capítulo 8

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Zoro despertó al sentir un delicioso aroma a pancakes recién horneados proveniente de la cocina que le hizo agua la boca en cuestión de segundos, se puso una chamarra porque el frío invierno de Tokio era insoportable solo con unos bóxer; al ver la hora en su celular se dio cuenta que ni siquiera eran las cuatro de la mañana y corrió a ver a la única persona que podría ser y no se encontraba en su cama.

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En el meson de la cocina Sanji tenía todo tipo de utensilios extendidos sobre este, el alfa, en la mayoría de las veces, no sabía para que servían y no les veía utilidad. Luego de estar a dos manos haciendo el postre su cabeza le hizo pensar que había hecho demasiados solamente para él, no, ni siquiera eran para él, eran para los caprichosos de sus mellizos que solo estaban ahí para darles los antojos más raros a las horas menos indicadas. Su primera y única opción era despertar a Zoro y compartirle de las masas decoradas con miel de maple y un par de zarzamoras, pero no quería molestarlo, su alfa trabajaba todo el día y llegaba muy cansado como para que lo ande molestando por nimiedades.

Cuando estaba por dar el primer bocado de su mejor platillo sintió unos brazos alrededor de su cintura y como un par de besos fueron dejados en su marca haciéndolo espantar, el pobre alfa recibió una cuchara directo en su cabeza de musgo.

–¡Tonto! Casi me muero del susto– trató de defenderse el rubio, le había dado realmente fuerte con la cuchara de madera.

Zoro yacía arrodillado en el suelo sobándose su pobre frente, pero ignoró el suceso –¿Qué haces amor?

La cara del embarazado estaba rojita cual tomate maduro, le daba vergüenza admitir sus antojos con su alfa y aparte de que también se reprendía por no haber encendido el extractor de la cocina, el marimo tenía un muy buen olfato.

–¿Sanji?– abrazaba a su omega con delicadeza y tocando suavemente el hinchado vientre, ama ese lugar con locura.

–Es que... me-me dio un antojo– escondía su cara en el cuello de su pareja inhalando ese olor a óxido tan característico que desprendía.

–Mi amor– dijo en un tono serio –, te dije que si tenías uno me avisaras y yo te preparaba lo que quisieras. No importa la hora– mientras dejaba castos besos en la rubia cabellera masajeaba los tensos hombros de Sanji haciéndolo ronronear en su oído, sin duda amaba consentir a ese menudito omega.

"¿Como le digo que no sabe cocinar de la manera menos dolorosa?"– pensaba Sanji mientras suspiraba –No quiero molestarte con este tipo de cosas, es solo un capricho, no es la gran cosa.

–Sabes que no me molestas, nunca me molestas– le decía con calma a su destinado –Y no son solo "caprichos", son los lindos antojos de mi omega embarazado y de mis futuros hijos. Me encantaría consentirlos de cualquier manera.

>>Se que en la semana no estoy mucho tiempo en casa y trató de ayudarte los fines de semana, pero no dudes en llamarme si necesitas algo cuando estoy en la oficina, yo iré corriendo cual flash a tu servicio. Si te duelen tus hermosos piecitos y necesitas un masaje, yo lo haré con gusto. Si las nauseas matutinas son muchas ahí estaré sosteniendo tu lindo cabello mientras froto tu espalda. Si los niños están muy inquietos y patean mucho, yo los regañara como el padre que soy. Si estás calien-

–¡Ahhhh ya basta Zoro!– dijo tapándole la boca al alfa, estaba muy avergonzado por las bonitas palabras que el peliverde le había dedicado, aunque no se notara, el alfa era un romántico empedernido. Zoro reía por lo tímido que era su omega.

–A lo que quiero llegar Sanji, es que si me necesitas siempre estaré para ti, al fin y al cabo, eres la única persona con la que estaré el resto de mi vida– beso el sonrojado cachete del más bajito. –Sobretodo en esta etapa de nuestra vida, quiero estar ahí en todo momento para ver como avanza tu embarazo.

El rubio veía la hermosa sonrisa que el alfa tenía plantada en la cara, realmente amaba a este cabeza hueca.

Entonces ayúdame a comer estos pancakes– dijo con vergüenza –, se me pasó la mano con la mezcla y salieron muchos– dijo pasándole un plato con ocho masitas apiladas perfectamente.

Se sentaron a "desayunar" a las 3:47 de la mañana degustando la maravillosa mano que tenía Sanji para la repostería, era su tan aclamada receta secreta de pancakes esponjosos y el alfa podía disfrutar del platillo las veces que quisiera y solo para él.
Cuando terminaron de comer los ojitos del rubio empezaron a cerrarse mientras que estiraba los brazos hacia Zoro, divertido, lo tomó cual princesa para acostarlo en la mullida cama que tenían, finalmente se durmieron entre mimos por parte del alto y risas bobas del omega.

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Holaaa, aquí les dejó un cap sobre ZoSan.
En caso de que me demore en escribir algunos días es porque me tienen nadando en trabajos.

Les quería dar las gracias por las 1k de lecturas <3, aparte de los hashtag.

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Muchas gracias por leer los capítulos :))

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