capítulo 4

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El pobre guardia de la mansión Monkey estaba siendo a prueba de la manera más tierna que se pudieran imaginar, un pequeño Luffy de 6 años estaba parado frente a él con el entrecejo fruncido y un puchero en sus labios, Bartolomeo era uno de los mejores guardias de la familia pero siempre caía cuando alguno de los tres hermanos le pedía algo.
Luffy estaba enojado, más bien frustrado, le habían dicho que Law había pescado un resfriado y no lo podría ver por algunos días, esto le disgustaba tremendamente al omega que le había agarrado cierta dependencia a su vecino. Tenía pensado escaparse de su casa por la ventana, así que sin discreción agarro unas cuantas toallas y manzanas para meterlas a su morral; Dragon divertido le dijo a Bartolomeo que cuidara la ventana de la habitación del menor, así fue "descubierto" su plan de escape maestro.

–Señor Bartolomeo, déjeme ir a ver a Law por favor– le rogaba Luffy con las manos juntas, el beta no sabía que hacer y estaba entrando en pánico. Hasta que se le ocurrió una idea por la cual seguramente sería regañado por Dragón.

–Amo Luffy– le susurró despacio al omega –Iremos a ver al Señorito Law pero tiene que ser muy silencioso y sigiloso ¿está bien?

Luffy emocionado grito de emoción tapándose la boca al instante, –Esta bien– el pelinegro sonreía de oreja a oreja.

Bartolomeo agarró la pequeña mano de su joven Amo para caminar unos metros hasta la casa del frente, claramente podía ser visto por Dragon u otro guardia, pero no le importaba en lo más mínimo si podía hacer a Luffy feliz.
Cuando por fin llegaron a la entrada de la mansión hecha de piedra, Bartolomeo alzó a Luffy entre sus brazos para que este tocara el timbre, esperaron unos segundos hasta que el guardia de la casa vecina les abrió con una sonrisa en la cara.

–Señorito Luffy ¿qué hace por aquí?– preguntó Cavendish ignorando completamente al peliverde de manera intencional. Law les había dicho a sus mayordomos que tratarán a "su futuro omega" con el mismo respeto que a él, si, con esas palabras.

–V-vengo a cuidar a Law– admitió tímido el pequeñín, ambos betas casi mueren de un coma diabético por las acciones del niño. Bartolomeo le rogó con la mirada a su amigo que lo dejara pasar, si no su cabeza rodaría en vano.

–Está bien– dejó pasar al pequeño, que entró corriendo con dirección a la habitación de Law, y le cerró la puerta en la cara al guardia del menor. –Será divertido ver como le ruegas piedad al Señor Dragon después de desobedecerlo– le dijo al beta que dejo fuera.

Luffy estaba por llegar a la habitación de su amigo cuando chocó con unas piernas que conocía bien, estas lo hicieron caer al suelo con algo de fuerza, se levantó rápido limpiándose la ropa para seguir con su camino pero los brazos de la persona lo tomaron antes que pudiera escapar.

–¡Luffy! ¿vienes a ver a Law?– para su suerte se había topado con nada más ni nada menos que su padrino, Corazón.

Asintió con los cachetes sonrojados, trataba de bajarse de los brazos de su tío, pero mientras más se movía más fuerte lo abrazaba dándose por vencido en el hombro del omega mayor.
Corazón amaba al hijo de su mejor amigo, pero su hijo tenía una salud delicada por la cual debía velar.

–Escucha Luffy– habló serio –yo sé que quieres ver a Law pero tenemos que ser muy silenciosos, le duele un poco la cabeza– dijo tratando de soñar lo más amable con el niño el cual asintió con seguridad.

Al abrir la puerta se pudo fijar que la amplia habitación estaba completamente a oscuras, al medio estaba la cama hecha un desastre con Law encima, en la mesita de noche un jarrón con agua y un vaso para que el alfa no se deshidratase. Luffy se acercó lentamente y tratando de no hacer ruido, dejó su morral a un lado del mueble; apoyó sus codos en el colchón para descansar su cabeza en sus manos y admirar al alfa, que para los ojos de Luffy, y aún en la oscuridad y lleno de sudor por la fiebre, era realmente hermoso.

Law en su profundo dormir pudo percibir las fuertes feromonas de Luffy despertándose al instante, –¿Monito?– preguntó sin abrir los ojos.

–Soy yo– sonrió al saber que lo había sentido, le dolía verlo en ese estado tan vulnerable. Acarició la mejilla de su vecino con su índice provocando que el afectado soltara un quejido de dolor. En si, no le había dolido el tacto, le dolía la lejanía que tenía con su omega en ese momento.

Law se movió a un lado de la cama dejando un espacio para su omega, le hizo una señal para que se subiera y gustoso Luffy acepto, no sin antes cambiarle la toalla de su frente por una nueva.

Corazón –que había visto toda la escena– casi se pone a llorar de la emoción y ternura, con cuidado sacó su celular y logró tomar una buena foto a pesar de la oscuridad. Aquella foto lo haría llorar hasta el día de hoy, recordándole el amor incondicional que su hijo tiene por Luffy.

Together [OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora