Los Oscuros • MewGulf

𝑂𝐶𝐻𝑂

Sergei Mew miraba al único demonio que quedaba ahora mismo. Y este único demonio chupasangres estaba confundido con lo que acababa de ver. No dejaba de mirar a los árboles partidos y devuelta a su jefe, y otra vez a los árboles partidos, repetidamente.

—Jefe, ¿por qué los mató?— Pregunta con una voz baja el de enfrente. Su líder infernal suspira agotado. Frotándose el entrecejo con sus ojos presionados a cerrarse. —Porque metieron sus narices en dónde no debían. Ahora largo.— Él demanda. Sus palabras son mandatos de vida así que aquel joven se va en menos de un dos por tres. Desapareciendo con su velocidad inhumana. Su líder infernal voltea a ver al ángel para ofrecerle una mano a este.

El ángel decide no tomarla. Se levanta solo. Limpiándose las hojas que tenga encima. Sacude sus alas al ponerlas frondosas así como las aves se ponen gorditas cuando se sacuden. Al hacer esa expansión una de las alas le da una pequeña bofetada al rostro. Sergei Mew se cubre su nariz con una mano en agonía mientras ve al ángel llegar hasta su propia lanza y tomarla.

Sus alas se relajan. Dejando de ser frondosas y gorditas.

—Niño, lo siento. Es que, tenía otros planes contigo ¿sí? Antes de conocernos y al conocerte más a fondo yo... Sentí miedo.— El demonio aprieta sus puños. Parpadeando severas veces con un destello triste en sus ojos. Inseguridad en si mismo durante el hablar. Se mordió el labio inferior cuando por un momento no supo expresarse. —No quería lastimartr más de lo que, con ese plan, lo iba a hacer.

—¿Chupar mi sangre? ¿Es cierto que fue para eso?— El ángel pregunta sin voltear.

—Al principio, sí.

La nerviosa confesión del líder infernal no une los pedacitos rotos que quedaban del corazoncito del ángel. Este solamente se rompió más.

—¡Pero luego nos conocimos! Parecíamos tú y yo contra el mundo--— Sergei sonríe, pero el ángel se da la vuelta en su sitio para amenazar su cuello con la lanza. Manteniéndolo alejado de él. Mirándolo con una determinación apasionante a pesar de querer llorar. Aquel líder infernal se detiene en su sitio. Sintiendo el frío filo amenazar su cuello. Puede ser cortado en cualquier segundo, pero ahí esta parado. Todo normal. Incluso deja de sonreír para mirar con cálidez al ángel.

—No me sigas.— El ángel dice, y con un fuerte aleteo de alas se impulsa a los aires y vuela tan rápido como un meteoro por los aires. Desapareciendo del campo ocular del demonio. Sergei Mew permanece viendo el cielo a la derecha que fue dónde perdió la vista de su enojado amigo ángel. No. Incluso a este punto puede que ya la palabra "amigo" no esté a favor de ambos.

¿Iba a obedecer al ángel?

¡Pues claro que no! Esa petición para él fue una incitación. O tal vez la tentación más grande de todas las que haya tenido en su vida. Así que se aventuro a seguir al ángel por el lado en que se haya ido. Corriendo para ver si lo alcanzaba rápido. Debía mantenerlo a salvo, y alejado de los demonios chupasangres.

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El ángel fue a un cine, y entró a la sala de una película, pero la pantalla estaba en blanco. Porque él no sabía que debía poner la película. Miro a todos lados incómodamente cuando nada salía en esa pantalla blanca sombría de enfrente.

Sergei Mew se coló en la sala del cine y con una velocidad rápida, entró a la pequeña habitación detrás de toda la audiencia para poner la cinta. Y poder reproducir la película que era. Era viejisima, de una época dónde aún la televisión no tenía colores. Cuando la película se comenzó a reproducir Gulf se asustó por la repentina aparición. Trepando sus pies en el asiento mientras señalaba la pantalla con su lanza.