VIII

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El cantar de los pajaros había desaparecido, mientras que por mi ventana se podía apreciar como la luz de
la luna comenzaba a reflejarse en los muebles de mi habitación. Hacía días que tenía la cabeza más que perdida, mil y una emociones parecía que surfeaban mi espalda cuando oía una notificación en el movil y era él, o cuando mis dedos se deslizaban lentamente por la lija de aquel patín que llevaba cientos de recuerdos detrás, recuerdos inolvidables; como cuando logré mi primer truco y me abalancé sobre mis amigos en un rapido salto, o como cuando me caí de espaldas y juré haberme roto alguna vertebra mientras veía de reojo como él se acercaba corriendo a mi para hacerme de soporte como siempre hizo, o como poder olvidarlo, cuando me dejó paralítico y me arrebató mi felicidad dejandome en altibajos de sentimientos inexplicables.

No todo dura para siempre, o así lo decía mi padre. A estas alturas no sé que podré hacer mañana, o incluso en unos años. No se como será mi condición, y mucho menos si podré levantarme de nuevo.

Y podría mentir diciendo que ya no me importa, o que ya no pienso en eso y lo he aceptado, pero la verdad es que no es así. Cada día pienso en la posibilidad de siquiera poder volverme a poner en pié, volver a sentir el olor a flores, o hacer carreras con Reki para mirar quien llega mas rápido al final de la calle. Pienso en como sería mi vida de nuevo y en como anhelo volver a ser como antes, y esta vez poder disfrutarlo mas que nunca, cosa que nunca tuve la oportunidad de hacer, y quizás nunca tendré.
Porque es duro cuando sientes que ya todo te da igual, que nada importa como antes y que pase lo que pase tu sonrisa está apagada, posiblemente para siempre.

Noches como esta, me hacían querer tirarlo todo al garete y luchar por lo que de verdad quiero, y sinceramente lo haría, pero tengo miedo a volver a fallar de nuevo y que los daños sean irreparables.
Ya no solo Reki, yo mismo no me perdonaría haber empeorado mi estado solo por haber intentado una idiotez intentando mantenerme depié, a nadie le cabería en la cabeza.

La luna ya estaba por caer aunque aún había una tenue luz solar, a lo lejos de mi calle alcancé a oír unas ruedas de skate que me hicieron sonreír tristemente.

"Encuentra en el skate aquello que una vez encontraste en el snowboard"

Las palabras de Reki resonaron por una extraña razón en mi cabeza, haciendome pestañear involuntariamente y darme cuenta de lo mucho que deseaba volver a patinar, ya no solo por él, si no por mí.

-Sé que puedes Langa, es como aprender a caminar de nuevo, puedes hacerlo.

Hablé para mis adentros aunque no habia nadie en mi casa, pues mi madre estaba trabajando esta noche.

Tomé una respiración honda y me preparé mentalmente para lo que iba a hacer.
Con sutileza deslicé mis manos por las ruedas de la silla en la que estaba sentado y las palpé durante unos segundos, antes de alzar las manos y apoyarlas en el reposadero de los antebrazos.

Tomé una ultima respiración honda, y con la unica fuerza de voluntad que tenía, apreté mis manos fuertemente alrededor de los apoyaderos de la silla y hice fuerza hacia arriba.

Mis ojos estaban cerrados, y las manos me temblaban como nunca antes. El sudor se habia convertido en gotas que ahora se deslizaban por mi frente, no estaba preparado para saber como había acabado esto, ¿y qué si tenían razon y no podía levantarme de nuevo? ¿que le diría a Reki?

Aunque todos esos pensamientos me abandonaron cuando oí unos pasos subir rápidamente por mis escaleras.

-¡Oyasumi Langa!

La puerta del patio trasero siempre estaba abierta y era algo que solo el pelirrojo sabía, así que deducí que era él, aunque aún me mantenía con los cerrados, incluso cuando oí como la puerta de mi habitación se abría.

-Hoy con Miya hem-

Su voz paró en seco, yo en un acto involuntario apreté aún mas mis ojos, no quería saber la respuesta.

-Langa, estás depié.

En cuanto oí eso mis ojos se dispararon y se abrieron rapidamente, mis manos se desplazaron por todo mi cuerpo asegurándome de que esto no era un sueño, porque era real, me habia puesto en pie de nuevo.

Me llevó unos segundos analizar la situación, después de alrededor de medio año me había puesto en pie de nuevo. Podía sentir la textura moqueta rozando la planta de mis pies, o como mis rodillas reposaban.

Sin decir ni una palabra y con lagrimas que ya brotaban en sus ojos, Reki corrió hacia mí firmemente, mientras que yo apenas podía dar débiles pasos, haciendome caer en sus brazos.

El llanto se apoderó de mí, las palabras no salían de mi boca, aunque ahora lo unico que importaba era que podía tenerle entre mis brazos de nuevo, sin tener que estar separados por una maldita silla metalica.

Después de unos segundos, me agarré fuertemente a su nuca con mis brazos asegurandome de que no me dejara ir nunca más, nuestro sollozo se disolvía en nuestra sonrisa entre dientes, que poco a poco se convertió en un beso de amor verdadero, uno esos besos en los que notas que sois vosotros dos contra el mundo, convirtiendonos en los protagonistas de este, porque a su lado todo estaba bien.

Me separé lentamente, y dejando mis párpados caídos apoyé mi frente en la suya, notando como la bandana chocaba en mi parte superior de la cabeza.

-Estoy muy orgulloso de tí, ¿lo sabías?

Asentí aún con las mejillas húmedas, y sonreí al notar los pulgares de Reki en estas para quitarme gentilmente las lágrimas del rostro.

Y puede que esto no fuera definitivo, puede que mañana haya perdido las fuerzas y no pueda siquiera moverme, pero con que Reki creyera en mí me era mas que suficiente para saber que saldría de esta, junto a él.

-Te quiero Reki.

-Yo a ti te quiero hasta el infinito, Langa.

endless nights | langa & reki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora