IX

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El invierno estaba cerca, se podía comenzar a notar como el aire empezaba a dejarte las mejillas frías y con un leve tono rosado cuando salías a la calle. La relación entre Reki y yo cada día era mejor, nuestra graduación era dentro de un mes y yo poco a poco me estaba deshaciendo de la silla de ruedas y empezando a engancharme a las muletas.

-¿Que escribes, Reki?

Desde hace meses, siempre que estoy con Reki le veo extrañamente concentrado escribiendo en papeles diferentes, aunque él se niega a dejarmelos leer.

-Probablemente te dejaré leerlo algún día, tengo que pensarmelo.

Rió entre dientes y yo a su vez negué con la cabeza mientras sonreía.

Llamaron al timbre y Reki se ofreció para ir a abrir.
Me rasqué la nuca y para no estar sin hacer nada me dirigí hacia el baño con delicadeza.

Nunca me había parado a observar la casa de Reki, tenía un ambiente japonés a la vez que acogedor, con alguna que otra planta en las esquinas de los pasillos y habitaciones. Las luces eran de un tono blanco crema agradables a la vista, el suelo estaba cubierto de moqueta aunque en algunos lugares estaba hecho de simple madera que rechinaba al pisarla.
La habitación del pelirrojo estaba al final del pasillo, al lado del baño al que me dirigía, así que entré casi sin pensarlo.

Con cuidado deslicé la yema de mis dedos por su estantería donde tenía los libros, aunque él no es de esos que leen, supongo que los tendría de decoración. Las paredes estaban llenas de pegatinas y posters, y en algunos rincones la pintura incluso se levantaba por el pegamento de los dibujos que colgaba.

Encima del escritorio había una gran diversidad de ruedas desordenadas y algo de lo que me percaté, es que había un papel arrugado, como si hubiera querido tirarlo.
Miré por encima de mi hombro para vigilar que la puerta estuviera cerrada, y sin permiso alguno, abrí la bola de papel que tanto llamaba mi atención.

"Lo siento, Langa."

Así comenzaba lo que parecía ser una carta, una carta que nunca llegó a entregarme. Un escalofrío me recorrió de arriba abajo al leer aquella combinación de palabras, sabía que no debía leer esto pero ya no había vuelta atrás, la curiosidad mató al gato, o así lo dice mi madre. Así que sin más, procedí a llevar mis ojos a la carta de nuevo.

"Lo siento, Langa.

Probablemente nunca llegues a leer esto, o quizás sí, quien sabe, al fin y al cabo nunca seré lo suficientemente valiente como para entregarte esto.
Escribo esto para dejar marcado en este papel todas aquellas cosas que nunca tuve el valor de decirte, o tal vez como una contestación a aquella carta que recibí cuando tu estabas en el hospital, la cual nunca me encoragé para responder.
Así que ahora creo que es el momento de hacerlo, el momento de que sepas todo lo que mereces saber.

Siento de corazón no haber sido nunca suficiente para tí, ni haber sido el chico que mereces, porque alguien tan perfecto como tú merce más que alguien como yo, muchisimo más.

Langa, estoy perdidamente enamorado de tí, desde el primer día que te ví supe que mi corazón iria contigo pase lo que pase, y sé que fuí un estúpido al dejarte ir cuando mas me necesitabas, espero que algún día puedas perdonarme por eso.
No sé que habrá pasado con nosotros ahora que lees esto, solo espero haber tenido el coraje de decirte que me gustas, que me gustas muchísimo y que no me importa tener una vida a tu lado.

Prometo no volver a dejarte ir nunca más, iré a buscarte hasta el infinito si hace falta para estar juntos, porque sé que si algún día nos reconciliamos, te mantendré a salvo a mi lado.
Desde que dejé de ir a verte al hospital, salgo cada noche al balcón a mirar la luna como solíamos hacer cuando se nos hacía tarde patinando, le cuento lo mucho que te hecho de menos, y lo mucho que me arrepiento de haberte tratado de esa manera.

Y hablando de patinar, nunca olvidaré todos los momentos que he tenido a tu lado haciendo skate, esperaré lo que haga falta para poder verte patinar de nuevo, como si eso implica poner mi vida por medio.

Espero con ansias que me des una segunda oportunidad, y me dejes quererte para siempre.

Te amo Langa Hasengwa, te amo hasta el infinito."

Un nudo en la garganta me impedía hablar en ese momento, las gotas de mi llanto habian empapado el folio y mi manos empezaron a temblar cuando oí a alguien caminar por el pasillo.

Me limpié las lagrimas lo mas rapido posible, aunque ya era demasiado tarde, no me daba tiempo a salir del cuarto.

-Gracias a dios estas aquí, te he estado buscando por todo.

Hizo una pausa al ver lo que tenía entre las manos.

-Langa no me digas que has cogido ese papel de encima de mi escritorio...

Su voz se cortaba por momentos y sus ojos empezaron a humedecerse.
No se me pasó por la cabeza responder a su pregunta, extendí mi mano para que la tomara, y así hizo.

Pasé gentilmente mi pulgar por la superficie de su mano y le solté cuando noté que se abalanzó con fuerza a mí, apoyando su cabeza en mi pecho.

-A mí tambien me gustas desde el primer día que te ví, aún recuerdo cuando fuiste el unico que me esperó para ir a comer, nunca voy a olvidar ese día.

Oí como sorbió con su nariz y sé frotó con el antebrazo los ojos.
Sonreí abiertamente y le dí un beso en la frente, era ahora el momento que estaba esperando.

-Reki, ¿quieres salir conmigo?

Sus ojos se abrieron como platos al igual que su mandíbula estaba casi por los suelos. Ladeé mi cabeza y reí cerrando mis ojos esperando una respuesta.

-¿Entonces, qué?

Repetí.

-Por supuesto que quiero salir contigo.

Abrí mis brazos y le rodeé rápidamente por el cuello, inundandonos a ambos en un tierno abrazo.

-Reki me estas ahogando.

Me soltó y nuestras carcajadas se oian por toda la habitación, aunque estas ya eran suficiente melodía para mí.

endless nights | langa & reki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora