V

705 122 125
                                    

El foco de luz me cegaba y apenas podía hablar. Tenía el estómago revuelto y no tenía fuerzas para moverme, a mi lado había una sonda que conectaba a unos líquidos que se me inyectanban por una intravenosa. Aún me escocían los ojos, y cuando lo borroso desapareció, pude observar aquella escena, aquella escena que me marcó tanto, que por alguna razón dolió, dolió como mil espinas clavadas en el pecho.

A mi derecha estaba mi madre agarrandome de la mano como si de lo último se tratase, con lágrimas brotando de sus ojos, y con la nariz enrojecida.

Y cuando pensaba que no podía ir a peor, fue, porque ahí estaba él, con la mirada destrozada.
Reki estaba a mi derecha, sentado en la otra cama de la habitación, con la cabeza escondida entre sus muñecas.

-¡Langa!

Aunque lo evitara, pequeñas lágrimas salían de sus ojos y, sin pensarlo se abalanzó a mí sujetando mi cara con sus manos, estaban frias, podia notar su preocupación.
Mi madre incorporó la cabeza enseguida y rompió en llanto de nuevo, apoyando su frente en mi sien y sin dejarme ir hablé.

-¿Qué sucede? ¿Por qué estoy aquí mamá?

Reki y mi madre se lanzaron una mirada fugaz y antes de que yo pudiera reaccionar mi madre me miraba con una sonrisa, pero no era una sonrisa normal, era una sonrisa de lástima, sabía que algo no estaba bien.

Entonces intenté incorporarme, pero fue en vano. Mis piernas no reaccionaban, lo extraño es que de torso hacia arriba sí podía, pero las piernas no podía moverlas.

-Llevas más de cuatro horas inconsciente, cuando salimos de mi casa te topaste con un coche, sucedió demasiado rápido, apenas pude reaccionar, yo..

-Reki, tranquilízate, estoy bien y no es culpa tuya que yo esté aquí.

Noté al pelirrojo sollozar en mi hombro, sabía que se culpaba a sí mismo por lo sucedido, aunque ahora necesitaba explicaciones, no remordimientos.

-Langa, que bien que ya estás con nosotros de nuevo. Verás, lo que debo decirte ahora debes tomarlo con calma, ¿aceptas?

Un doctor entró por la puerta, yo solo asentí a su petición y escuché con máxima atención.

-Puede que no puedas volver a patinar Langa.

Mi mundo se me cayó encima, intenté pensar que era una broma, pero no lo era. ¿Yo? ¿Dejar de patinar? Me estaban arrebatando mi vida entera, no podía así como así dejar el skate, dejar mi pasión, dejar a Reki.

Y fue entonces cuando volví a sentir aquel sentimiento, como cuando me dejó mi padre. Ese sentimiento de estar acompañado, pero sentirte solo, sin motivos para llegar a casa y mucho menos de sonreír, porque lo que me hizo sentirme vivo de nuevo, me iba a devolver lentamente a la muerte que una vez viví. Noté como mi corazón se retorcía en mil llantos y como por cada palabra que aquel doctor decía, más me sumergía en la oscuridad, volviendo a encontrar aquel lado de mí, el lado que pensé que ya habia superado, el lado de cuando mis debilidades salen a la luz.
Y aunque no lo demuestre, tambien experimento dolor a diario, y mas ahora que quieren quitarme mi sueño, mi motivo para poder seguir, y por si fuera poco, la persona que me sin darse cuenta me enseñó a querer sentirme libre de nuevo.

-Eso no es posible, él volverá a patinar conmigo, ¿verdad? ¡Dígame que él volverá conmigo!

-Si me permiten usted señora deberá acompañarme.

El señor salió de la habitación junto a mi madre dejandonos a mi y a Reki solos, en aquel lugar donde la impotencia y lástima se concentraban, haciéndose uno con nosotros dos, llevando al de la bandana a la locura.

endless nights | langa & reki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora