Estoy sentada en una acera pensando, pero no pensando en lo que veo, pienso en cómo mi vida ha cambiado en apenas 5 meses, he perdido gente demasiado importante en mi vida, he perdido oportunidades y me he perdido mi misma. Ya no sé ni en qué pensar, mi vida ahora mismo es una constante agonía. Ahora mismo no estoy bien, no, no estoy bien, no estoy nada bien. ¿Cómo sonreír si por dentro estoy gritando del dolor?¿Por qué debería fingir que estoy bien?¿Para no llamar la atención de los demás y ‘¿aprender a ser fuerte?’ Yo no quiero eso. Yo no quiero fingir ser fuerte porque sé que no lo soy. Y no mentiré diciendo que soy la persona más feliz y afortunada por el simple hecho de vivir. Porque nadie lo es. Nadie es completamente feliz. Todos tenemos esos momentos en los que "NO ESTAMOS BIEN". Mi finalidad no es llamar la atención. En realidad no tengo una finalidad. Más que expresar que tengo sentimientos, como cualquier ser humano. Y no soy una persona fría por falta de sentimientos, sino por abundancia de decepciones. Todos, cuando tenemos problemas intentamos “solucionarlos” pensando que hay gente muchísimo peor que nosotros, haciéndonos creer que no merece la pena sufrir por chorradas cuando hay gente muy enferma, gente muriéndose de hambre, gente sin familia… pero al final por muy pequeños que sean nuestros problemas, son tantos los “pequeños problemas” que se te juntan y acabas llorando como una imbécil sin saber a quién pedir ayuda.
Suena mi teléfono con “If i James Dean, you’re Audrey Hepburn” de Sleeping With Sirens, es mi madre.
-¿Sí?
-Melina, ¿dónde estás?
-Pues en la calle, ¿dónde voy a estar?
-Vaya, ¿no me digas? ¿Sabes qué hora es?- pues no, no sé qué hora es. Me aparto el móvil de la oreja y veo que son las seis de la tarde. Llevo cuatro horas “corriendo” y no me he hecho ni enterar.
-Las seis.- le digo.
-¿Piensas venir o…? ¿No vas a comer?
-Ya no, ahora iré a cenar.
-Vale hija, ¿estás bien? Creo que correr cuatro horas es demasiado.- se ríe.
-Obviamente no he corrido cuatro horas mamá.
-¿Entonces cuánto? ¿Cuatro minutos?- se empieza a reír a carcajadas. Sé que se está riendo de mí, pero oírla reír me hace muy feliz ya que no la oía desde hace tiempo.
-ADIÓS mamá.- digo resaltando el “Adiós”
-Adiós pequeña.-
Me levanto de la acera y me dirijo a casa, corriendo.
__________________________________________________________________________
Tras darme una ducha y ponerme el pijama bajo a cenar.
-¿Podéis decirle a Alex que baje por favor?- nos dice mi padre a Mark y a mí.
-Va, ¿hacemos una carrera?- le digo a Mark.
-Que va.- y nada más decir esto empieza a correr y a reírse a carcajadas.
Será…
Para cuando llego yo él ya está en la puerta de la habitación de Alex. Me siento en el suelo para poder respirar bien y veo a mi hermano concentrado en algo que no sé que es.
-¿Entramos en estampida?- me pregunta con una sonrisa.
-Vale, pero si se enfada, ha sido idea tuya.- le digo devolviéndole la sonrisa.
-Trato hecho.- nos estrechamos la mano y empiezo a contar hasta tres con los dedos. 1… 2…3. Entramos a la habitación pegando un grito y saltando como dos verdaderos locos, pero lo que vemos no es nada agradable. Hay un olor a maría que no se puede aguantar, mi hermano está tirado en el suelo riéndose como un estúpido. Sin saber que hacer lo primero que hago es decirle a Mark que baje a bajo y le diga a mamá que nos de unos minutos, que ahora vamos y que no le diga nada de cómo está Alex ni del olor que hay.
-Por cierto, antes de bajar vete al baño y échate mucho desodorante.- le digo. Asiente y se va.
Antes que nada le doy una bofetada a mi hermano.
-¿Qué haces Alex? ¿Por qué haces esto?- me mira y se ríe. -¿Te crees que me da gracia? Están todos abajo esperándonos y tú estás así.
-Todos no, ya no estamos todos y nunca más lo estaremos.- me quedo tan, no sé qué palabra podría usar, ¿impresionada? Sí, no sé. –Cada vez seremos menos, moriremos poco a poco hasta que no quedemos ninguno.- y se ríe.
-¿Qué estás diciendo tío?
-No sé, déjame.
-Claro que te va a dejar.- dice mi padre detrás de mí. Me giro y veo que está enfadado, se le nota en la mirada, pero también se le ve triste, apagado… como a todos nosotros, supongo. – Vete abajo, ¿quieres Mel? Y dile a mamá que le estoy ayudando con un trabajo.- asiento.
-Imbécil.- le digo a mi hermano y salgo de la habitación.
