CAP 17

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F: ¡Cristina!! - Exclamó Federico pálido al ver su bella esposa en la puerta con una expresión de sorpresa y de rabia a la vez, viendo a Raquela sentada en su regazo.

Él había pensado que ella era la mujer que estaba por detrás de él, masajeando sus hombros, por eso la tomó de la mano aún con los ojos cerrados. La verdad es que él estaba tan distraído fantaseando con las imágenes de Cristina arqueándose y gimiendo mostrándole sus pechos mientras él la penetraba y la conducía al éxtasis, que no se había imaginado que podría ser Raquela la que había entrado en el despacho.

C: ¿Qué hace esta mujer en tu regazo?

Federico podía sentir la furia de su esposa. Él no tuvo ninguna reacción, estaba paralizado.

R: No se haga la ciega, Cristina. Sabe muy bien lo que estábamos haciendo - Raquela espetó la patrona dejándola todavía más furiosa.

C: Bájate de encima de mi marido, ahora… - la voz de Cristina era lenta y pausada pero firme a la vez, capaz de derretir cualquier bloque de hielo de la misma Antártida.

R: No voy a salir - dijo Raquela con desdén - Estoy muy bien aquí.

El hecho de Federico no quitar la criada de su regazo dejaba a Cristina aún más enojada.

Con grandes zancadas, llegó hacia Raquella y jalándola del pelo la tiró de las piernas de su marido.

R: Ayyy - se quejó la criada, tratando de liberarse de las manos de su patrona, pero fue en vano porque Cristina tenía las manos muy seguras en su cuero cabelludo.

C: ¿Quién te crees que eres para restregarte en MI marido debajo de mi nariz? - Gritó antes de darle una tremenda cachetada.

Cristina nunca había se envuelto en peleas y mucho menos por causa de ningún hombre, por eso ella misma se sorprendió por su actitud. Pero Raquela lo merecía, siempre se había insinuado a sus pretendientes y a ella eso nunca le había importado, al contrario, le era un alivio que hiciera eso. Pero ahora se trataba de Federico, el hombre al que amaba y a lo que se había entregado. Era su marido y no permitiría que le engañasen, mucho menos en su propia casa.

R: Me pegaste, desgraciada - se quejó la criada con la mano en la mejilla enrojecida.

Y después de decir eso, no tardó mucho para recibir otra bofetada.

C: A mí no me insultes, yo soy tu patrona y exijo respeto – Cristina tenía la respiración acelerada, estaba fuera de sí. - De hecho, a partir de este momento soy tu ex patrona. ¡Fuera de mi hacienda, perra!

R: No puedes despedirme así...

C: No sólo puedo, como lo estoy haciendo – tiró de ella por el brazo y la empujó fuera del despacho. - ¡Fuera de mi vista!

R: Está bien, me voy. Pero que sepas que Federico será mío.

C: Solo por sobre mi cadáver, él es mi marido, mi hombre y tú te quedarás solo con la intención de tenerlo. Ahora fuera porque este perfume tuyo me está revolviendo el estómago.

Raquela salió enojada murmurando improperios. Su plan era haber seducido a Federico con la intención de fastidiar a su patrona, pero no esperaba que ella fuera despedirla.

Cristina se volvió hacia su marido.

Durante todo este tiempo, Federico sólo la miraba, estaba atónito. Ni siquiera sabía cómo empezar a explicar. Pero la verdad es que había amado la forma en que su mujer actuó, después de todo, su mujer se preocupaba con él.

DOMANDO A LA FIERA Onde histórias criam vida. Descubra agora