Los años pasaron y tengo once años de edad. Mi hermano, Ethan, tiene nueve. Él es un pequeño niño rubio, con unos ojos verdes casi amarillos. A pesar de no ser mi hermano de sangre, lo trato como uno y él a mí.
Todo pareció mejorar con el tiempo viviendo con la familia Lee. Por otro lado, el Señor Lee parece odiarme, ¿por qué?, porque soy problemática, tengo dislexia y THDA (Trastorno de hiperactividad y déficit de atención), por lo cual, me he metido en problemas con la escuela. No puedo durar más de un año en la misma escuela, mi récord han sido dos años y eso es mucho decir. El Señor Lee no le agrada mucho eso, por lo cual ofreció clases privadas, pero mamá se negaba, siempre le decía lo mismo "Tiene que socializar, tener amigos" y para colmo, Ethan fue igualmente diagnosticado con THDA y dislexia, por lo cual el Señor Lee estaba todavía más disgustado. Pero no le iba a hacer nada a su querido hijo, por lo cual se desquitaba conmigo, y no, no me golpeaba, simplemente me decía que yo contagié a su hijo, que era una plaga y cosas así, pero nunca llego a pegarme. Mamá no lo hubiera permitido.
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Era de mañana y me acababa de despertar gracias a unos sonidos provenientes de la habitación de a lado, la de Ethan. Rápidamente me levanté y me dirigí hasta ahí. Me sorprendí encontrándome a mamá guardando rápidamente cosas en una gran mochila. —¿Mamá? —¡Eile! Apresúrate, toma tu mochila y guarda ropa, deja un espacio —se sobresaltó y caminó al armario, al notar que no me movía agregó—.¡Apresúrate, Eile! ¡Rápido! Guardó rápidamente ropa de Ethan en aquella mochila. Regresé a mi habitación muy confundida, nunca había visto a mamá de esa manera, pero hice lo que me pidió. Agarré la mochila que se encontraba en mi escritorio y guardé lo máximo de ropa posible. No entendía lo que pasaba. ¿Nos iríamos de viaje? Al terminar, me dirigí al baño para cambiarme. Terminé y tomé mi mochila, salí de mi cuarto cerrando la puerta detrás de mí y me dirigí al cuarto de Ethan de nuevo. —¿Ethan? ¿Mamá? —los llamé. En ese instante mi madre salió del baño. —Ethan te espero abajo, no tardes —dijo y cerró la puerta—. ¿Eile?, oh, ahí estás, ven te daré dinero. Se dirigió a la salida de la habitación y caminó a la planta baja conmigo detrás. Después nos dirigimos a la oficina del señor Lee —Mamá, ¿qué sucede? —Es Rodolf. —¿Qué sucedió? —Otro día te lo explicaré, es una larga historia —respondió mamá, mientras abría y cerraba los cajones bruscamente—. Un amigo suyo me acaba de llamar y me contó lo sucedido —sacó una gran bolsa blanca—. Toma, esto les alcanzará para un buen tiempo. —¿No vendrás con nosotros? —No, yo los recibiré. Saben de su existencia y será mejor que huyan —respondió y caminó a la cocina. Al llegar empezó a preparar sándwiches apresuradamente. —¿Y qué vamos a hacer? No tenemos donde ir. —Sí tienen —respondió—. Ve por Ethan para que les explique todo.
