El secreto de Banner

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Después de que Natasha se llevase a Banner a algún laboratorio, Furia pensó que Steve y Brooke deberían conocer sus dormitorios y parte de la base. Ordenó a una soldado, la misma que daba órdenes antes, que les acompañase y les guiase. Ellos, algo aturdidos debido a la gran tecnología del lugar, la siguieron. Aquella chica, que adivinaron que se llamaba Maria Hill. Era alta, castaña y delgada, aunque parecía musculosa. Según les contó, era la segunda de Furia allí. Les condujo por varios pasillos, unos más largos y otros más cortos pero todos igual de grises. Algunos tenían más ventanas, la mayoría de ellas daban a distintos laboratorios en los cuales se podía ver a científicos trabajando. Vieron a Banner en uno de ellos muy concentrado en poner en funcionamiento algunos de aquellos aparatos.
Continuaron la visita guiada y llegaron a una puerta más grande, como la que daba a la sala de control. Se pararon allí, Hill sacó una llave y abrió la entrada. Steve y Brooke la siguieron adentro.
-Aquí es donde podrán entrenar cuando quieran y como quieran. Nunca antes lo hemos utilizado, se creo específicamente para ustedes.
Los dos vengadores se quedaron boquiabiertos. Estaban frente a una sala amplia, de altos techos y paredes blancas. No había ni una ventana, toda la luz era artificial. A la izquierda, justo en una esquina, había un gran ring de boxeo con varios sacos fuera. Continuando por la izquierda pero más cerca de la puerta, se podía ver una diana con varios arcos preparados. Había zonas para luchar con espadas, para mejorar la puntería con una pistola,... Incluso Maria les enseñó una zona creada específicamente para Brooke donde al pulsar un botón aparecía un campo magnética que impedía que las llamas saliesen de ese espacio y quemasen la base. Todo era perfecto.
-No creo que tarde mucho en estrenar todo esto -dijo entusiasmada Brooke haciendo sonreír a Hill-.
Volvieron a salir de allí y se dirigieron a la última parte de la visita guiada, los dormitorios. Al llegar, Hill les dio las llaves a cada uno y les dio una serie de indicaciones para poder llegar desde allí hasta la sala de control. Brooke no estaba segura de haberlas entendido, aún así no preguntó. El número de su habitación era el 8, justo la edad a la que perdió a su madre. Agitó levemente la cabeza intentando desprenderse de aquel pensamiento. Rogers tenía su habitación justo al lado, y según había dicho Maria la de Natasha era la de la derecha.
Brooke cogió bien la llave y se acercó a su puerta cuando Maria se fue. La metió en la cerradura, abrió y antes de meterse en su cuarto, se despidió del Capitán con un adiós y una sonrisa. Después de entrar, cerró tras de sí. Antes de llegar a su dormitorio, había que pasar por un pasillo amplio, que a la izquierda tenía un mueble con un teléfono, un papel con una serie de indicaciones y un jarrón con hortensias y un espejo colgado sobre él; a la derecha, una puerta por la cual Brooke pudo observar que se entraba al baño. Continuó andando y a cinco pasos se encontró con su dormitorio. Era amplio, las paredes eran azul oscuro, un par de ellas estaban decoradas con cuadros o el escudo de S.H.I.E.L.D, en otra había un armario y en otra varias ventanas con cortinas blancas y azul oscuros.
A la derecha de la habitación, había una gran cama con sábanas grises y blancas junto a dos mesillas grises, que tenían una lámpara cada una. Delante de la cama había un pequeño banco gris con dos cojines blancos en donde encontró su maleta. Y enfrente de la cama, una televisión junto a dos sofás azules y una mesita de café gris. La televisión estaba sobre un mueble también gris que tenía varios cajones para guardar cosas debajo. Brooke decidió que más tarde averiguaría si había algo dentro de ellos. Por ahora, se limitaría a ordenar su ropa y llamar a su padre.
Al abrir su armario, el cual tenía otro espejo en la zona interior de una de sus puertas, encontró un traje negro ajustado y de su talla. Era parecido al que llevaba Maria, supuso que sería el uniforme de S.H.I.E.L.D. De la percha demás colgaba una nota que decía que debía ponérselo. Lo sacó, lo dejó sobre la cama bien colocado y empezó a sacar su ropa de la maleta para colocarla en el armario.
Tras quince minutos colocando todo, que no era gran cosa, se puso aquel traje y cogió su móvil, que estaba en el bolsillo delantero. Marcó el número de su padre sin ni siquiera fijarse en si había o no cobertura. Escuchó dos pitidos hasta que la voz de Bruce apareciese.
-¿Sí?¿Brooke?
-¡Papá! -exclamó Brooke quizá con demasiado entusiasmo-.
-Veo que me echabas de menos -rió Wayne ante el entusiasmo de Brooke-.
-No te hagas ilusiones -rió también ella-. ¿Qué tal por Gotham?¿Os las apañaréis sin mí?
-Bueno, no llevas fuera de aquí mucho tiempo... Pero espero poder yo sólo con los posibles delincuentes...
Brooke sonrió. Hubo un instante de silencio.
-¿Y qué tal por S.H.I.E.L.D?¿Has conocido ya a todos tus compañeros?
-A todos no, Stark aún no ha aparecido y a Thor no han podido reclutarle... Eso teniendo en cuenta que a Ojo de Halcón lo tiene secuestrado Loki... Estamos un poco desperdigados aún.
-¿Y qué hay de la base?
-Tecnología por todas partes, laboratorios, zonas de control... Tienen hasta una zona especial para mi entrenamiento.
-Suena interesante... -admitió el hombre-. Escúchame, Brooke, Stark y yo somos viejos conocidos, coincidimos en la universidad. Si tienes algún problema, acude a él, ¿entendido?
Brooke asintió, al darse cuenta de que su padre no la podía ver contestó.
-Bien, ahora tengo que colgar. Llámame pronto, Brooke. Cuídate.
Su padre colgó antes de que ella pudiese despedirse. Se lo agradecía, hablar por teléfono no le gustaba y despedirse, menos. Dejó su móvil en la mesilla, no esperaba recibir más llamadas en todo el día. Bruce quedó encargado de avisar a Alice, su mejor amiga, de lo sucedido. Esperaba que ella se acordase de que odiaba las llamadas telefónicas. Después, se encaminó a la puerta y salió de su habitación. No sabía si Steve habría salido ya de su dormitorio, no se atrevió a comprobarlo. No estaba segura de que no se fuese a perder, aún así decidió girar a la derecha y probar suerte.
Todos los pasillos le parecían idénticos. No tenía ni idea de adónde iba. Pasados diez minutos en los que no se encontró con nadie, llegó al laboratorio donde trabajaba Banner. Allí pudo ver a Rogers y al científico hablando. La puerta estaba abierta, decidió entrar.
-¿Interrumpo?
Los dos hombres se giraron al oír a alguien entrar. Relajaron los músculos de la cara al ver que era ella.
-En absoluto -respondió Steve amable con una sonrisa-.
-Me perdí intentando volver a la sala de control, lo malo es que aquí no se pueden hacer señales de humo -explicó Brooke mientras se acercaba al mostrador junto al que estaban hablando y haciendo reír levemente a los dos hombres-.
-La señorita Wayne, ¿verdad? -preguntó Bruce-.
La chica asintió.
-Preferiría que me llamarais Brooke, me temo que vamos a pasar una buena temporada juntos.
Los dos hombres volvieron a sonreír.
-Pareces demasiado joven para estar aquí... -volvió a decir Banner-. ¿Es verdad lo de tus poderes?¿Puedes controlarlos?
Brooke asintió. Chasqueó los dedos haciendo aparecer una pequeña llama, además de la raya negra que surcaba su cara, y después prendió su mano entera. El científico y el capitán se echaron un poco para atrás sorprendidos. Brooke apagó la llama y la raya desapareció de su cara.
-¿Eso responde a tu pregunta?
-¿Cómo...?¿Cómo puede brotar una llama de tu propia piel? -quiso saber esta vez Steve-.
-Debido a una gran mutación por radiación extrema sobre el cuerpo afectado -intentó explicar Bruce-. Pero aún así, no sé conocen más casos como este.
-No fue una mutación cualquiera, fui programada por S.H.I.E.L.D accidentalmente -continuó Brooke-. Querían crear a alguien superior, alguien como el Capitán América -señaló con la mirada a Steve-. Yo me metí en medio sin querer y acabé siéndolo yo.
-¿Con cuántos años te aparecieron los poderes?
-Con diez años -respondió dejándolos incrédulos-, pero hasta hace tres años no pertenecía a S.H.I.E.L.D.
-Es sorprendente que alguien humano pueda soportar tanto calor corporal, e incluso que llegué a crear fuego con un simple chasquido...
-Me parece espantoso que una niña de tan sólo diez años se viese afectada por semejante mutación -reconoció entre sorprendido y horrorizado el Capitán-.
-Y lo es, pero como ya he dicho fue un accidente. Esto no era para mí en un principio.
-¿Y qué hay del agua?¿Te afecta?
-Al principio, sí. Hace tres años, dejó de afectarme.
Bruce corrió a coger una carpeta con el símbolo de S.H.I.E.L.D en ella. La abrió y buscó en ella un papel.
-Podría... -comenzó a decir Banner-, ¿podría hacerte un análisis e investigarte?

Una nueva vengadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora