Catorce

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-Dayanne, vamos a concentrarnos a lo que venimos -le pasé la blusa para que se la colocara y ayudé se levantara.

Por más enojado que estuviera con Milena, y ésta chica sea muy hermosa, no tenía ganas de follar esta vez.

-L-lo lamento, pensé que también querías. -se disculpó con una cara de vergüenza inimaginable

-No tienes que lamentar nada, ¿Vale? Simplemente hay veces que no es la ocasión. -puntualizo dedicándole una pequeña sonrisa.

Nunca le había coqueteado, o dado indicios de algo más allá, en realidad aunque hubiera sido así ahorita no tenía ánimos.

Pero en fin.

-Volviendo al tema, podemos investigar quienes compraron esos autos en su año, como fueron muy cotizados y hubo pocos supongo que era noticia local cada que se compraba uno, ¿No?

Aquellas palabras me dejaron pensando, y es que tenía razón. Me levanté de la silla y fuí a tomar un vaso de ginebra para mí.

-¿Gustas algo de tomar? -pregunté a lo que ella se negó y se puso de pie.

-Pensaba quedarme más tiempo pero creo que no soy bienvenida en este momento -Dayanne señaló hacia la puerta entre abierta dejando ver a Rosé en brazos de Milena.

-¿Por qué están solos? -preguntó la menor con un tono algo molesto a lo que no pude evitar reír.

Me acerqué y la tomé en brazos dejando un beso en su mejilla.

-Ella es una amiga que vino a hablar de negocios, es todo pequeña mía.

El ambiente se había vuelto un poco tenso, o bastante diría yo. Dayanee solo se limitó a tomar sus cosas y retirarse, Milena seguía de pie junto a la puerta y Rosé y yo nos sentamos en el sofá.

-¿Ya puedo salir o tengo que esperar más de tus visitas? -preguntó Lena a lo que respondí con una mueca de negación.

-Entiende que es no es muy seguro que estemos fuera de la casa.

Mencioné tratando de evitar que la pequeña comenzara a cuestionar mis palabras, pero está se concentró en jugar con la tablet que llevaba consigo.

Lena se quejó pero no se marchó, se sentó en una de las sillas mirando a un punto fijo del despacho sin mencionar palabra alguna, después tomó su móvil y mandó algunos textos, lo guardo y miro hacia nosotros, yo prestaba atención a cada uno de sus movimientos pero lo disimulaba jugando con Rosé en la tableta.

-¿Podemos hablar unos segundos, por favor?

Dijo después de un rato a lo que acepté, me levanté y me encaminé a la barra para servir un poco más de ginebra y darle un trago a ésta esperando que la chica hablara.

-¿Siempre se tiene que hacer lo que digas?

Cuestionó con un tonto de molestia.

-Sí, así es, ¿Por qué?

Alcé una ceja fijando mi vista en sus ojos los cuales tenían las pilas dilatadas.

-Porque no, Alexander, no es justo de verdad, no me puedes tener en tu puño y soltarme cuando quieras, llegué aquí con una ilusión, te lo dije, desde pequeña eras como mi sueño...

No la dejé continuar, sus palabras se quedaron en su boca.

-¿Sí así era por qué mierda te fuiste con James? Yo no soy quien está ahora con ese pendejo. -le señalé y pasé una mano por mis rizos.

-No es como crees...

-No, y por eso estabas sobre sus piernas en la fiesta... Ya no me interesa, ¿Sí? Quieres estar con él, adelante -dejé el vaso en la barra y me acerqué un paso hacia ella.

-Alexander, por favor.

-¿Por favor qué, Milena? ¿El problema es que no sales ahora y no te dejo recibir visitas? No te preocupes, que venga a vivir aquí y le cuidamos el culo también.

Aquello me dió un mal sabor de boca por lo que se dibujó una nueva de asco en mi rostro.

-¡Deja de ser un idiota! -escupió y me tomó del cuello de la camisa. -Eres tan imbécil cuando quieres.

-No voy a permitir que seas mi Karma.

Me permití decir aquello y sonreí de lado.

-¿Por qué no?

Cuestionó con cierto tono de inquietud.

-Porque tengo que pagar muchas, y contigo me... Contigo no podría.

Soltó un suspiro y se apegó contra mi pecho, el aroma de su cabello llegó a mi e inhalé, era exquisito.

-No quiero que estemos peleando, Alexander, ya no. -se aferró al agarre un poco más.

Estaba por contestar cuando una llamada de Isabella interrumpió el momento. Decidí no contestar y volví a guardar el móvil.

-¿Se pueden separar? -preguntó Rosé desde el sofá a lo que reí y asentí.

-Claro, mi pequeña. -tomé las manos de Lena y la alejé de mí, me acerqué a la menor y la tomé en brazos. -¿Quieres ver una película y que Nana nos prepare la cena?

Cuestioné a la menor a lo que ella aceptó de inmediato.

Mi celular comenzó a vibrar demasiadas veces a lo que lo tomé, era Isabella nuevamente quien me mandaba varios mensajes preguntando que haría, le contesté a lo que se incluyó en los planes comentando que no quería estar en su casa.

No iba a dejar a mi mejor amiga sola en ningún momento por lo que accedí, Rosé también la quería mucho por lo que no dudó en aceptar que viniera a la casa. Anuncié a seguridad y terminé de acomodar a la niña en la sala de películas en casa.

-Quedaté aquí, ¿Si? -ordené a la menor la cual pidió a Milena se quedara con ella.

Lena me miraba de mala manera, y es que a ella no la podían visitar, pero mi mejor amiga si tenía las puertas abiertas en cualquier momento.

Después de un buen rato volví con las chicas a la sala, Nana ya estaba preparando la cena de ese día y yo me estaba escribiendo con mi madre la cual discutía el asunto de Odhiel.

Mi hermano siendo un total desastre desde siempre.

Cuando Isabella llegó se abalanzó contra mí y dejó un par de besos en mis mejillas, se sentó a mi lado y dejó sus piernas sobre las mías, Rosé dejó lo que hacía y se incluyó en la pequeña bola de personas que éramos en el momento. Lena miraba con disimulo la escena y de vez en vez hacía algunas muecas, y es que sabía se molestaba por no permitirle salir o recibir a alguien.

Después de estar viendo la televisión un rato, precisamente Hotel Transilvania por milésima vez, Nana nos llamó para cenar, a lo que fuimos al comedor.

-Alex, ¿Cómo está el niño Odhiel?

Preguntó Nana una vez estábamos todos cenando, un suspiro salió de mis labios y levanté la vista para mirarle a unos asientos de mí.

-Le hacen algunos estudios para saber si aquello que hizo con los guardias le dejó traumas, y están investigando a la enfermera, él asegura que ella estuvo de acuerdo todo el tiempo. -resoplé y bebí algo de limonada.

-Lo importante es que está vivo, mi niño, es tu hermano y debes amarlo independiente de todo este asunto.

Negué un par de veces y volví a comer.

-Odhiel siempre hablaba maravillas de ti, Alex, siempre fuiste su ejemplo, él no tiene la culpa de enfermar -me sorprendió escuchar a Isabella defenderle.

-¿De verdad? ¿Tú también? -rodé los ojos dejando a un lado el tenedor.

-Es que es la verdad, y lo sabes.

Lo peor del caso es que lo sabía, era mi único hermano aunque me costara que así fuera, y de pequeños él siempre fué muy bueno conmigo, pero estaba cegado por el coraje de que le pasaba algo mal.

Y después vinieron los celos, que en momentos él era el centro de atención, pero aún así, daría mi vida por él, y por las mujeres sentadas ahora en esta mesa.

¿Niñero? [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora