UN MES MÁS TARDE (23 DE ENERO)
Ha pasado un mes desde que tuvimos el accidente y desde que mi hermana murió. Aún no me he acostumbrado a no tenerla cerca, cuando cierro los ojos la siento a mi lado, como si estuviera conmigo cada noche, como si fuera mi ángel. Desde que a mi madre y a mí nos dieron el alta en el hospital apenas hemos hablado, mi padre a lo único que se aferra es a una foto de mi hermana y mis hermanos… en fin. Ninguno de nosotros se habría imaginado que esto podría haber ocurrido hasta hace un mes. Estos días han trascurrido muy lentos ya que lo único que he hecho ha sido estar encerrada en mi habitación. El funeral fue demasiado raro, acudieron personas que ni siquiera conocía, también la familia americana de mi madre, la familia española de mi padre y la familia que tenemos aquí. Mis compañeros, los que un día fueron ‘amigos’ también acudieron y la que estuvo a punto de no ir fui yo.
*EL DÍA DEL FUNERAL (12 de Enero)*
Me despierta un pequeño rayo de luz, pero para mí sigue siendo un día gris. Son las 9:00 AM y hoy es el funeral de mi hermana. Me apetece lo que se dice una gran mierda ir, pero bueno, es lo que hay. Me levanto de la cama y abro la persiana, hace un día realmente soleado y eso que estamos en Enero. Abro la ventana y el frío me acaricia el cuerpo hasta dejarme la piel de gallina. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo y decido alejarme de la ventana. Dudo durante unos minutos en salir de mi habitación y bajar a la cocina donde supongo que todos estarán desayunando. Cuando salgo de mi habitación escucho un ruido de algo romperse procedente de la cocina. Bajo rápidamente y todos están sentados alrededor de la mesa menos mi madre, que está limpiando el café del suelo y recogiendo trozos de cristal. Me acerco a ella, y le ayudo a recoger lo poco que queda.
-Tranquila Mel, ya lo hago yo.- dice mi madre.
-No mamá, ya te ayudo, no me cuesta nada.
-Mel por favor, para, que ya está casi todo.- y cuando me va a coger el trozo de cristal de las manos, éste me corta en la palma de la mano.- Oh Dios Mel, lo siento mucho hija.- el corte no me duele hasta que mi madre me lo cura, me empieza a escocer, a picar y no puedo contener mi cara de asco.
-Mel… lo siento de veras.- dice mi madre.
-Que sí mamá, que no pasa nada.- me da un beso en la frente y sube al piso de arriba. Me quedo un rato en el sofá y por fin decido hacer algo productivo cómo subir a mi habitación y vestirme.
Casi todo lo que hay en mi armario es negro, así que no me va a costar mucho decidirme, pero seguro que mis padres prefieren que vaya vestida “elegante” me decido por una falda y una blusa de media manga, no quiero ponerme un vestido ya que estoy decidiendo qué ponerme para ir a un sitio donde no iría si no tendríamos que haber ido a comprar uno. Me estoy quitando los pantalones del pijama cuando alguien llama a mi puerta, vuelvo a ponerme los pantalones, abro la puerta y veo una caja que pone “Para Mel de Josh, Luanna, Jake y Ruth”.
No me lo puedo creer. ¿Cómo se puede llegar a ser tan hipócrita? Josh, Luanna, Jake y Ruth eran mis mejores amigos, cuando aún tenía amigos, pero tanto ellos y el resto del grupo se fueron alejando de mí, hasta que dejamos de hablar. No puedo creer que mi hermana haya tenido que morir para que se den cuenta de que existo. Me paso un buen rato pensando, y dándole vueltas a la cabeza de qué hacer con la caja, ¿la abro? ¿No la abro? “Ábrela” dice una voz dentro de mí. “No la abras” me digo a mi misma. Al final, opto por abrirla ya que no pierdo nada dejándola ahí. Cuando la abro, me quedo impresionada, es un vestido negro precioso hasta un poquito más arriba de las rodillas y de “palabra de honor”. Genial, un vestido tenía que ser, pero es tan bonito… que decido probármelo. Me miro en el espejo con el vestido y no puedo dejar escapar una lágrima.