𝐶𝑈𝐴𝑇𝑅𝑂

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Al siguiente día, en la mañana, Gulf despertó confuso. Parpadeando lento. No tuvo ninguna visita a sus sueños. Ningún sueño inclusive. Ningún Sergei Mew. Y no sabía si lo estaba extrañando o si simplemente le pareció raro no tenerlo en sus sueños.

Confuso, se sentó en la cama mientras que algunos de los ángeles se vestían a unos pasos borrosos frente a él. En ese escenario borroso al que él no prestaba atención, entrá el Guía de Ángeles por la puerta para anunciar lo siguiente con modales claro:

—¡Ángeles! Buena mañana. Estoy aquí para informarles,— A medida que él hablaba, Gulf y los demás voltean a verlo. —que hoy será la Noche de la Batalla.

Ante esa aclaración los ángeles se miran entre sí susurrandose cosas mientras que Gulf solo sonreía aunque con un poco de nervios, pero daba igual, vería a Sergei Mew y aunque iban a pelear con todo de sí; quería respuestas. Así que con unos ojitos que expresaban nervios contuvo su emoción en su interior mordiéndose el labio inferior mientras miraba alegremente al robocito quién también le sonreía con cariño.

Para el atardecer, a mediados de la noche, todos ya estaban vestidos con sus ropas humanas o túnicas blancas. Alas fueras de sus espaldas mientras todos esperaban en una línea recta sujetando sus espadas, arcos o dagas curvas de puro filo. Gulf era el único con una camisa negra de mangas largas abotonada con pantalones negros y botas de tacón bajo, sujetando una lanza mortal negra. Estaban lejos de la plaza y de todo en una sección únicamente de nubes.

La atmósfera oscura del cielo hacía que las nubes lucieran de un tenue azúl casi opaco. Eso era un ambiente bastante aterrador o más bien lo suficiente para poner nervioso a un novato. La luz de la luna solo era reflejos en las figuras de todos y en las sombras más cultas de las nubes. Estaban cayendo truenos como anuncio de los dioses de que hoy era el día de batalla.

Desde el cielo Gulf pudo escuchar cómo una alerta sonaba en la ciudad de Bangkok. Eso lo hizo mirar abajo aunque su vista no pudiese ir más allá de lo que ya veía.

«Alerta Bangkok: Todos los humanos deben evacuar o permanecer dentro de sus hogares. Repito: Todos los humanos deben evacuar o permanecer dentro de sus hogares. Dios los ayude.»

Dice una mujer en altavoz. Eso pone más nervioso a Gulf quién veía con muchos nervios a la ciudad. Tratando de tranquilizarse. Pero ¿cómo tranquilizarte en algo que puede acabar con tu vida? El Guía de ángeles aparece detrás de todos ellos. —Recuerden, chicos, el momento de la descención es el más peligroso. Estén alerta a todos.— Anuncia el robocito bajo la mirada de todos.

—¿Por qué es peligroso?— Pregunta Gulf.

El robocito sonríe con sus labiecitos digitales y, de repente, las nubes en las que todos estaban parados, se inclinan hacia adelante como palas y todos son obligados a caer hacia adelante. Toda la brisa en la descención volando sus camisas y cabellos durante la caída.

—Preguntaste muy tarde.— Ríe con ternura el robocito aunque nadie lo va a escuchar ahora que todos los ángeles están cayendo.

Gulf mayormente gritando un poco. Logra concentrarse y mantener sus manos a los lados de su cabeza con un poco de tambaleos en el vuelo. Mira a su izquierda para ver a los demás ángeles cayendo con sus brazos tirados hacia atrás como meteoros dispuestos a caer de cabeza. Sus alas algo bajas puestas hacia atrás. Tomando eso en cuenta, también coloca sus brazos hacia atrás (a los lados de sus caderas) y trata de soportar toda la brisa que conlleva el descenso. Sus alas alíneadas hacia atrás y un poco más bajas.

—Glor-glor-glor.— Tintineaban sus dientes porque la brisa expandía sus cachetes hacia los lados y rebotaba sus labios mientras trataba de caer con los ojos bien entrecerrados.

Los Oscuros • MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora