IX
UN VIEJO AMIGO
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El hospital general no era el lugar más amable para un soldado, muy pocos eran los que ingresaban al prestigioso hospital. Pero la verdad es que sus médicos y enfermeras distaban mucho de ser profesionales.
Los pasillos se mantenían impecables y las habitaciones estaban en su mayoría, vacías. Marcel realmente le debía una por tener que ir a ese lugar. Los hospitales jamás le habían gustado, aunque sonara demasiado infantil para alguien de 26 años. La simple sensación de estar dentro de aquel edificio le producía una sensación de muerte.
Suspiró con fuerza viendo el andar de las enfermeras, las cuales lo habían ignorado por bastante tiempo y él no era alguien con demasiada paciencia y además de que era intolerante a la hostilidad injustificada de las personas.
Si lo pensaba bien, hubiera sido mejor no vestir el uniforme del ejército.
Pero, Zero Ishikawa era un teniente. Vestir su impecable uniforme era una representación del orgullo que era para él servir a su nación. O al menos ese era el lema que clamaba cuando le preguntaban.
Decidiendo que no podía quedarse más tiempo en la sala de espera, se levantó y acudió de nuevo a preguntar por Marcel.
-Buen día, señorita- carraspeo un poco para llamar la atención de la enfermera, quien lo vio con el ceño fruncido- será que ahora si me proporcionaran el número de la habitación del teniente Marcel Horikoshi o me tendré que ver obligado a traer a más de mis amigos uniformados.
La mujer lo miro boquiabierta ante sus palabras.
-El horario de visitas...- comenzó a decir sin levantar la mirada de los papeles que tenía en su mano.
Cuando entendió que era una jugarreta para no dejarlo entrar, golpeo el mostrador con la palma de su mano, ocasionando que varias de las cosas temblaran y un par de plumas rodaran por la superficie.
-Creo que no me di a entender- su cuerpo se inclinó hacia adelante, ella lo miro sorprendida ante la acción- No pregunte si eran horarios de visita. Dije que quería el número de habitación del teniente Marcel Horikoshi.
-Lo siento señor pero...- la voz le tembló un poco, buscando ayuda desesperadamente con la mirada, pero todos parecían ignorarlos.
-¿Necesito repetirlo de nuevo?- inquirió.
Indecisa, la mujer anoto el numero de la habitación y el piso en donde se encontraba. Sin decir más, tomo aquello y se alejó de las miradas indiscretas del lugar.
Una vez dentro del elevador, marco el número de Alyssa para informarle sobre la situación. Pero como ya era costumbre, lo mando a buzón de voz.
Mala fortuna para él tener que trabajar con su exnovia. Aunque era una delicia hacerla enojar cada vez que tenía la oportunidad, la pésima actitud de la soldado era lo que había terminado por arruinar la relación. Y ahora la chica tenía un extraño resentimiento hacia el que la hacía ignorar cada llamada y palabra que proviniera de Zero.
Guardo el teléfono en el bolsillo de su abrigo en cuanto las puertas del ascensor se abrieron, no había tanta gente en ese piso como en la planta baja, lo que era reconfortante.
Al menos Marcel tenía una habitación privada.
Caminando por el largo pasillo, diviso la puerta con el número que se le había indicado. Al entrar noto que la habitación era espaciosa y con un enorme ventanal con vista hacia la amplia ciudad de Seattle. Muchos de los valles se habían perdido y ahora todo era rodeado por edificaciones y rascacielos, una verdadera pena sin dudarlo. Pero ya nadie parecía interesado en ello.
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Mentes Silenciosas
Ciencia Ficción¿Que estarías dispuesto a sacrificar por tu libertad? Phoenix había sido destruida. Por la misma raza que le había dado la vida. Siendo convertida en un arma para destruir todo a su alrededor. Su cordura se ha perdido dentro de aquellos muros y s...