Capítulo 25.

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-Estás preciosa. -Susurró en mi oído, dándome un susto de muerte.

-Tú también estás guapo.

Suspiré. Mentiras y mas mentiras.

Odiaba esto. Odiaba estar en esta situación. Hacía cuatro días que Victor y yo nos habíamos marchado de luna de miel al Caribe.

El seguía con esa sonrisa arrogante que tantas veces había visto dulce, por muchas veces que le rechazara él volvía a insistir una y otra vez. Mientras que yo solo quería que acabaran los quince días de luna de miel.

-¿Vamos a la playa?

-No me apetece.

-¿A comer algo?

-No tengo hambre.

-¿Y si vamos a la cama? Aun no hemos hecho nada.

-No tengo ganas de ir a la cama ahora.

-Ni ahora ni nunca. ¿Me quieres decir ya que te pasa? ¿Echas de menos a tu amante o qué? -Su voz paciente había cambiado a un tono amenazante. Rodé los ojos.

No había un día que no me recordase lo mismo después de rechazarle. Me levanté de la mecedora de mimbre que había colgada en el patio del porche. Agarré mis sandalias y comencé a caminar.

-¿A donde se supone que vas?

-A dar un paseo. Vuelvo en un rato.

-Te acompa...

-No. -No me giré para mirarle. -Quiero estar sola un rato.

No esperaba respuesta por su parte, aunque tampoco la recibí.

Caminé descalza por la orilla de la playa mientras suspiraba una y otra vez. Agarré mi móvil y marqué su número otra vez. Nada. Sin respuesta.

Le envié mensajes, otra vez, pero en cuanto se conectaba los borraba sin ni si quiera abrirlos.

Me senté en la arena sin importar que mi pareo se manchase por el agua. Observé las olas, y como iba llegando el atardecer. Esto me recordaba tanto a Galicia que no pude evitar que una lágrima se derramase por mi mejilla.

Imaginé que Tayler estaba a mi lado, tal vez así podía sonreír un poco. Pero no. Tampoco así me sentía feliz.

Tal vez estaba depresiva.

Quiero decir, el mismo día de mi boda me doy cuenta de que no quiero a mi marido, pero a la persona que quiero resulta ser un asesino, un mentiroso, y, además, me arruinó la vida.

Pero también me dio lo mas valioso de ella; mi pequeña.

Una sonrisa se curvó en mi boca. Llamé a Aylem y ella no tardó en responder.

-¿Qué tal el viaje? -Preguntó en cuanto respondió con voz animada.

-Bien, me estoy poniendo morena con el sol. -Reí. -Mas bien color salmón. -Aylem rió conmigo. -¿Y Esperanza?

-¿La niña? -Asentí a pesar de que no podía verme. -Aquí, ¡¡Espe!! -Gritó y tuve que separar el teléfono de mi oreja para que no me rompiese el tímpano.

En unos segundos interminables, escuché su voz gritar. Sonreí feliz. Ella era lo que me devolvía las ganas de vivir, lo que me hacía luchar cada día.

-¡Mami!

-¡Hola mi vida! -Casi podía escucharla sonreír. -¿Cómo te estás portando con la tía Aylem?

-¡Muy bien!

-¡Genial! ¡Si sigues así te compraré muchos regalitos!

-¡Bien! -La oígo aplaudir y se que me escucha en manos libres. -¿Cómo os lo estáis pasando papá y tú? ¡Mi amigo Tay ha venido a verme todos los días!

Let me love you (#2 DJM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora