Capítulo 6: Ayla

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Ya eran las 12:30 de la noche y yo todavía estaba con mi vestido y zapatos empapados sonando cada vez que daba un paso, y ni hablar de mi pelo, al ser largo este mojaba todo el suelo y se demoraba una eternidad en secar. Tal vez sea una desagradecida por no dirigirle en todo el camino la palabra mientras llegábamos a su cabaña, pero no tenía motivos para hacerlo.

El hotel se componía de cabañas muy bonitas para cada huésped o grupo. Algunas rodeaban la piscina, otras estaban más cerca de la playa y otras más alejadas, por suerte su cabaña estaba mucho más alejada que la mía, ya me estaba empezando a preocupar por mis padres, no quería que me pillaran y arruinar las vacaciones y menos tener que explicar donde se encontraba mi hermana.

-Veo que no me dirigirás la palabra en todo el camino- me dice – Espero un gracias de tu parte por ayudarte – Me sonríe con esa sonrisa tan linda que me daban ganas de arrancarme la cara.

-No tendrías porque ayudarme si no me hubieras tirado a la piscina, estoy estera mojada, no lo ves. -Le digo molesta.

Él se río y no entendí por qué – Vale, lo siento. - Me dice.

-Un lo siento no soluciona las cosas.

-Pero un lo siento las mejora.

Tenía razón, sí que las mejoraba.

-Esta es. – Llegamos a las cabañas que parecían ser las más costosas del lugar.

-Por fin, mis zapatos no paran de sonar con el agua metida ahí dentro.

El se ríe y solo dice – Mala elección de zapatos.

-Mala elección de compañero, mejor dicho. -Le digo recalcando la palabra compañero.

Entramos, y para ser cuatro hombres en una habitación estaba muy ordenada.

-Se lo que estás pensando, pero Mario ama el orden.

-Así veo

-Bueno, te vas a secar o que. – Me dice más ordenándome que preguntándome.

-Si, adiós.

Entro al cuarto de baño y cierro la puerta, me saco el vestido y quedo en ropa interior de encaje color negro, luego me quito los zapatos y los calcetines me los dejo puestos porque o si no, lo más seguro es que me voy a resbalar.

Me agacho y empiezo a buscar el secador, ¿Dónde dijo que estaba?, al no recordar o tal vez nunca me lo dijo, le pregunto:

-¿Dónde está?

-¿Qué cosa?

-Mi dignidad – le digo sarcásticamente- que más va a ser Marco, el secador de pelo.

-¿Eso fue un chiste? ¿Un chiste de trenzas? ¿De ti? Esto no me lo creo -Se ríe. Que quede claro, yo sí, hago chistes.

-Ja. Ja. Muy chistoso.

- Arriba del lavamanos, en el mueble donde están las demás cosas. -Me responde.

Lo saco de donde estaba y voy a enchufarlo hasta que veo que aparece por la puerta del baño una araña, le tengo terror a esas diminutas y terroríficas arañas.


--En unos minutos subo el siguiente capítulo, el siguiente será un poquito más largo narrado por Marco. Gracias:)--

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