Me coroné reina de las contradicciones
con las bragas por los tobillos.
Fui una apuesta perdida,
un borrón sin cuenta nueva,
la puta, el policía y el ladrón,
una picadura que ojalá mortal,
la vecina de enfrente,
herida en carne muerta,
camarera en la AP-7,
asesina sin sueldo,
un intento de sutura,
calientapollas,
porsiacaso,
quitapenas,
follamante.
Poeta.
Musa.
Nadie dijo que con saliva también se corre el rímel,
que los lazos más bonitos se atan al cuello,
ni que lo bueno si duele no se olvida, pero
lo aprendí
y lo aprendí
y lo aprendí
y todavía lo aprendo
hasta el día que deje de escribir sobre historias en las que sólo varían los protagonistas
cuando haya perdido el sentido en alguno de tus rincones,
sea una hora más en nuestra cama
y el frío sea sólo eso, frío.
Tengo pánico al compromiso,
desbordamientos los domingos,
las alas oxidadas,
fobia al mar,
balas en la recámara,
cordura transitoria,
vacío propio,
caducidad sin fecha,
bipolaridad extrapolada,
mentiras guardadas,
y otros p(r)o(bl)emas.
Entiéndelo, la última vez que asaltaron mis murallas
llovía
y yo sin bragas.
Entiéndelo, eres un déjà vu
pero no mi mejor poema.
Entiéndelo tú, que yo prefiero no pedirme explicaciones.