capítulo 6 (parte uno)

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Marco sentía que el día de hoy no era el suyo, se había levantado con el pie izquierdo por decirlo de alguna manera; su despertador no sonó cuando debía y por consiguiente no desayuno más que un café instantáneo, el tráfico estaba particularmente infernal esa mañana debido a los arreglos que estaban haciendo en las calles y para la guinda del pastel uno de sus pacientes había caído en paro mientras el no estaba. Sostenía sus sienes con ambas manos y que estaban apoyadas en el escritorio de su oficina, un alto de papeles esperaban por ser revisados y firmados mientras que gritaba internamente.

No quería atender a nadie ese día, –y solo son las 10:23 de la mañana– se decía a si mismo agobiándose aún más. El café que se había comprado en la máquina de expreso ya estaba frío, sin ganas de nada se acostó en la camilla de su consulta sin esperar a nadie, logrando que el sueño lo venciera. Cuando habían pasado unos veinte minutos escuchó un murmullo tras su puerta que era tocada suavemente, el alfa arregló sus cabellos y su bata para abrir la puerta, encontrándose con uno de los prodigios recién llegados de la carrera de medicina, Monkey D. Sabo.

–Sabo, mucho gusto, pasa– el nombrado pidió permiso para entrar por lo que Marco cerró la puerta tras el recibiendo un chillido de dolor junto a un gran estruendo. –¡Lo siento mucho!

El experimentado médico de ya 35 años pudo apreciar a una de las personas más bonitas que había visto en toda su vida, unos sedosos cabellos negros caían por la frente de aquel hombre acompañado de unas cuantas pecas en los rojizos cachetes, no era bajo pero por su curveada figura y su aroma a coco podía decir que era un omega, de una clase altísima esta demás decir. El recién entrado tenía una tierna pancita que lo hacía ver adorable, lo que era típico de todo omega claro.

–Buenos días Marco– carraspeó Sabo al ver como su superior quedó prendado de Ace –Tengo un par de preguntas sobre los efectos secundarios de TODOS los supresores de omegas– dijo haciendo énfasis en todos lo cual lo hizo preocuparse un poco.

–Primero que nada, puede provocar un ciclo irregular de celo y en algunos casos la disminución de las feromonas. En cambios físicos los más comunes son el acné y el aumento del peso en la zona adiposa de la cintura– le explicaba tranquilamente el experto.

–Te lo dije. Sé que no te gusta subir de peso pero no puedes dejar de tomarlos Ace, son importantes sobre todo en la industria que trabajas– el puchero que tenía el omega era digno de admirar, su brazos estaban cruzados a la vez que tensos por debajo de sus hombros –Por cierto, te presento a mi mellizo Ace. Ace te presento a uno de los mejores médicos del lugar.

–Mucho gusto Ace, mi nombre es Marco– le extendió la mano siendo cortés.

Ace soltó una ligera risa cosa que sorprendió al alfa mayor, –Es chistoso, hueles y pareces una piña– el omega recibió un buen golpe el la nuca de parte de su hermano pidiéndole que sea más formal y amable con su "jefe".

–Me lo suelen decir seguido– dijo Marco tratando de aligerar el ambiente entre los hermanos, los cuales no se parecían en nada. –Así que este es el tan famoso esposo se Law.

Los mellizos carcajearon a lo grande, casi se echan al suelo a llorar de la risa. El rubio no entendía nada de la situación, el tenía claro que Sabo y Trafalgar eran cuñados y amigos de infancia.

–Te-te equivocas– decía Ace tratando de recuperar el aire, –No saldría con ese patan ni en un millón de años, el esposo de Law es nuestro hermanito– finalizó para ponerse a reír de nuevo.

–Son una gran familia– admitió sonriendo divertido Marco, cosa que provocó que Ace sintiera ese sentimiento otra vez. El alfa le había parecido de los más apuesto pero no podía decir nada sin que Sabo lo matara.

Luego de conversar un rato con el par Sabo fue llamado por alto parlante debido a una emergencia dejando a Ace con Marco, fue incómodo al principio ya que no sabían que tema sacar. Eso hasta que Ace rompió el hielo.

–Señor Marco.... ¿l-le gustaría ir a algún lugar conmigo el viernes?– el nervio le ganaba al omega, pero tenía que aprovechar antes de no volver a verlo nunca más.

El rubio se atoró con su propia saliva, se esperaba de todo menos eso; podía notar como la persona a su lado estaba rojo hasta las orejas y tenía su cara tapada por las manos, no podía rechazar una oferta como esa.

–Por supuesto, ese día es mi día libre así que está bien.

Ace feliz le dejo un pequeño papelito en la mesa para luego salí corriendo. Su fatal día se había arreglado gracias a ese chiquillo de 26 años.

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Ya era el turno de MarAce, esta historia constará de dos partes la cual trataré de subir lo más pronto posible.
Si les gusto el capítulo y voten.

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