CAP 08

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sorry por la tardanza 🙋‍♀️😅😘
aqui otro cap
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Una de las enfermeras corrió en ayuda de Ángel Luis. Al verlo llegando así ella se sobresaltó.

Él se apoyaba en las paredes, caminando lentamente. El dolor en sus partes íntimas y en los muslos era insoportable.

Enf: ¿Qué pasó, doctor? - Agarrándolo por los brazos lo llevó hacia una silla.

AL: Ay... – él gimió mientras se sentaba.

Fue una gran imprudencia de Federico llevarlo en un caballo sin ensilla y  una gran tontería de su parte aceptar volver a la ciudad de esta manera. Se había dado cuenta de cómo Federico se ponía rojo por los celos, sabía que esa había sido su manera de avisarle que se mantuviera apartado de su camino.

Sin embargo, no tenía miedo de ese imbécil. Cristina era una mujer muy hermosa y no se merecía a un hombre sin educación. Lucharía por conquistarla.

A.L: He ido atender a un paciente en una hacienda y tuve que volver en un caballo y ahora me duele todo - sonrió tímidamente - Yo no estoy acostumbrado. Siento que no puedo dar un paso más. No tengo condiciones de atender a mis pacientes hoy. Llévame al hotel, necesito descansar.

La enfermera asintió.

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Cristina recogía todas las bolsas y almohadas que estaban dispersos por su habitación, después de haberlas lanzado en Federico. Se sentó en la cama y se puso a mirar pieza por pieza de la ropa interior que aún tenía en las otras bolsas. Decidió que se iría probar todas.

Se desnudó y poco a poco iba probando las piezas.

La dependienta tenía razón, eran todas hermosas y cuando las vistió ella se sintió seductora e incluso... más mujer. Las piezas de lencería realzaban sus curvas, destacando la belleza del cuerpo.

Cogió una cesta y se fue a su cajón de ropa interior y se dispuso a vaciarlo, lanzó dentro de la cesta todas las prendas de algodón que solía ponerse hasta ahora.

A partir de entonces no iba más utilizar este tipo de prendas tan sosas. Ella se iba a casar, tenía que cambiar algunas cosas.

Aunque insistiera en no tener intimidad con Federico, ella no lo dejaría verla con estas prendas tan… virginales. Cuándo fuera otra vez a la ciudad, iba a comprar más lencería.

Por supuesto que no era para Federico -  Cristina pensó - era para ella misma, para sentirse mejor y por qué no decir, para sentirse un poquito más… ¿sexy?

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Cuando Federico llegó a la Platanal, el sol ya se estaba poniendo. Él entregó  los caballos a un peón y salió en busca de su Cristina. Encontró a su hermosa pelinegra bajando las escaleras.

C: Todavía no estamos casados y tú no sales de mi casa… - Cristina llegó al último escalón.- ¿Qué quieres de esta vez?

F: Si no me quieres aquí, podemos ir juntos a Ojo D’agua -  la miró profundamente a los ojos y le besó la mano.

C: Y, ¿qué haríamos allí?

F: Muchas cosas interesantes… - arqueando las cejas sugestivamente. - Pero si quieres averiguarlo, tendrás que ir...

C: No me interesa…. - retiró su mano bruscamente, se volvió y moviendo las caderas seductoramente, caminó hasta el sofá.

¿Acaso Cristina no tenía idea de lo mucho que verla así lo enloquecía?
Era imposible no sentir una erección formándose de nuevo. Se estaba convirtiendo en un hábito. En sólo verla o tocarla, Fed. Jr. (que es como él se refería a su miembro) se endurecía causando un dolor en la entrepierna.

DOMANDO A LA FIERA Onde histórias criam vida. Descubra agora