Capítulo 26

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Creo que está de mas decir que estoy preocupado por ella.

Ali jamás me dejaría llevarme a Esperanza a New York, y mucho menos decirle yo solo que soy su padre. Ni si quiera me había llamado para hablar como acordamos, y cada vez que iba a recoger a Esperanza a casa de Aylem y le preguntaba por su mamá, ella repetía que su mamá estaba cansada y un poco resfriada.

No me lo creía, por supuesto. Así que la llamé, pero nunca me devolvió las llamadas en todo el mes. Opté por una solución mas rápida.

-Cuando veas a mamá.. -comencé a decirle a Esperanza paciéntemente. -Le dices que mañana te lleve ella a casa de Aylem, que si no yo mismo iré a buscarla a casa, ¿vale? -Espe asintió -¿me dices a qué hora no está Víctor en casa?

-Cuando yo estoy en el cole, él está trabajando.-Sonrió.

Dejé a Esperanza en casa de Aylem, y ya solo me quedaba Esperar a que Ali fuese a llevarla al día siguiente. La conocía y sabía que ella lo haría para que yo no fuese a su casa a montar un numerito.

Y tal y como predije, así fue. Al día siguiente ella estaba allí, sentada sobre un taburete en la cocina, y con una taza de café entre sus manos.

Su pelo recogido en un chongo, y un suéter de lana que le llegaba por debajo de los muslos.

Aylem seguía allí. Tenía los ojos rojos; había estado llorando. No le pregunté. En el último mes me había dado cuenta de que cuando Aylem estaba mal, era mejor dejarla sola. Y eso hice: y le pedí por favor que saliera con Esperanza al parque, o a donde quisiera, por que necesitaba hablar con Ali y ella estar tranquila.

Caminé hasta Ali y, aun sin mirarla, me senté frente a ella.

Cuando levanté la cabeza no me creía lo que estaba viendo. Miraba su taza de café fíjamente, como cuando un niño pequeño está traumatizado. Esta vez sus ojeras eran negras, y las clavículas de su cuello se marcaban muchísimo. Había adelgazado.

Había marcas de presión en su hombro desnudo, y bastantes marcas de golpes intentando ser tapadas por su cara.

Parecía no haberse dado cuenta de que yo estaba frente a ella, pero lo había hecho. Lo supe en cuanto derramó una lágrima y como acto reflejo la secó con la manga de su suéter. Entre tropiezos me levanté del taburete y corrí hasta ella aunque estuviésemos cerca, y la abracé con ansias.

Acaricié su pelo y susurré:

-Oh dios mío, Ali, ¿qué ha pasado? ¿que te ha pasado, mi niña? -Pregunté como si no lo supiera. Era obvio. Esas marcas no te las haces cuando te resbalas en la ducha o cuando te chocas con la puerta.

No contesto. La oí sollozar y me separé de ella. Agarré su cara suavemente entre mis manos y la miré a los ojos. Aun así ella evitaba mi mirada a toda costa.

-¿Qué pasa, Ali? Háblame, por favor. -Negó con la cabeza. Su labio temblaba. Era incapaz de articular palabra. -Mi niña, por favor, háblame, por favor. -Supliqué.

No me contestó. Solo negaba con la cabeza, incapaz de hacer otra cosa.

-Por favor..-Supliqué. -Deja de llorar, me estás matando. -Eso solo hizo que llorase mas.

No podía verla así.

-¿Qué tengo que hacer para que estés bien, o al menos dejes de llorar?

-Sácame de aquí. -Pidió con un hilito de voz.

No la dejé andar. La acogí entre mis brazos como a una princesa y ella escondió su cara en mi cuello.

Subimos a mi coche y agarré su mano hasta llegar al hotel donde me estaba alojando.

Let me love you (#2 DJM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora