Cap 4

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    Era un bonito día para la pequeña travesura del rubio. Había amanecido diluviando y la mayoría de gente estaba totalmente distraída, probablemente con la idea de haberse quedado en sus camas calentitas en vez de estar en un salón con tanta gente.
     La clase de pociones no era la excepción. Severus Snape daba su clase sin mucha gana, enfocado solamente en terminarla. Tanta fue su distracción que no se daba cuenta de que su ahijado ni siquiera estaba en la clase, si no en su laboratorio.

El príncipe de Slytherin sabía cómo entrar y se encontraba buscando con ahínco un sin fin de ingredientes que el libro pedía para la poción. Decía que unas solas gotas harían el trabajo, pero él se había figurado hacer una botella entera, por si la moscas.

Encontró todo y tras llevarlo a su habitación salió de las mazmorras hacia los pasillos preparado para tomar su proxima clase, en donde tendria un examen. Con lo que no contaba era con que Harry Potter si se había dado cuenta de su desaparición, y estaba listo con muchísimas preguntas que hacer.

Draco sintió como alguien lo jalaba por el hombro, y en un abrir y cerrar de ojos se encontró en un aula vacía con el niño de oro cruzado de brazos frente a la puerta.

"No estás enfermo, tú nunca te pierdes pociones y sales de la nada a tomar la próxima clase con esa sonrisa socarrona. Que pretendes, Malfoy?" Potter enumeraba las frases, mirándolo fijamente a los ojos con un aura acusadora.

"Antes nada, ahora pretendo averiguar por que rayos te importa tanto si se supone que me odias, Potter" Dijo Draco, rodando los ojos.

"Es porque eres sospechoso, Malfoy. No seas idiota." Harry se defendió.

"¿Sabes que es sospechoso? Que me tengas vigilado, que conozcas mis costumbres, y peor aún, que me jales a una habitacion totalmente sola sin avisar antes. Ahora, si me disculpas, Potter, tengo un examen que tomar. Lindo día, Potty."

El rubio quiso irse pero se dio cuenta que el castaño seguía plantado frente a la puerta y ahora tomaba el brazo de Draco con cierta fuerza, aunque no le hiciere daño. Draco forcejeó un poco para dejarle saber al oji verde, quién al darse cuenta, soltó su brazo violentamente y salió casi corriendo del salon, sus mejillas un fuerte color rojo.

Draco frunció el ceño. Arreglo la tela arrugada de su manga y muy confundido se dirigió a su próxima clase.

La obra de teatro (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora