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—Me haces daño... quita... ¡ay!
—¡Harry Potter debe despertar, señor!
—¡Deja de golpearme!
—¡Dobby debe golpear a Harry Potter para que despierte, señor!
Abrí lentamente los ojos y me levanté. Seguía en el invernadero. Harry estaba sentado a unas sillas de distancia, y a su lado estaba una pequeña criatura. Tenía unas grandes orejas como de murciélago, unos ojos verdes y saltones del tamaño de una pelota de tenis, y una nariz larga y afinada. Harry se incorporó y se colocó bien los lentes.
—¡Harry Potter tiene que darse prisa —chilló la criatura que se hacía llamar Dobby—. La segunda prueba comienza dentro de diez minutos, y Harry Potter...
—¿Diez minutos? —repitió Harry con voz ronca—. ¿Diez... diez minutos?
Miró su reloj y me buscó por la habitación hasta encontrarme.
—¿Lo lograste?
Asentí y apunté hacia dónde estaba la planta. Había crecido bien y se veía tal y como debía de verse para poder ser utilizada.
—¡Aprisa, Harry Potter! —lo apresuró Dobby y corrió a tomar las branquialgas.
Se veían como viscosas colas de rata de color gris verdoso.
—¡Tiene que comerse esto, señor! ¡Justo antes de entrar al lago, señor! —dijo Dobby.
Harry se bajó de la silla, guardó la capa invisible, tomó las branquialgas y se las metió en el bolsillo.
—¡Dobby tiene que volver a las cocinas, señor! —chilló—. ¡Buena suerte, Harry Potter, señor, buena suerte! ¡Hasta luego, señorita!
—¡Hasta luego, Dobby! —se despidió Harry y yo lo despedí con la mano.
Echamos a correr lo más aprisa que podíamos. Por suerte los invernadero quedaban cerca del Lago Negro y no fue tardado llegar. Las mismas tribunas que habían rodeado el cercado de los dragones estaban ahora dispersadas a lo largo de una de las orillas del lago. Las gradas ya estaban llenas, y se hacía eco de todas las voces que hablaban emocionados.
—¡Yo aquí me quedo! —le avisé a Harry—. ¡Buena suerte!
—¡Gracias! —me gritó mientras seguía corriendo.
Me acerqué a las gradas en donde estaba Gryffindor. Busqué hasta encontrar a Cole en una esquina, y me hice paso hasta llegar a donde estaba. Una vez me senté me empezó a bombardear con preguntas:
—¿Dónde estabas? Fui a tu habitación y no te encontré. ¿Por qué no fuiste a desayunar? Te estuve esperando una hora. ¿Por qué llegaron Harry y tú juntos? ¿No habías dicho que después del artículo que escribió Rita Skeeter no te le ibas a acercar más de lo necesario? —fueron algunas de las preguntas que Cole me hizo. ¿A él qué le importa lo que haga?
—Harry me pidió ayuda con algo —le respondí cortante—. Cielos, parece que no pudieras vivir sin mí. ¿Si sabes que puedes tener otros amigos, no?
No dijo nada más. Se quedó en silencio, y yo ya no le iba a decir nada más. Quizás fue en el tono en que dijo aquellas preguntas que fue que me enojé.
La voz del director resonó por toda la orilla.
—Los campeones están listos para la segunda prueba, que comenzará cuando suene el silbato. Disponen de una hora para recuperar lo que se les ha quitado. Cuando cuente tres: uno... dos... ¡tres!
El silbato resonó en el aire. Las tribunas se llenaron de gritos y aplausos. Mis ojos fueron hacia Harry, que se quitó los zapatos y calcetines, sacó de su bolsillo el puñado de branquialgas, se lo metió a la boca y entró al lago.
Por la cara que puso, se notó que debía de estar helada el agua. Masticaba las branquialgas lo más rápido que podía, y luego, al tragarlas, se quedó quieto. Las risas de la multitud comenzaron, abucheándolo y silbando. Algo comenzó a ocurrirle y se lanzó al agua.
—Todos los campeones han entrado al lago —anunció la voz del director—. La prueba oficialmente comienza.
A los lados de cada una de las tribunas apareció una proyección, que iba cambiando cada cierto tiempo a uno de los campeones. Yo solo quería ver la de Harry, esperaba que las branquialgas funcionaran la hora que debe estar sumergido en el agua. Cuando por fin fue su turno de ser proyectado, en su cuello se podían ver branquias como las que tienen los peces, deben estar funcionando bien.
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La Hija de Demeter en Hogwarts
Fanfic꧁𝚈𝚘 𝚗𝚘 𝚋𝚞𝚜𝚌𝚘 𝚕𝚘𝚜 𝚙𝚛𝚘𝚋𝚕𝚎𝚖𝚊𝚜, 𝚎𝚕𝚕𝚘𝚜 𝚖𝚎 𝚋𝚞𝚜𝚌𝚊𝚗 𝚊 𝚖𝚒, 𝚢 𝚍𝚎 𝚊𝚕𝚐𝚞𝚗 𝚖𝚘𝚍𝚘 𝚞 𝚘𝚝𝚛𝚘, 𝚜𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚖𝚎 𝚎𝚗𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚛𝚊𝚗, 𝚎𝚜𝚊 𝚎𝚜 𝚖𝚒 𝚟𝚒𝚍𝚊, 𝚕𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚜𝚎𝚖𝚒𝚍𝚒𝚘𝚜꧂ ...