Cap 11

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Matthew había tomado una complicada y peligrosa decisión; bueno, complicada para su hermano y peligrosa para Francis.

El omega había decidido aceptar por completo al alfa en su vida, le entregaría su corazón por completo.

Y aunque antes hubiese parecido que ya lo había hecho, Matthew había vivido cada día con la inseguridad de que el alfa le estuviese engañando para al final lastimarlo.

Pero una simple acción lo volvió completamente loco, una pequeña acción de Francis le había hecho latir el corazón como un caballo cabalgando desbocado.

Él era un sencillo omega, igual que otros. No era por menospreciarse, pero Matthew aceptaba con tranquilidad que su aroma no era el más llamativo ni atrayente de la institución. Sólo hacía falta ver a esas omegas perfectas, bonitas y oler sus aromas para entender de lo que hablaba.

Sí, su aroma era sencillo como él.

Lo que no tenía en cuenta Matthew es que fuese tan importante para Francis, no sabía que fuese tanto para su alfa.

Había descubierto que sus camisas desaparecían de su habitación, también bufandas, pero no le había prestado atención.

Era gracioso porque pensó que las encontraría, eso hasta que entró al cuarto del alfa.

Nunca había ido a la casa del mayor, ese mismo día conoció a la simpática y linda omega que había dado a luz a su apuesto Francis, podía ver que la belleza de su pareja fue heredada de sus padres.

La medre de Francis era una omega dulce y maravillosa, le había recibido con un caliente almuerzo, besos y abrazos. Él los había recibido con felicidad y cariño mientras que su alfa se perdía en la cocina.

Pero para Matthew fue impresionante ver una camisa suya en la ropa sucia del lavandero cuando estaba buscando el baño.

Fue sin querer que lo había hecho, pero cuando miró su camisa azul favorita no pudo evitar acercarse y corroborar que era esa.

Y sí que lo era, también su bufanda navideña y un suéter de seda que usaba más que todo para dormir. Y cuando subió a la habitación del alfa cuando éste lo invitó, ya se decía que el sonrojo en sus mejillas era por algo.

El alfa estaba muy nervioso cuando Matthew se acercó a la cama y tomó una almohada que usaba como funda otra camisa suya. Acercó su nariz a la prenda y luego miró al alfa.

—Así que aquí terminan mis camisas. —luego de ver un intenso sonrojo en el rostro del mayor no pudo evitar sonreír, sus ojos arrugándose un poquito y sus dientes saliendo a la vista mientras que Francis jugaba con sus manos como todo un niño regañado.

Lo que el alfa no sabía era que el corazón de Matthew estaba vuelto loco, el omega estaba abrumado por eso.

Y muy feliz.

—No me molesta Francis... Me parece muy lindo de tu parte, me halagas; sólo que pudiste decirme y te hubiese dado mis pijamas, cuando duermo mi aroma es más fuerte—

Francis eso lo sabía bien. Tenía pruebas.

—Es que... Ya tengo pijamas tuyas— bueno, ahora sí parecía un tomate, hasta Matthew había adquirido tonos rojizos en el rostro ante esa declaración.

—¿E-en serio?— sus manos empezaron a sudar y su omega ladró feliz.

—Es que adoro tu aroma, no puedo simplemente evitarlo—

Eso lo había vuelto loco.

Muy loco, al punto de que le había saltado encima y lo había tumbado en la cama para empezar a llenar su atractivo rostro de besos.

A Matthew sólo le hizo falta esa adorable acción del mayor para desear decirle el sí y quizás intentar llegar a algo más cuando se lo dijese, él quería hacer las cosas bien y no negaría que anhelaba concretar lo que sus lobos con tanto deseo esperaban.

Matthew también quería entregarse a él y no le interesaba que su hermano dijese que estaba siendo apresurado.

Él también hubiese dicho lo mismo otros días, hubiese tenido dudas y pensamientos en contra.

Pero ahora, estaba demasiado convencido.

Continuara...

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2023 ⏰

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