CAP 07

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(...)

Ángel Luís tosió llamando la atención de los tortolitos, mientras que su nana y Vicenta se daban codazos, susurrando, felices por su niña.

Federico fue suavizando el beso y terminó apenas rozando sus labios a los de ella antes de separar de una vez sus bocas. Estaba contento por ella no haberlo rechazado delante de todos. Se quedaron mirando fijamente por un momento, perdidos en los ojos uno del otro, hasta que la voz del médico se los devolvió a la realidad.

AL: Usted ya se había presentado cuando fue a buscarme…

F: Oh, por supuesto. Que olvidadizo soy…. Pero nunca está de más refrescar la memoria, ¿no es así? – dijo con una sonrisa en los labios.

Cristina observó a Federico y estaba segura de que  él se refería a otra cosa. ¿Acaso estaba celoso?
No... debería de ser sólo su imaginación.

Todavía estaba afectada por el beso que habían compartido, no se parecía a ningún otro beso que se habían dado. No fue a la fuerza ni salvaje, había sido amoroso, tierno, apasionado y espontáneo pero a la vez intenso.
Aún sentía el sabor de la lengua de Federico en su boca, a cada momento le costaba mucho más resistirse a los encantos de este hombre. Y ahora, con la espalda contra ese pecho musculoso ella era incapaz de alejarse, o la verdad es que no estaba dispuesta a alejarse de él.

C: Ahora que ya hemos hecho las presentaciones, ¿por qué no sentamos un poco? - Sugirió Cristina, alejándose de Federico.

Ángel Luís se sentó en una silla y Federico y Cristina sentaron juntos en el sofá. Nana y Vicenta se fueron a la cocina.

C: Y entonces doctor, ¿cuál fue el motivo que le hizo aceptara venir a trabajar aquí? - Cristina sentía por bien empezar una conversación ligera ya que había notado que a Federico le molestó que ella hubiese invitado a Ángel Luís a quedarse un poco más.

AL: Fui asignado a este pueblo y me pareció interesante aceptar. Es muy  diferente de trabajar en una gran ciudad. Todavía no sé cuánto tiempo me quedaré pero espero que sea por una larga temporada. – él hablaba todo el tiempo dirigiéndose sólo a Cristina como si los dos estuvieran solos.

C: ¿Mientras esté aquí usted vendrá siempre ver a mi padre?

AL: Por supuesto, con mucho gusto. Es mi trabajo y además, me gusta aquí.

F: ¿Y cuál es su especialidad? - Federico logró que él medico apartara los ojos de Cristina.

AL: Yo soy doctor de medicina general, pero recientemente me he especializado en oftalmología. ¿Y usted, tiene un título en algo?

"Ese desgraciado me quiere hacer quedar mal delante de mi Cristina" - pensó Federico. - "Pero yo soy un experto en tratar con los tipos que ponen los ojos en lo que es mío."

F: Creo que mi forma de vestirme dice claramente que soy un hombre del campo. Trabajo con las tierras y sé cuidar muy bien de ellas, no he necesitado de un titulo en la universidad para hacer bien lo que hago.

AL: No quise decir eso señor Rivero...

F: ¡Oh, yo también soy un experto en rifles! Cualquier día que le puedo enseñar. Y vas a necesitar, en estos lados a veces puede ser muy peligroso. Y no me llames señor que el Señor está en los cielos.

C: Federico, necesito hablar contigo de algo muy urgente - intervino Cristina – espéranos un momento doctor, es algo acerca de la hacienda que yo acabo de recordar y no podemos esperar. Enseguida regresamos…

AL: Bueno, ya me voy. Todavía tengo que atender a muchos pacientes. Sólo hay un problema, no tengo como volver.

C: No se preocupe,  Federico va a llevarlo. ¿No es así querido? – Tomándole la mano y acariciando mientras le dedicaba una sonrisa.

DOMANDO A LA FIERA Onde histórias criam vida. Descubra agora