Capítulo 13

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- Fukuzawa pide una tregua entre nuestra organización y su Agencia. Chuuya, respóndeme algo.

- Sí, Mori-san. – sombrero en mano, demostrando el profundo respeto que sentía por el jefe de su organización, Chuuya se tragaba las ganas de gritar hasta reventarse los pulmones. Conocía los extremos a los que Mori era capaz de llegar para lograr sus objetivos.

- ¿Puedes darte el lujo de perder a Akutagawa?

- No entiendo la pregunta, Mori-san. – mintió.

- Ser un hombre de familia y una implacable herramienta de destrucción, ¿te parecen ocupaciones compatibles?

El silencio en la enorme e imponente oficina del jefe máximo de la Port Mafia llenaba cada espacio, como un material denso, palpable y asfixiante.

- Odasaku era un hombre de familia también, ¿o ya te olvidaste de él, Mori? – Dazai cortó el silencio abruptamente. Mori y Chuuya se voltearon a verlo. Sonreía con una expresión tranquila y completamente impenetrable.

- Vine aquí para pactar la tregua que te propuso el director Fukuzawa, por el bien de Akutagawa y de Atsushi. – prosiguió Dazai. – Sé que se te dificulta ver el valor de las personas a no ser que sea en función a tu propio beneficio. Con eso en mente, esta vez te voy a hacer un favor.

- ¿Un favor?

- No convertiré tu preciosa Port Mafia en un puñado de cenizas al viento, con la sola condición de que dejes en paz a esos dos muchachos y a su bebé.

- ¡Dazai! – exclamó Chuuya sobresaltado.

Mori-san lo miraba impertérrito. Dazai Osamu se levantó de su asiento, tan jovial como llegó.

- Bien, ha sido un gusto tener esta conversación. Chuuya, un placer verte de nuevo. Bye!

No necesitaba voltearse para sentir la furia contenida en la mirada de Mori a medida que se alejaba. Sabía que la recepción no sería buena, y que debería imponer la tregua a la fuerza. También sabía que Mori no se quedaría tranquilo hasta encontrar la manera de recuperar a su perro rabioso.

Una vez fuera de los cuarteles de la Port Mafia y pasado un lapso prudente, decidió textear al único contacto en su antiguo teléfono.

"El lugar de siempre, hoy a las 10."

A los pocos segundos, recibió la respuesta.

"Más te vale."

Esta vez necesitaba a Chuuya de su lado.

***

Atsushi despertó al sentir las suaves manos de Ryunosuke acariciando su rostro.

- Buenos días, príncipe durmiente. – susurró Akutagawa en su oído.

- ¡Ryuu! Buenos días. – Los ojos de Atsushi resplandecían, aun cubiertos por el velo del sueño, cada vez que miraban ese rostro que tanto amaba.

- ¿Cómo te sientes hoy?

- Dormí muy bien... ¡Me siento bien!

- Tú y nuestra hija, ¿tienen hambre? Porque el desayuno está listo.

Era la primera vez que Akutagawa usaba ese término, "nuestra hija". Atsushi se conmovió hasta lo más hondo de su corazón. Le echó los brazos al cuello y lo cubrió de besos.

- ¿Qué pasa? – Ryunosuke disfrutaba de esa lluvia de ternura. Sentía cada beso como un pétalo de sakura cayendo sobre su rostro, augurando bendiciones.

- Pasa que te amo.

Ryuu correspondió los besos con intensidad creciente. De pronto, Atsushi estaba encima de él, sin más ropa que la enorme y cómoda camiseta que a veces usaba para dormir. El sol de la mañana, a través de las cortinas a medio abrir, creaba hermosos reflejos sobre sus hombros semidesnudos, sobre su blanco cabello, sobre su cuello y sus brazos.

- Atsushi... Te ves tan bello... Resplandeces... - mientras lo besaba, sus manos recorrían el cuerpo suave y menudo de su amado Jinko. Le quitó la camiseta con delicadeza. – Tan bello... y tan sexy.

Con un rápido movimiento alzó sus caderas y se despojó del pantalón de su pijama de seda negra. Apretó con sus manos las redondeadas nalgas que rozaban rítmicamente su erección, dispuesto a abrirlas y penetrar en ese cuerpo hermoso iluminado por la suave luz matutina.

Se detuvo de pronto alarmado.

- Atsushi, la bebé... ¿estás seguro de que podemos seguir haciendo esto?

- ¿Ya no te gusto? – replicó su pareja con un mohín. – Es por la barriga, ¿verdad?

- Jinko, tienes 2 meses de embarazo, apenas tienes barriga. No has hecho más que ponerte más y más hermoso cada día que pasa. ¿Cómo puedes creer que ya no me gustas? – argumentó Ryuu, desconcertado.

- ¡Estoy bromeando, tontuelo!

Cuando Nakajima Atsushi reía así, con el cuerpo y el alma al desnudo, a Akutagawa le parecía una deidad. El dios de la belleza, la alegría y la buena fortuna era feliz, el sol brillaba allá afuera y el mundo estaba en orden, por ahora.

- Yosano-sensei dijo que no hay problema, mientras seamos cuidadosos – prosiguió, besándolo entre pausa y pausa – y mientras no haya dolor o incomodidad... Porque el sexo... es una actividad... saludable y recomendable... en todo momento... de la vida... Oh dios, estás tan duro, Ryuu...

Akutagawa decidió que valía la pena seguir el consejo de Yosano-sensei. El desayuno podía esperar.

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Aquí mintochokimochi. Pido disculpas por la tardanza, pero fue por un motivo mayor a mi voluntad. Espero que disfruten el capítulo de esta semana! :3 Les dejo una canción que tengo pegadísima desde que empecé a escribir esta parte:

Cuídense, cuiden a los que aman! Les quiero mucho! <3

La nieve al sol [shin soukoku] - EN HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora