Capítulo 19

505 56 27
                                    

Era casi mediodía en Yokohama. Un pensativo Dazai Osamu contemplaba el océano desde la azotea de un edificio con fachada de ladrillos, en el barrio portuario.

- Dazai... ¿Has sabido algo?

Se volteó hacia la voz que oyó tras de sí, aparentando sorpresa.

- ¡Chuuya-kun! Así que ya te enteraste. Imagino que el champagne está helando en la nevera, ¿verdad?

El sol que brillaba tras algodonosas nubes hacía resplandecer su cabello oscuro. Cuando le sonrió, Chuuya pudo notar que el calor del verano daba un sutil color a sus mejillas. Para ser una horrenda macarela larguirucha, pensó, había que reconocer que hoy se veía particularmente guapo.

- Deja de bromear, ¿quieres? Gin me contó todo.

- ¡Mira este cielo, Chuuya! ¿No te parece un hermoso día para nacer? Aunque si se hubiera tardado 5 días menos, habríamos compartido cumpleaños. Por cierto, aún espero mi regalo, Chuuya-kun...

- No todo gira alrededor de ti, idiota egocéntrico. Además, el parto se adelantó en varias semanas. Eso no puede ser bueno.

- Es suficientemente bueno como para hacer una celebración doble hoy.

- ¿Estás seguro?

- Ah, mi adorable mafioso en miniatura... Hay mucho que no sabes de Atsushi-kun.

- De acuerdo, pero Akutagawa sí lo conoce bien. Gin me dijo que teme lo peor.

***

Desde principios de junio, y casi hasta terminar julio, la noche simplemente deja de existir en Helsinki. El crepúsculo se eterniza en el cielo, hasta dar paso a la luz azulina del amanecer. Ajeno a todo, extraviado en la penumbra de sus pensamientos, Akutagawa Ryunosuke permanecía de pie frente al ventanal de la sala de espera. Repentinamente, su teléfono vibró en el bolsillo del largo abrigo negro.

- ¡Dazai-san!

- Akutagawa... – la voz de Dazai resonaba cercana y cálida como un abrazo materno – Hace mucho que no hablábamos. ¿Qué hora es allá?

- Dazai-san, yo... yo no puedo... – las palabras se ahogaban en el llanto atorado en su garganta.

- Seguro debe haber un reloj por ahí. Me causa curiosidad la diferencia de horarios entre Finlandia y Japón.

Ryuu, desconcertado aún por la pregunta, no tardó en encontrar un reloj de pared. Inspirando profundo, contestó:

- Las 4:45, Dazai-san.

- Impresionante. ¿Y es verdad que ya es de día?

- Oh... Eh, la... la verdad no ha sido de noche, Dazai-san. Ya casi es pleno verano, y no se hace de noche.

- ¿De verdad?

- Sí, Dazai-san. A... a Atsushi le parece muy extraño también, pero...

- Akutagawa...

- Sí, Dazai-san.

- No va a suceder.

La respiración entrecortada de Ryunosuke lo delataba, temblando de miedo como un niño, al otro lado del teléfono.

- No se me permitió entrar, Dazai-san... No puedo... De verdad no puedo hacer nada. Mi habilidad es inútil para resguardar a Atsushi y mi hija si... si la muerte viene por ellos.

Amargas lágrimas corrían por sus mejillas.

- Lo que hay en tu mente ahora es el producto de tus miedos. No hay razón real para creer que Atsushi no tenga la fuerza para sobreponerse al parto.

- Aun así, Dazai-san...

- Sé cuánto has perdido en tu vida, Akutagawa. Sé todo lo que dejaste atrás, y sé cuánto significan Atsushi y tu hija para ti. Comprendo tu miedo. Pero no va a suceder. ¿Me crees?

- Sí, Dazai-san. Sí. Si tú lo dices, sí, lo creo.

- Muy bien. Me enorgulleces, ¿sabes?

- ...

- ¿Estás ahí?

- ...

- Bien, creo que se ha ido la señal. Pero en caso de que sigas ahí, quiero que sepas que me siento orgulloso de la decisión que tomaste. Atsushi-kun no podría tener un mejor compañero de vida, y esa niña que está llegando al mundo en estos momentos tendrá al mejor padre que podría imaginar.

Ryunosuke seguía en silencio. Ya no lloraba. Se fijó en el tinte lila del cielo ambarino frente a él y pensó que era hermoso, como los ojos de Jinko.

***

Dentro del pabellón, operaba el mejor equipo médico que el dinero podía comprar, bajo el mando de Yosano Akiko.

- Perdiste bastante sangre, Atsushi-kun. Pero tu cuerpo es fuerte, y está resistiendo bien. Sigue así, muchacho.

Atsushi se sentía completamente agotado y ni siquiera era capaz de hablar, pero el dolor se había ido del todo. La anestesia peridural y la voz familiar de Yosano-sensei hablándole en japonés eran suficientes para tranquilizarlo.

- ¿Puedes ver ese monitor, arriba a tu derecha? Muestra cómo late el corazón de tu bebé. Está algo agitada, pero eso es normal.

Sonrió en silencio. Casi no sentía nada más allá de su pecho, y una sabanilla azul cubría por completo lo que estaba ocurriendo. Sabía, sin embargo, que su vida estaba a punto de cambiar para siempre. Por un instante, pensó en qué habría sentido la mujer que lo dio a luz. ¿Tuvo miedo también? ¿Lo habría odiado desde ese momento? ¿Desde antes quizás? Cerró sus ojos e inspiró profundamente. Nada de eso, pensó, importaba ahora. Una nueva historia comenzaría a escribirse muy pronto.

Súbitamente, un vigoroso llanto inundó el pabellón. Sus cansados ojos violeta y ámbar se abrieron y refulgieron con asombro.

- Atsushi, tu hija está aquí.

En los brazos seguros de Yosano Akiko, Yua movía sus pequeñas extremidades, llorando enfurecida por haber sido arrancada de su cálido hogar.

- Es una niña perfecta y saludable.

Esas palabras hicieron que todo el agotamiento se desvaneciera.

- Yua, mi hija...

Yosano envolvió a la bebé en una cobija blanca y la entregó en los brazos de su madre.

Atsushi la atrajo hacia su pecho, muy cerca de su rostro. La pequeña aún gritaba y se agitaba. En su redonda cabecita lucía un abundante cabello negro, que se volvía blanquecino en las puntas.

- Preciosa bebé Yua, shhh... Tranquila, pequeña. Aquí estoy.

- Atsushi-kun, aliméntala, eso ayudará.

- Oh... Sí, sí. No quiero que pases hambre, Yua. – la llevó suavemente hacia su pequeño pecho, apenas prominente. Yua restregó la nariz contra el rosado pezón, y abrió instintivamente su boca. Dejó de llorar y comenzó a mamar. Miró hacia arriba, al rostro de quien tanto quería conocerla.

- ¡Tiene tus ojos, Atsushi-kun!

- Es... parece un sueño. En realidad, es perfecta.

***

- ¡Hermano!

Gin corrió hacia la sala de espera y abrazó fuertemente a Ryunosuke.

- ¡Ya está aquí! Yua ya nació, y ella y Atsushi-san están en muy buenas condiciones. Hermano... ¡Hermano, eres padre!

Akutagawa la abrazó de vuelta y cerró los ojos. Dazai-san, pensó, nunca se equivoca.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Hey there! Aquí mintochokimochi, deseando tener una botella de Petrus que descorchar para celebrar el nacimiento. Sólo diré SALUD! Y ojalá hayan disfrutado el capítulo de esta semana.

Nos vemos muy pronto! <3

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 12, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La nieve al sol [shin soukoku] - EN HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora