endless nights | langa & reki

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La graduación era pronto, faltaban apenas dos semanas y mi madre ya lo tenía todo preparado, la antelación siempre fue un vicio suyo.
Hace un par de días traté de quitarme las muletas y no fue en vano, me pude mantener de pie e incluso caminar, aunque los medicos me dicen que no me esfuerce demasiado para no causarme daños, aún así, le prometí a mi madre que solo me las quitaría para la foto de grupo.

-Mira estas, creo que quedarían bastante bien con la tabla.

Miya y Reki estaban diseñando un nuevo modelo para mí ya que en el accidente mi tabla se destruyó por completo. A decir verdad, me causaba lástima saber que me tenía que deshacer de mi antiguo skate.

-¿Te gusta como queda Langa?

Asentí inmediatamente y mis ojos brillaron al ver lo que tenía enfrente. Un patín de color azul cielo con una caricatura de un yeti en medio causando contraste con el color del fondo. Las ruedas azules a la par que la tabla, con una forma redondeada a la perfección.

Cuando por fin reaccioné, les agradecí todo el esfuerzo y planté un pequeño beso en los labios de Reki, haciendole sonreír y regalandome otro beso de vuelta, esta vez mas largo.

La madre del pelirrojo estaba sonriente en la puerta con una bandeja de galletas recien hechas, tal y como le gustaban a Miya.

-Si os quedáis con hambre avisadme y os saco otra bandeja.

Se despidió amablemente como siempre, con la misma dulzura y delicadeza con la que nos trata.

-Las galletas de tu madre son las mejores.

Reímos los tres en el garaje, juraría que los de fuera podían oírnos.

Los días pasaban mas rápido de lo que podía contar, y la graduación era esta tarde.

Mi madre me estaba colocando la corbata del traje mientras que yo me arreglaba el pelo con el bote de gomina que tenía en la mesilla. Mi cabello estaba colocado en forma de libro, con algunos mechones rebeldes que se deslizaban hacia atrás o en mi frente.
El fuerte olor de la colonia impregnó mi cuello, dejandolo brillante por la humedad.

Mi madre sonrió al verme, sabía que estaba orgullosa de mí, más de lo que yo imaginaba.

-Te quiero mucho Langa, te quiero pase lo que pase, espero que disfrutes hoy.

Dejó un tierno beso en mi frente, marcando su pintalabios para luego retirarlo gentilmente con el pulgar, causando una risa tonta en los dos.

El camino al instituto se hizo largo aunque fueran apenas diez minutos en coche. Me bajé del coche con suma delicadeza para no dañar la pintura con las muletas.
El lugar estaba lleno de gente que se dirigía al patio trasero, y de entre esas personas solo una captó mi atención.

El chico pelirrojo que tan enamorado me tenía, llevaba un traje negro con tenues líneas grises y una corbata rojo vino que conjuntaba con su pelo, el cual estaba recojido hacia atrás por la gomina, dando a ver sus preciosos ojos que ahora brillaban de emoción.

-¿Sabías que luces perfecto?

-Imposible verme igual de bien que tú, Reki. 

Una sonrisa sincera surgió entre los dos, mientras Kyan reposaba su mano en mi espalda baja.

Nos dirigimos hacia la pista de atrás, donde se sonaban artistas de todo tipo, los focos adornaban el suelo con luces de colores, y los barriles de bebida se acababan por momentos.

-¿Hola? ¿Me escuchan?

El volumen de la música bajó y los focos se dirijieron al escenario.

-Hoy estamos todos reunidos aquí, para celebrar la graduación de unos increíbles alumnos que han demostrado ser más que invencibles para llegar hasta aquí. Que nos han dado una lección a todos, incluso a los padres.

El director le guiñó un ojo a su hija, que se secaba las lágrimas bajo el microfono del escenario.

-Ha sido un año sensacional, lleno de emociones nuevas, y las que aún quedan por descubrir. Y espero de todo corazón que todos vosotros podáis lograr todo lo que os propongáis, os deseo lo mejor, hoy, y siempre. ¡Por los alumnos de cuarto!

Ahora los aplausos inundaban el lugar, pañuelos con lágrimas tenían el protagonismo y el volumen de la música aumentó de nuevo. Hoy era un día para recordar.

Poco tiempo después del discurso del director, pasamos a la sesión de fotos por clases. Los de cuarto A lucían perfectos, y los del B se veían espectaculares.
Ahora era nuestro turno, el de la clase C.

Una profesora se molestó en sujetar mis muletas mientras yo me disponía a juntarme con los demás para la foto. Me coloqué al lado de Reki, el cual suavemente entrelazó sus dedos con los míos, y sin mirarme aún, sonrió a la cámara.

-¡Decid patata!

El flash de la cámara podría decir que casi me ciega, y solo esperaba no haber salido con los ojos cerrados.

Las demás clases se dispusieron a fotografiarse, hasta que no quedaron más. Las fotos se veían continuamente en un proyector que también mostraba fotos de todo el curso.

Aunque la gente dejaba de verlo para ponerse a bailar con sus parejas, a mi nunca me gustó bailar, o mejor dicho, nunca aprendí.
Y entonces mi corazón latió mas fuerte que nunca al oír esa cancion, esa canción que me llevaba a otro planeta.

Be your Valentino just for you, ooh love, ooh lover boy...

Mi mirada se encontró con la de Reki enseguida, haciendo que mis mejillas se sonrojaran. 
Mi concentracion estaba en no ponerme nervioso, y esa era la razón por la que no me dí cuenta que él estaba ahora enfrente de mí.

-¿Me concedería este baile?

Me relamí los labios y sonreí mostrando mis dientes.

-Por supuesto.

Mis antebrazos se colocaron en sus hombros y junté mis manos con los brazos aún estirados, así podía apoyarme.

I'd like for you and I to go romancing..

El color rosa de nuestras mejillas aumentaba por segundos, y pequeñas risas nerviosas se nos escapaban a los dos.

ooh love, ooh loverboy, what are you doin' tonight? hey boy..

Entonces y cuando menos me lo esperé, una sensación de calidez me inundó por completo, los labios de Reki me transmitían todas las sensaciones bonitas y existentes.

Junté mi frente con la suya al separarnos del beso, y en ese momento no tuvimos que decir nada, porque ambos sabíamos que esa canción ahora sonaba para los dos.