Capítulo 4

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En camino al curso.

  La recepción es justo como cualquier otra que se puede imaginar, a su derecha cuatro filas de sillas de espera cercanas a una maquina dispensadora y una de agua. Frente a él un enorme escritorio donde se encuentra una mujer de lentes tecleando en una computadora, detrás de ella hay un ascensor y unas escaleras para subir al próximo piso.

  «Escaleras...», un escalofrió lo detiene por segundos, malos recuerdos amenazan con invadir su mente, no puede permitirse eso.

  Para no desconcentrarse en cosas innecesarias Zenón avanza hacia la única persona que hay en el lugar, se ve muy tranquila y amable con esa sonrisa que suelta tras sus rápidos tecleos. Su avance es detenido cuando se fija en una nota puesta detrás del computador, con un mensaje muy claro.

¡Prepárense para sufrir perras del infierno!

  Su ceja se levanta tras una rápida lectura, en realidad no sabe cómo tomarse la nota, con estos tipos nunca se sabe cuándo algo va enserio o es un chiste. Unas suaves risitas provenientes de la mujer le llaman la atención, ella se tuvo que llevar la mano a la boca para tratar de contenerse, pero las ganas son difíciles de evitar.

  —¡Perdón por tan grotesco mensaje! ¡Sabía que ese tonto de Mark iba a poner eso aunque le advertí que no lo hiciera! —
aun con las risas la mujer acerca su otra mano para quitar el papel de ahí—. Lamentamos si le hemos dado una mala impresión, pero como verá algunos de nuestros empleados son muy infantiles.

  En una forma de disculpa ella agacha su cabeza, pero todo eso no es lo que le importa a Zenón realmente.

  «¡Esa voz...que hermosa es!», Nunca en su vida ha tenido la bendición de escuchar una voz tan armoniosa y delicada como la de la señorita que tiene presente, si está aquí trabajando de recepcionista es obvio que una de las razones debe ser su tan divina voz.

  —No se preocupe, solo me tomó desprevenido.

  Con un ligero aumento de confianza Zenón se acerca por completo al gran escritorio donde se encuentra la mujer. Ella por su parte ya levanta la cabeza sonriente gracias a que no recibió una respuesta negativa ante tal broma de mal gusto, hasta que se fija en un detalle muy interesante.

  «Un momento, ese mechón azul que tiene en su pelo negro, y esos ojos morados tan brillantes...no hay duda, tiene que ser él», es lo primero que piensa la dama al ver al muchacho. Vaya, es algo que se esperaba pero tener frente a ella a tal persona le saca una sonrisa más grande.

  —Me alegro de escuchar eso. Entonces vamos al punto, mi nombre es Stella y como usted puede ver trabajo como la recepcionista, un placer conocerlo.

  —Un placer conocerla también señorita, me llamo Zenón Dimitrakos.

  —El placer es mío joven, no se preocupe, tengo toda la información sobre usted — Bueno, es de esperarse para él en realidad, está más vinculado a esta empresa de lo que le parece—, Zenón Kyriacos Dimitrakos Price ¿No?

  Es imposible no sacar una mueca ante la pronunciación de su nombre entero, no es que lo deteste pero nunca ha terminado de sentirse cómodo con él. Antes de responderle saca del bolso la carta de invitación con la que estuvo dando vueltas por horas, ella la recibe feliz para revisarla por unos segundos, guardándola luego en un cajón.

  —Sí, ese soy yo.

  —Perfecto, eres el participante número quinientos veinticinco en llegar, y el último de nuestros invitados también —A través del reflejo que dan sus lentes Zenón se entera que en la computadora hay una ventana con una lista de varios nombres, siendo el suyo tachado con un punto verde.

Magic WorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora