Reencuentro

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Bruce acababa de llegar del trabajo. Aquella mañana tenía pensado volver antes de la oficina para ir a comer con Selina a su restaurante favorito, pero uno de los becarios había metido la pata en el sistema informático y habían tenido que reunirse los altos cargos junto al cuerpo informático para arreglarlo cuanto antes. La junta directiva había elegido a votación que el culpable debía ser despedido. Sólo él y Fox votaron en contra, así que no quedó más remedio que presentarle la carta de despido.
Entró en la casa con sus llaves, dejando aparcado su Lamborgini en frente a la entrada. Dejó en el mostrador la cartera y sus llaves, se miró un momento en el espejo que había encima del mueble y se colocó un mechón travieso detrás de la oreja. Después se quitó la chaqueta y se la colgó del brazo con cuidado de no doblarla. Pasó frente a la cocina, viendo por el marco de la puerta a Alfred terminando de limpiar los utensilios de cocina. Entró a saludarlo.
-¿Te ayudo, Alfred?
-¿He de recordarle que soy su mayordomo y que no tendría que hacerme esa pregunta? -le preguntó él bromeando mientras colocaba el último plato sobre sobre la encimera para que se secase y cerraba el grifo-.
-Tener a Brooke en casa ha afectado a mis modales, espero que lo entiendas.
Alfred soltó una carcajada mientras se secaba las manos con un paño para después doblarlo y meterlo en un cajón. Bruce sonrió.
-Con una hija así, cualquiera cambiaría... ¿Ha vuelto a saber algo de ella?
-No, en la base tan sólo pueden llamar una vez a sus familiares... -Bruce suspiró mientras se sentaba en una de las sillas del comedor y dejaba la chaqueta en la mesa-. En S.H.I.E.L.D. la mayoría son espías, la mayoría no tienen familia. Y si la tienen, probablemente no mantengan ninguna relación con ella por su trabajo...
Alfred se acercó a otra de las sillas y tras apartarla un poco de la mesa, se sentó junto a Bruce. Entendía que estuviera preocupado, quería lo mejor para su hija y que fuera ella misma quien eligiera lo que quería hacer con su vida. Pero quería hablar con ella y saber si al menos estaba bien. Era el sentimiento más normal que se podía dar en un padre en aquellas circunstancias.
-¿No ha probado a llamarla usted?
-Sería absurdo, todos los móviles de la base están controlados por ellos... Lo último que queda es esperar que no vengan con malas noticias...
-¿Sabe si su hija quiere meterse a espía? -quiso saber el mayordomo-.
Bruce, que había metido la cara entre sus manos, levantó la vista sorprendido. No veía a Brooke como tal. Sabía que quería ayudar en misión con los Vengadores, pero no tenía entendido que quisiera ir más allá. Ella misma le habló de trabajar en Industrias Wayne mientras no hubiese trabajo en S.H.I.E.L.D. Además, Brooke necesitaba una familia, alguien que la levantara si se caía. Era muy fuerte, y en los últimos tres años había madurado muchísimo más, si es que aquello era posible, pero también tenía sus decaídas.
-No veo a Brooke metida en ese mundillo... Ella tan sólo trabaja para la Iniciativa Vengadores...
Iba a continuar dando su opinión al respecto, pero una voz femenina procedente de la parte de arriba de la casa lo interrumpió llamándolo por su nombre. Era Selina, de quien se había olvidado por completo. Abrió mucho los ojos, se levantó y volvió a colocarse la chaqueta en el brazo lo más lisa posible. Alfred lo imitó y alcanzó a decir algo como que no se preocupara antes de que la chica entrase por la puerta.
-Me había parecido oír un coche, pero no sabía si eras tú -dijo sonriente y acercándose a su novio para darle un beso en los labios-.
-Siento haber tenido que cancelar la comida, pero teníamos que solucionar el problema cuanto antes...
-Lo sé, tranquilo, no estoy enfadada... Y anda, dame la chaqueta, que la vas a arrugar -le quitó la prenda mientras la alisaba con una mano y la sujetaba en alto con la otra-. Hablabais de Brooke, ¿verdad?
Bruce balbuceó, Alfred agitó las manos tratando de dar a entender que no. Selina frunció el ceño Y acto seguido levantó levemente una ceja.
-Habéis estado hablando de Brooke -afirmó la mujer dejando la chaqueta apoyada en su antebrazo-. Hoy me ha llamado un hombre, ¿cómo de llamaba? ¿Stark, puede ser? -se preguntó para sí misma en alto mientras Bruce abría mucho los ojos-. Sí, creo que ese era su apellido. Ha dicho que se pasaría esta tarde junto a Furia a las... -miró el reloj colgado en una de las paredes-. Justo ahora, a las cinco.
En ese momento se escuchó un estruendo fuera. Sonaba a algo parecido a un helicoptero que volara excesivamente bajo. Rápidamente el ruido cesó. Unos minutos más tarde, el timbre sonó, Bruce pegó un brinco saliendo del trance en el que había entrado y Alfred salió deprisa de la cocina para atender a la visita. Poco a poco el hombre de la casa fue volviendo en sí y caminó hasta la entrada acompañado de su pareja, que lo miraba de reojo. Escucharon como Alfred abría la puerta y saludaba y pudieron ver como frente a su mayordomo se encontraban Tony, Furia y un soldado de S.H.I.E.L.D. El primero de los tres miraba la fachada con todo detalle y en cuanto se encontró con Alfred frente a él pegó un pequeño brinco sorprendido. Furia se limitó a poner los ojos en blanco y a hacer una mueca de desaprobación.
-Buenas tardes, Alfred, supongo que me recordará -saludó Furia-. Soy Nick Furia, agente de S.H.I.E.L.D, este hombre que me acompaña es el señor Stark, compañero de la señorita Wayne. ¿Se encuentra en casa el señor Bruce Wayne?
El mayordomo se echó a un lado y les hizo un gesto con su brazo instándoles a entrar.
-Pasen, por favor, ahora mismo voy a avisarle.
Los tres obedecieron y entraron al hall en el preciso instante en el que Bruce aparecía junto a Selina.
-No hará falta, Alfred, ya estoy aquí -anunció él-. Bienvenidos a la Mansión Wayne. Señor Furia, un placer verle de nuevo -saludó al hombre de piel oscura mientras se daban la mano un par de segundos. Después se acercó a Tony para darle un par de palmaditas en la espalda mientras también se daban la mano-. Stark, cuánto tiempo.
-Bruce... Por lo que veo continúas viviendo a la antigua -comentó mirando de reojo a Alfred-. Podría hacerte otro prototipo de Jarvis. Podrías bautizarlo tú mismo.
Alfred respiró profundamente mientras se erguía y miraba enfrente. Bruce sonrió mientras soltaba la mano de su antiguo compañero de universidad.
-No has cambiado en absoluto... He de denegar tu oferta, no tengo intención de jubilar a Alfred -el mayordomo relajó los hombros al oír aquello y Bruce se acercó a Selina para pasar un brazo por su cintura-.
Tras las pertinentes presentaciones entre Selina y Tony, acudieron todos excepto Alfred y el soldado, que no se había movido de la puerta principal, al salón más próximo al vestíbulo. Los cuatro se sentaron en los sofás bajo la atenta mirada de Bruce, cuyo corazón latía desbocado en su pecho a causa del motivo de la visita, que claramente debía ser Brooke.
-¿Y bien?¿A qué se debe está visita? -preguntó Selina al ver que su pareja tan sólo los miraba impacientes-.
Furia y Tony se miraron entre ellos.
-No se preocupen, la señorita Wayne se encuentra en perfecto estado... -comenzó a decir el espía antes de que su compañero lo interrumpiera-.
-Continuaré yo antes de que Furia se enrolle. Tu hija está bien, es increíble, nunca antes he visto nada parecido... Pero no estamos aquí por ella, ahora quien nos importa eres tú, Bruce.
-¿Perdón? Yo no tengo que ver nada con S.H.I.E.L.D. Mi casa es Gotham, no quiero formar parte de los Vengadores.
Bruce frunció el ceño y quitó el brazo de detrás de Selina para juntar sus manos sobre las rodillas.
-Y no tienes porqué hacerlo, el problema es que Loki ha amenazado tu seguridad y la de la ciudad de Gotham. Debemos protegerte a ti y tratar de evitar que se produzca una catástrofe -le explicó Iron Man-.
-Debemos pedirle que venga con nosotros a la base.
Selina se llevó la mano al pelo, que pasó por el mismo para después posarla sobre sus piernas y mirar a la pared nerviosa. Bruce abrió mucho los ojos y comenzó a gesticular sin entender lo ocurrido.
-No puedo. Aquí está mi trabajo, yo también tengo que defender a unas personas de la delincuencia de la ciudad. ¿Por qué no informan al comisario Gordon de esto?
-Ya está informado, de hecho su hija también corre peligro. Ella no podrá venirse, pero la mantendremos vigilada todo el día. Sin embargo, usted tendrá que venir con nosotros porque aunque ahora no quiera ayudarnos, quizá no le quede más remedio.
Bruce pasó una mano por su rostro.
-Esta no es mi guerra.
-Pero sí la de tu hija, Bruce -comenzó a decir Stark-. Y ella te necesita a su lado.

Una nueva vengadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora