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El problema es que buscamos a alguien con quien envejecer juntos, mientras que el secreto es encontrar a alguien con quien seguir siendo niños.
Charles Bukowski.

Habíamos dormido un par de horas y apenas si nos quedaba margen antes de reunirnos con el contacto de Millard. Enoch había robado un frasco de formol, y este se había derramado sobre la ropa de Victor.

- Tenemos que encontrar un servicio donde podáis lavaros y cambiaros de ropa - sugirió Millard aterrado.

- La cafetería está a un kilómetro y medio de aquí - lo tranquilizó Jacob - Hay tiempo de sobra.

- Eso espero - replicó - ¡ La primera impresión es la que cuenta!

- Diablos, debe de gustarte mucho - observó Enoch - ¿ Te preocupa oler mal ? Eso es casi amor.

Jacob arrancó el coche y nos pusimos en marcha.

- Por cierto, - dijo Millard - mientras dormíais he deducido la ubicación del bucle diez mil cuarenta y cuatro.

- ¿ Cómo dices ? - exclamó Jacob - ¿ De verdad ?

- Isla Blackwell - dijo pasándole una de las postales de Abe - Lee el dorso.

- 10044 - dijo el ojiazul - Porras.

Era una isla alargada que se extendía en medio del río Este, entre Manhattan y Queens. El número del bucle no era código secreto, era un código postal.

Nos refrescamos en el baño de un restaurante de comida rápida y luego entramos en el café. Era un local oscuro y acogedor, decorado con viejos sofás . El bar estaba casi vacío, y rápidamente dimos con la chica. Llevaba el cabello cubierto con una boina negra y vestía pantalones militares.

- ¿ Lilly ? - le dijo Millard .

- Millard - dijo ella y alzó la vista, pero no del todo.

- Estos son mis amigos - dijo él - Los chicos de los que te hablaba.

Intercambiamos saludos y tomamos asiento.

- ¿ Qué estás escuchando ? - le preguntó Millard.

- Compruébalo tú mismo.

La chica le pasó un auricular y este lo aceptó. Entonces un bastón blanco junto a la silla de la chica llamó mi atención .

- Hacía años que no escuchaba esta pieza - suspiró Millard - Segoria. Esta es una de las piezas musicales más exquisitas que hay.

- Es genial conocer a otro fanático de la guitarra clásica - dijo ella - La gente de mi edad no sabe lo que es la música de verdad.

- Eh - soltó Enoch casi gritando - Estás ciega.

- Pues si.

- ¡ Cállate, Enoch ! - lo regañé.

- ¡ Millard, que pillo eres ! - exclamó el castaño entre risas.

- Permite que me disculpe - dijo Millard - Enoch sufre un problema cerebral.

- Me ha dicho Millard que estáis buscando a alguien - dijo Lilly.

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