Las semanas siguientes Cole y yo hablábamos sobre mi familia, al igual que me instruía en las clases que no comprendía; que eran la mayoría de ellas. Mientras, cada vez las clases se volvían más difíciles, en especial Defensa Contra las Artes Oscuras.
Hablábamos más que nada sobre mis antepasados y mi familia cercana. Incluso, mirando las antiguas fotos de los anuarios, descubrimos que mi padre estaba en Gryffindor, al igual que yo, y que era amigo del padre de Harry Potter. Yo siempre intentaba preguntarle porqué el reciente interés en mi familia. Pero siembre evitaba mi pregunta o cambiaba de tema. No he logrado sacar algo al respecto y terminé dándome por vencida.
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Para mi sorpresa, el profesor Moody anunció que nos echaría la maldición imperius por turnos. Para mostrarnos su poder y ver si éramos capaces de resistirnos a los efectos. Moody empezó a llamar por señas a alumnos y a lanzarles la maldición. Vi como mis compañeros, uno tras otro, no podían resistirse a la maldición. Ninguno de ellos parecían capaces de poner una resistencia a la maldición, lo que me hacía pensar si yo sería capaz de hacerlo. —Black —me llamó Moody—, tu turno. Tragué saliva y me adelanté al centro del salón. Miré a Aren y el levantó los pulgares, deseándome suerte. Moody levantó la varita mágica, me apuntó y dijo: —¡Imperio! Fue una sensación maravillosa. Me sentí como en una nube, como si toda la preocupación y todos mis pensamientos desaparecieran y volaran fuera de mi. Me quedé parada, relajada de una manera que hace muchos años no sentía. Y luego escuché la voz del profesor, retumbando en mi cabeza: comienza a hacer sentadillas... sentadillas... Yo, obediente, me empecé a flexionar, preparada para comenzar con la serie de sentadillas. Has sentadillas... "¿Por qué?" Sonó otra voz en mi cabeza. "No necesito hacerlas", dijo de nuevo. Has sentadillas... Tenía que resistirme. No quería. ¡¿Qué esperas?! ¡Empieza! Después sentí mucho dolor. Al mismo momento que hice la sentadilla y no querer hacerla. El resultado fue caer de centón al suelo. —Bien, ¡por ahí se empieza! —dijo Moody, y pronto dejé de sentir esa libertad y despreocupación salir de mi cabeza. "Miren... Black lo logró. Se resistió, ¡y casi lo logra! Volvamos a intentar, Black. Todos los demás, ojos aquí. ¡Muy bien, Black! ¡No será fácil controlarte!"
—Una tortura —murmuré horas más tarde, cuando salía sin poder caminar del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras (El profesor me había hecho repetirlo hasta que lograra resistirme por completo)—, ni el campamento te hace hacer esto. —Al menos regresarás aguantando más—dijo Aren, poniéndose hielo en la cara, porque le habían hechizado para que hiciera lagartijas. Tuvo más dificultades que yo, pero cuando lo logró cayó de cara al suelo, y el profesor tan solo de dio un poco de hielo y dejó que se fuera. También le pidió que me ayudara, porque tantos centones me pudieron haber lastimado—. Deberíamos de ir con la enfermera. Ya no siento la cara. Lo miré y fruncí el ceño. Él me miró con desconcierto. —Perdón, aquí la que está peor eres tú. Cierto. Asentí.
