Me empiezo a agobiar nada más entrar. La gente corriendo por los pasillos porque llegan tarde, los profesores gritando que cada uno se vaya a su clase, y mi cabeza emitiendo pitidos como si fuera una bomba a punto de estallar. Yo voy a mi bola, sin prisa en la vida, me da igual llegar tarde, como si me pierdo la clase entera. Debería haberle dicho a la psicóloga que oía voces, o que tenía pensamientos suicidas o algo, para no haber vuelto tan pronto al insitituto. Teniendo cuenta que es mi último año de insitituto me dirijo a la última planta. Mientras estoy subiendo las escaleras, no sé cómo, se me abre la mochila y se me caen todos los libros.
- Joder.- bufo y empiezo a dar pataditas al suelo de la rabia.- Eres tonta hasta para esto.- me digo a mi misma. Cuando ya he metido todo en mi mochila me levanto me dispongo a seguir mi camino subiendo las escaleras cuando oigo un "psssssss" pero cuando me giro no veo a nadie. Sigo subiendo las escaleras enparanoyada perdida.
- Eh, tú.- vuelvo a girarme no hay nadie.
- ¿Hola? ¿Quién eres?- pero no contesta nadie.- Que sepas...- empiezo.- ¡Que sepas que estás invitado a irte un rato a la mierda!-
- No sabía que eras tan rebelde.- me giro rápidamente pero no hay nadie. ¡Qué frustración! ¿Quién será? Me estoy estresando, en una de estas me tiro por las escaleras.
- ¿Me estás intentandi vacilar?- me río.- Porque- me aclaro la garganta.- A mi no me da ninguna gracia.-
- Perdona, no quería molestarte.- y sale un chico, alto, guapo, pálido, pero un pálido precioso, y con unos ojos negros que... Dios mío. No lo había visto nunca.
- Tu... eh, no, yo... da igual, no me has molestado.- "deja de mirarle, nunca se fijará en ti" me dice alguien dentro de mi, me sobresalto. Qué cojo...
- ¿No?- se ríe y me saca de mis pensamientos.- Parecías algo asustada, ¿me equivoco?.- me quedo mirándolo con cara de '¿Te crees que soy tonta o qué?'
- Sí, te equivocas. Lo siento, llego tarde.
- ¿Tarde? Las clases han empezado hace ya 15 minutos, sí que llegas tarde, muy tarde diría yo.- se ríe de mi como si fueramos amigos de toda la vida. ¿Éste chaval?
- Mmm, oye mira, tú también llegas tarde, ¿por qué no te vas?.- a la mierda, pienso para mis adentros. Esboza una pequeña sonrisa.
- ¿Cómo te llamas?- pongo los ojos en blanco, suspiro fuerte y me doy la vuelta dispuesta a llegar de una vez a mi clase de filosofía cuando de repente me agarra de la muñeca y me gira dejándome frente a frente con él con la respiración entrecortada.- No me gusta que pasen de mí.
- Ni a mi que se rían de mí, y menos sin conocerme.- me aparto de él y me mira extrañado.
- Vaya, en ningún momento me he reído de ti, no era mi intención que...-
- Oye mira,- le interrumpo.- La verdad es que me da igual, llego ya lo suficientemente tarde para ser mi primer día así que si no te importa.- le sonrío irónicamente.- Me voy.- y sigo mi camino, y ésta vez me alegro de tener que irme a clase, estaba por darle con toda la mochila en la cara. Qué imbécil. Cuando estoy en frente del aula retiro todo lo dicho de que quería ir a clase, no quiero entrar, verles las caras a esas personas que un día fueron y ya no son... no. ¿Entro o me encierro en el baño? No quiero parecer débil pero es que, me supera la situación.
TOC-TOC.
Llamo a la puerta. Cuando la abro todos me miran menos la profesora que está escribiendo en la pizarra y empiezo a notar como mi cara empieza a arder.
- Cada día llegas más tarde, Elliot.- dice sin mirarme. ¿Elliot? ¿Quién es Elliot?
- Eh... yo no soy Elliot.- la clase se empieza a reir, no sé si de mí o de la situación en general. La señora Jones se da la vuelta y se le iluminan los ojos. Abre la boca para hablar pero antes de poder decir nada le interrumpen.
- Pero yo sí que soy Elliot.- No me lo puedo creer. Así que éste es Elliot, el chico de antes. Apoyado en la puerta sonríe y dice.- Ya lo siento señorita Jones, pero es que me han entretenido por el pasillo y bueno...- me mira, sonríe, me guiña un ojo y se sienta en el único asiento que había libre, que es donde me solía sentar yo. Qué daría por poder quitarle esa sonrisa de la cara.
- Puedes sentarte en mi mesa hasta que traigan otra.- me dice la profesora señalando su mesa, sí, la mesa de la profesora, la que está delante de toda la clase. No puede ser, tenía que haberme ido al maldito baño, ahí es todo más fácil.
- No.- digo cortante.- Quiero decir... no hace falta. Puedo ir ahora a consergería y pedir una, total, no queda mucho y así podemos evitar que molesten en la siguiente clase.- sonrío y sin dejar que me conteste salgo del aula de filosofía con destino buscar una mesa para sentarme en todo lo que queda de curso. Pero no voy a por la mesa. Me meto en el baño y decido no salir hasta que toque el timbre. No puedo seguir así, escondiéndome de todo y de todos, encerrándome en el baño cada vez que me encuetre mal, evitando a todo el mundo... pero es que me duele tanto verles y no poder darles un abrazo... no poder hablar con ellos del día a día, incluso discutir con ellos. Pero todo ha cambiado. Ellos me han cambiado, porque el dolor, cambia a la gente.