Marcus.

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¿Alguna vez te has arrepentido de algo?
Bien pues para mí todo ha empezado esta mañana.

Siento ligeros empujones en el hombro mientras me voy levantando.

-Tienes que irte- alguien susurra en alguna parte cerca de mi -Despierta- siento como me mueve ligeramente sobre las sábanas.

-Mmm...- a pesar de lo pegados que tengo los ojos consigo entreabrir los. De repente me tira al suelo -¡Au!- me quejo en el suelo.

-¡Sh!- me manda a callar y miro en su dirección, se cubre con las mantas preocupada.

-¿Quién eres?- parpadeó varias veces acostumbrándome a la luz, me mira ofendida -¿Dónde estoy?- está no es mi habitación.

¿He dormido en casa de una chica? Bueno no es nuevo.

-¡Cariño tienes que despertar, ya es hora!- el grito de un hombre la asusta.

-Tienes que irte- me susurra fuerte poniéndose una camiseta larga, asiento y en mi primer intento de levantarme, fallo -Rápido, recoge tus cosas- se termina de poner él pijama.

-¡Cielo a desayunar!- un escalofrío me recorre el cuerpo y la adrenalina hace su trabajo.

Con sus pasos acercarse me levanto como un rayo y ella me tira al armario, mi cabeza choca con el fondo y cierra con fuerza.

Me cubro las pelotas porque, siempre hay que proteger lo más preciado y delicado.
Por si acaso.

-¿Si papá?- se nota nerviosa.

La cabeza me da vueltas y siento como las ganas de vomitar se acumulan.

-Cielo ¿por que no bajas?- le oigo acercarse.

-Ya bajo, solo estaba... quería cambiarme pero has entrado de repente y me has asustado- se ríe nerviosa.

-Lo siento, debí llamar, bueno cámbiate y baja cuanto antes- escucho un beso -Se enfriará si tardas- oigo como sus pasos se alejan.

-Claro, no tardo-

La puerta chirría cuando está por cerrarla y espero impaciente a que se cierre.

-¿Cariño?- ¿porque no se va? -¿Qué..
Es... Eso...?- un silencio sepulcral me pone los pelos de punta, tres segundo y zancadas fuertes y rápidas se aproximan, abre de golpe y me ve.

-¿Buenos días?- hablo intentando sonreír.

Ardiendo en ira me coge del cuelo.

No eso no ha sido una buena idea.

-Papá suéltale- chilla ella.

-¿Qué le has hecho a mí pequeña?- aprieta los dientes con fuerza y suelta gritando y zarandeándome.

-¡Mi niña era virgen!- me grita escupiendo me un poco, la miró con urgencia y de la impresión ella solo niega aterrada.

No me joda señor, esa no es la cara que pone alguien que acaba de perder la virginidad.

-Con todo respeto pero creo que no- pongo mis manos en su pecho intentando que me suelte -Debería hablar más de estas cosas con su hija- le doy dos palmaditas y me doy cuanta de donde habían estados mis manos antes, mierda.

Fuerzo una sonrisa y aparto mis manos en un segundo.

-Desgraciado- habla entre dientes y levanta un brazo amenazante.

-¡Papa!- ella le agarra el brazo mientras él me zarandea como muñeca de trapo -Él es, somos, no, nosotros solo- nerviosa divaga sosteniendo como puede a su progenitor, y yo solo siento que voy a vomitar.

Soles de primavera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora