14 ☁ Rain

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Taeyong estaba entrando en una pequeña crisis interna. Durante todo el día no pudo dejar de pensar en ese chocolate, ese bendito chocolate que terminó devorado por Ten y lo único que quedaba de él era el envoltorio que permanecía en el cesto de basura, el cual Taeyong no pudo dejar de ver durante todo lo que restaba de la mañana y parte de la tarde.

Pensó profundamente en ello durante todo el día. No podía hacer un escandalo en torno a la barrita de chocolate con jalea de fresa que Ten había consumido, por más descolocado que esto lo haya dejado, porque en sus casi 17 años de amistad, jamás habia visto al tailandés comer jalea de fresa, ni siquiera en aquellas donas tan deliciosas que preparaba su padre.

Aunque pensándolo bien, tal vez no era la gran cosa. Es decir, Ten odiaba la fruta, pero eso no significaba que no la disfrutará en sus variaciones, como el helado y los jugos. La jalea de fresa puede ser una de las nuevas variantes que Ten estaba probando, después de todo, la jalea no era lo mismo que la fruta entera asi que no lo vió tan descabellado.

Aun no tenía pruebas contundentes de que este comiendo fruta, por lo que consideró que Kun había exagerado porque no tenía manera de comprobar su teoría. Quizas Ten nada más quiso esas cerezas para incluirlas en alguna receta de la pastelería, si, eso debía ser.

Ten jamás comería fruta, antes muerto, palabras suyas, no de Taeyong.

Sin embargo, aun no quería descartar absolutamente nada, iba a hacer su propia investigación al respecto próximamente. Sí Ten no iba a contarle que le sucedía, Taeyong  lo averiguaría por su cuenta.

Todos los relojes de la pastelería daban las 7pm cuando se dio por terminada su jornada laborar. Ten se marchó hace ya unos minutos, sin sospechar en absoluto lo que su mejor amigo le tenía planeado para el dia siguiente.

Taeyong salió de la pastelería, siendo recibido por el oscuro cielo nublado y aquel auto que tanto conocía. Se aproximó a él a paso apresurado mientras el viento soplaba con fuerza, despeinando su cabellos negro y tras abrir la puerta del copiloto, entró, tomando lugar en el asiento junto a Jaehyun. Apenas cerró la puerta del vehículo ambos se acercaron y compartieron un pequeño beso.

—Hola gatito.—Saludo cálidamente el menor.

—Hola Hyunie.—Correspondió con una ligera sonrisa y se colocó el cinturón de seguridad.—¿Que tal el trabajo?—

—Bien, aunque la empresa sigue siendo un caos, sobretodo el séptimo piso, todos estan histéricos por el asunto de la revista. Fue un milagro que me dejarán salir antes del trabajo.—Comentó, encendiendo el auto para volver a ponerlo en marcha.

Taeyong suspiró, sintiéndose culpable por ello aunque no lo fuera por completo.

—Te dije que no era necesario que me recogieras.—

—Pero yo quise hacerlo.—Objetó, a lo que Taeyong respondió simplemente cruzándose de brazos y dejándose caer completamente contra el asiento.—¿Y a ti como te fue?—Cambio rápidamente de tema.

Taeyong pensó en ello y apretó sus labios juntos antes de contestar.

—Sí descartamos algunas cosas, creo que puedo decir que me fue bien.—Alzó ambos hombros y subió una de sus manos para tratar de acomodar su cabello alborotado por el inestable clima. Jaehyun elevó una ceja, intrigado.

—¿Y que son esas cosas?—Consultó, a lo que Taeyong negó con la cabeza.

—Te lo contaré luego. Antes debo analizar la situación y saber bien lo que ocurre. No me gusta esparcir rumores falsos.—Espetó, sonando tan sereno al hablar de algo que Jaehyun no captaba ni entendía.

Nuestros primeros pasos ☁ JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora