos los mandos de control y a muchas personas dirigiéndolos. Había dos alturas, una donde estaban los ordenadores y otra más alta donde había una mesa redonda gris con varias sillas negras. Esta zona estaba separada de la otra por unas escaleras y una barandillas. Y frente a ellos un gran ventanal por el que se podían ver las nubes y el cielo. Tras la mesa, un pasillo avanzaba para dar al final con un centro redondo donde se disponían varios paneles de control. Allí pudieron encontrar a Furia.
Brooke se fijó que en una de las paredes había esculpido bien grande el símbolo de S.H.I.E.L.D con dos soldados a los lados de este. Y sobre ellos, había otros pasillos cubiertos de cristaleras.
-Motores operativos, protocolo de emergencia de S.H.I.E.L.D 193.6 en vigor -oyeron decir a una chica que parecía manejar todo-. Estamos a nivel, señor -informó a Furia-.
-Bien, desaparezcamos.
-Activen paneles de retroreflexión -volvió a ordenar la mujer-.
Brooke frunció el ceño. ¿Qué significaría eso?
-Caballeros, señorita -dijo en forma de saludo Furia mientras dejaba sus mandos de control para verlos a ellos-.
Steve se acercó a él, sacó 10 dólares de su cartera y se los tendió. Al parecer quería darse una vuelta por la sala. A Brooke le hizo gracia este gesto. Furia le dejó y acercó a Bruce.
-Doctor, gracias por venir -dijo tendiéndole la mano a Banner-.
-Gracias por pedírmelo correctamente. Diga, ¿cuánto tiempo voy a quedarme? -parecía incómodo estando allí-.
-En cuanto consigamos el Teseracto será libre como el viento.
-¿Y en qué punto está?
Furia se giró ligeramente y señaló a Coulson, que estaba en la zona de control de la sala.
-Controlamos las cámaras accesibles modo inalámbrico del planeta -explicó-. Móviles, portátiles... Si está conectado a un satélite nos hace de ojos y oídos.
-Y no los encontraremos a tiempo -dijo Romanoff-.
-Tienen que estrechar el campo -objetó Bruce-. ¿A cuántos espectometros tienen acceso?
-¿A cuántos hay?
-Llame a los laboratorios, que suban los espectometros al tejado calibrados para los Rayos Gamma -ordenó Banner-. Esbozaré un algoritmo de rastreo -continuó diciendo mientras se quitaba la chaqueta y utilizaba su brazo de percha-, al menos descartaremos unos cuantos sitios.
Furia asintió convencido terminando de dar la orden a Coulson.
-¿Dónde puedo trabajar? -preguntó de nuevo Banner-.
-Agente Romanoff, acompañe al Doctor Banner a su laboratorio -ordenó Furia a Natasha-.
La mujer pelirroja subió las escaleras de la zona de control y se acercó a Banner mientras se dirigía a la puerta. Le hizo un gesto para que la siguiera.
-Le va a encantar, está lleno de juguetes.

Una nueva vengadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora