•| Diez |• Milena

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Tres días habían pasado desde que Alexander había dejado la casa sin dar razones, lo único que sabíamos era que Isabella lo acompañaba, ¿Por qué ella volvió y él no? Además no se veía angustiada, así que no le pudo haber pasado algo malo, pero tengo un presentimiento.

Toda la mañana he tenido una sensación demasiada extraña en el pecho, con la necesidad de volver a la casa.

Alejo, un compañero de la clase de francés estaba haciendo un maravilloso trabajo con su lengua en mi vagina, pero en vez de estarlo disfrutando como desde hace días antes, no podía gemir por placer, más bien lo estaba haciendo por compromiso.

Lo separe tirando de su cabello y acomodé mi uniforme, dejé un beso sobre sus labios y después de prometer llamarle luego salí de su auto caminando a la entrada de la universidad donde ya debía estarme esperando el chófer de la casa Lodge.

Al llegar sentía una vibra muy extraña nuevamente, mi piel se erizó, el personal iba y venía de la habitación principal y eso era aún más inquietante.

—¿Qué pasó? —pregunté a la ama de llaves quien me recibió a media entrada.

—El joven Alex volvió, pero está muy mal, nos lo dejaron en el portón —su voz se escuchaba quebrada, se notaba que había llorado.

Se me caía la cara de vergüenza. Moría por verlo, lo odiaba porque no sabía que había pasado con él, pero sentía que lo necesitaba.

Esa sensación de no saber de tu persona y a la vez querer odiarlo por lo mal que ha tratado tus sentimientos.

Querer mirarlo y decirle cuánto es que lo quieres pero también reprocharle tus noches de lágrimas dónde el protagonista ha sido él.

—Me cambio y voy a verlo.

Anuncié y seguido a ello caminé a mi habitación para quitarme el uniforme, un short que había hecho con unos pantalones viejos y una playera de él era lo que había elegido.

Fuí directamente hasta donde él y al entrar a la habitación me encontré con Aarón a su lado. Claro, eran mejores amigos, supongo que no sería yo la primera persona a quien llamara después de que al parecer 'fué secuestrado'

Pero, ¿Por qué sus padres no habían llamado  preguntando por él? ¿No habrán llamado de la universidad por sus faltas? Todo está raro.

El castaño se alejó de él y a pasar a mi lado mencionó un: Aún no le he dicho como te entretienes.

Sentí un mareo, ¿Cómo reaccionaría al enterarse que mientras a él lo golpeaban yo estaba sobre la verga de alguien más?

Le dediqué una sonrisa pequeña y tímida.
La vergüenza aún no se iba, me siento peor que cuando llegué a esta casa.

—Hola...

Dije mirando las heridas de su rostro, cerca de sus labios y sus ojos morados.

—Hey, ¿Cómo está Isabella?

Fué lo que preguntó, ni siquiera el como estoy, o si él está bien.

—Ella... Genial, tú eras el desaparecido, aunque supongo que una pelea en un bar después de tratar de robar la novia de alguien más no fué el mejor plan que tuviste.

No supe cómo retractar mis palabras cuando presté atención a lo que dije.

Él me veía incrédulo, frunció el ceño y cerró sus ojos.

—¿Pero eso a tí que te importa? No somos nada. —escupió aquellas palabras que se clavaron en mí como cuchillas.

Me sentí estúpida, más que antes, que cualquier momento.
Así que eso había pasado, genial, una amante más.

No había abierto sus ojos y supuse que era todo, no iba a decir algo más.

Me dí la vuelta y salí de la habitación en dirección a la mía. Tenía tarea así que no iba a perder más tiempo con ideas tontas sobre ir con él y disculparme.

¿Cambiar al Fuckboy de la universidad? Pero que incrédula.

Lodge es precioso, con esos ojos verdes, sus rizos y sonrisa coqueta, es voz seductora que te hace querer abrirle las piernas cuando te dice un cumplido. Y estoy yo, segura de mi, hermosa, curvas en las cuales han pasado quién ni se imagina Alexander.

Eran las diez de la noche cuando después de tomar una ducha me acosté a dormir, sin ganas de cenar o comer algo. Pensé en lo diferente que sería todo si no hubiera bajado mi guardia con él y seguía con el juego.

Mantenía los ojos cerrados y escuché como la puerta se abrió y se cerró luego luego. No quise ver, el peso sobre la cama al otro lado fué lo que me puso alerta, mi piel se erizó y mi respiración más irregular.

—No vayas a gritar. —susurró Alex en mi oído y fué cuando pude respirar tranquila.— Solo duerme ya.

Su mano abrazó mi cintura y sentí mi corazón dar un vuelco, su pulgar se paseaba en mi abdomen y yo solo podía sentir mi sangre hervir, se detuvo después de un rato y fué cuando supe que estaba dormido.

La mayor parte de la noche estuve despierta, cerraba los ojos y cuando estaba a punto de dormir Alex se quejaba de algo, pero siempre dormido.

Las cinco de la mañana y me levanté, el jardín trasero era lo suficiente amplio como para correr durante una hora y así fué, le dí varias vueltas a aquella área, si pensarlo subí y tomé una ducha fría, viernes, tengo que presentar una evaluación y no e siento lista, tampoco con ánimos de salir y dar mi cara de estúpida.

Hoy no iría, este día me quedaré con Alex en casa y bueno, quiero saber que pasó con él.
Además quería discúlparme, no es que lo defienda, pero él sabe respetar a las parejas, ¿No?

Salí de la ducha envuelta en la toalla y sin vergüenza fuí hasta el buró de mi ropa. Alex seguía dormido y yo más aliviada de no tener ya la regla.

Con toda confianza comencé a vestirme dándole la espalda a la cama.

—¡Carajo! —grité cuando por el espejo pude ver a Lodge despertando y eso lo hizo abrir los ojos de golpe logrando así verme con la mitad del cuerpo desnudo.

Se quedó pasmado, no sé si por verme desnuda o porqué, pero rápidamente terminé de vestirme y continúe a cepillar mi cabello.

Un conjunto de seda color rosa pastel era el que cubría mi cuerpo, al terminar con mi cabello corrí a la cama y me metí debajo de las cobijas abrazándolo con cuidado de irlo a lastimar.

Pensé que me alejaría, pero estaba serio, levantó la sábana que lo cubría a él y después de darme una mala mirada me apegó de la cintura a su cuerpo.

—Si te digo la verdad no me lo vas a creer.

Susurró en mi oído con una exquisita voz ronca indicando que se acaba de despertar.
A eso le agregamos que estaba sin camisa. (Foto en la galería)

—Me daba miedo no regresar. No poder tenerte en mis brazos de nuevo, eres mi responsabilidad más que nada, y no podía permitir que algo te pasara.

Él se había preocupado por mí, mientras yo estaba follando con alguien más tratando de imaginar que era él quien me hacía suya, imbécil comparación la verdad.

Ahora; ¿Cómo te explico qué me acostaba con otras personas mientras tú estabas desaparecido?
Aunque bueno, no es como que seas una blanca palomita, Lodge.

¿Niñero? [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora