𝐹𝐼𝑁𝐴𝐿

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Las horas se acababan. Eran las dos de la madrugada y el líder infernal estaba despierto abrazando al soñoliento ángel que aún no se dormía y vestía la chaqueta enorme del demonio. Cerradita para cubrirle el pecho. Parpadeaba lento. Batallando el cansancio. Sin dejar de mirar al líder infernal.

—Deberías dormir, mi ángel.— Le cuenta el demonio chupa sangres removiendo uno de los flequillos ondulados del ángel a su oreja. Delicadamente.

—No quiero.— Habla con una voz rasposa el ángel.

—Debo saber la razón entonces.

—No quiero perder horas durmiendo porque después no te veré. No te podré ver.— Le dice el angelito. Acariciándole una mejilla al líder infernal. El líder infernal cierra sus ojos dedicando su rostro hacia esa suave palma. Esa palma tan cómoda, tan calentita, llena de y luz. Todo lo contrario al líder infernal, ser de las oscuridades y del infierno.

—Creo que, en un mundo donde tu y yo no hubieramos sido ángel y demonio... Las noches de batalla no existieran, dónde no hubiera un castigo de los dioses... Pudiéramos ser libres. En su totalidad.— Sergei Mew dice con su voz rasposita mirándolo a los ojos.

—Eso hubiese sido maravilloso.— Ríe el ángel con algo de tristeza en sus ojos. Ríen ambos en bajito.

—Debo presentarte a alguien. Antes de que amanezca.— El líder infernal anuncia mientras le da un delicado corto beso al de abajo. Ese besito provoca una sonrisa en el de abajo.

—A alguien.

—Una demonio a la que le vas a agradar mucho.— Menciona su demonio. Su anuncio emociona mucho al ángel, pero este se trepa al regazo del demonio. Suavemente desplomando ahí su trasero para darle una mejor vista al otro de lo bien que su chaqueta demoniaca lucía en el ángel.

—Sergei Mew... ¿Podemos unirnos de nuevo?— El ángel vuelve a plasmar sus palmitas juntas en un fuerte apretón con una sonrisita tímida.

—Claro que sí, mi ángel.— Le dice el demonio acariciando sus desnudos muslos de arriba a abajo.

—Quiero... Hacer algo.— El ángel baja las mangas de la chaqueta infernal bajo sus brazos con sensualidad y desprende suavemente sus alas de la espalda. El demonio admira estas. Acostadito, pero gustoso con la vista de esas alas blancas. Gulf lo miro a la cara y movió sus alas alrededor de su cuerpo como si se fuese a abrazar así mismo; pero resulta que es para estimular la hombría del demonio con las plumas culminantes de las alas.

—¿Puedes hacer eso? Oh.— El demonio gime, y el ángel sonríe bonito. Las alas denotando lo que hacen al moverse de arriba a abajo. Dejando más que claro la estimulación o el "masaje" íntimo que le están haciendo al líder. El ángel al ver esa reacción deja de estimularlo para sentarse encima de este bien, rozando su entrada con el pene del de abajo, hasta que se lo acomoda adentro.

Se deja caer lentamente en esa longitud cálida del demonio sin apartarle la mirada. Sergei Mew le rodea la espalda baja (muy baja, por las alas) y Gulf comienza a brincar sus caderas de arriba a abajo. Aunque suave. El demonio se aferra más a él con gemidos roncos mientras que los del ángel son bajitos - pero van en una calmada (perfecta) sincronía. Sus cabezas rebotando súper suave frente a la una a la otra.

Sergei Mew lame el largo de una de sus clavículas. Estremeciendo al ángel. Desliza su húmeda lengua hasta plantarle un lindo beso al final. Sergei Mew comienza a alzar los besos de nuevo a su cuello. Haciéndolo gemir. Él mismo se controla de succionar esa sangre angelical que le beneficiaría y le daría el doble de placer.

El ángel Gulf recibe escalofríos que lo hacen encogerse de hombros con retorcimientos claros del placer. Sergei Mew retrocede su rostro con dolor al ver la mordida que le hizo uno de sus demonios al cuello del ángel cuando lo dejó solo. Y ver esa mordida, lo hirió. Ya la había visto, pero esta vez a detalle. Su piel angelical había sido perforada con dos huequitos que lucen como perforaciones de balas. Aunque estos son más pequeños que las balas.

Los Oscuros • MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora