Capitulo XI: Heridas

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XI

HERIDAS

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Egon había despertado en medio de un jadeo, sintiendo la unívoca necesidad de ocultarse ante el más mínimo ruido, siendo los débiles susurros del exterior los que acompañaban a su agitada respiración.

También comprendió que no podía sentir ni la más mínima pizca de alivio por haber escapado de la prisión que los había tenido cautivos por años, sabía que parte de su miedo era causado por el constante pensamiento de que estaban siendo buscados por el ejército, y estos no descansarían hasta verlos muertos.

Recordaba el pánico entorpeciendo sus decisiones, volviéndolo más lento y poco útil días atrás; recordó con horror verse acorralado por aquellos soldados con sus armas en alto y poco después escuchar los gritos desesperados de todos a su alrededor, viéndose así mismo cayendo al vacío, el fuego extendiéndose rápidamente como un manto silencioso, la desesperación en su cuerpo al verse separado de Phoenix.

Era una imagen que seguramente lo acompañaría por el resto de sus días.

De pie en medio de aquel pequeño lugar, Egon sentía todo demasiado irreal y apenas podía asimilar que se encontraba fuera de las paredes blancas que tantas pesadillas le habían ocasionado a lo largo de los años. Con paredes húmedas, suelo de tierra y una débil brisa que se filtraba a través de ese delgado techo hecho de lámina, jamás se imaginó que aquello lo haría sentir libre.

Egon quiso reír ante ese pensamiento.

—Parece que te has levantado al fin— Melissa sujetaba un pequeño tarro mientras entraba en el reducido espacio—. Caine está haciendo la guardia con Luna acompañándolo.

—No debieron dejarme dormir tanto— respondió en medio de un siseo, ganándose una sonrisa por parte de Melissa, quien le tendió el tarro con lo que parecía ser comida en el interior.

—Tenías que descansar...todos nosotros en realidad.

Asintió

—¿Ella ya despertó? — preguntó, sintiendo la incertidumbre corroer su cuerpo sin descanso, sin embargo, no recibió una respuesta verbal. Melissa se limitó a negar con la cabeza sin atreverse a mirarlo, gesto que ocasiono una punzada de decepción dentro de él aún más fuerte que días anteriores.

No podía evitar que su preocupación aumentara con el paso de los días, y dado que se había adjudicado la responsabilidad de cuidarla, no podía dejar que nada le pasara. Egon continuamente reprimía el impulso de ir hacia Phoenix cada vez que su esperanza decaía. Tenía que soportar día y noche saber que ella se negaba a despertar, según Melissa, todas las heridas superficiales estaban curadas pero al final todo recaía en la voluntad de la mutante.

Desde hacía días que la añoranza se había hecho presente; donde deseaba tener a la chica viéndolo con esos característicos ojos suyos, por tratar de brindarle esa paz que tanto buscaba con desesperación. Incluso lograba sonar como un estúpido adolescente con aquellos deseos banales.

—¿Qué es lo que te preocupa? — inquirió Melissa interrumpiendo sus pensamientos. Egon se atrevió a mirarla con una ceja alzada, sin ser consciente de que su expresión delataba los verdaderos sentimientos en él. Odiándose por ser tan evidente dejo salir una exhalación prolongada, debatiéndose entre contestas o dejar las cosas tal y como estaban.

Pero le abrumaba la decisión que debía tomar.

—Si Phoenix no despierta...tenemos que empezar a movernos— comenzó, a pesar de sentir como si un puñal se clavara en su pecho. Miro a la chica, su expresión delataba la ira contenida al escucharlo decir aquello, pero sostuvo su mirada sin dejar de lado su posición— No podemos arriesgarnos a que el ejército llegue hasta nosotros...¿Crees que no comenzaran a buscar aquí en algún punto?

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