Capítulo 9.5

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2007

Doyoung mantenía las manos apoyadas sobre su regazo con la cabeza ligeramente agachada. La penetrante mirada del hombre que yacía delante de su persona le hacía sentirse insignificante y minúsculo. Cuando el horario escolar había acabado, el señor Jung lo había interceptado lejos de la visión de Jaehyun e invitó, casi al instante, a una cafetería sin siquiera darle un motivo acerca de su inminente interés. Su taza aun humeaba y llena hasta el tope. No le apetecía beber.

—Creo que no debería explicarte del porqué te he convocado aquí, Kim Doyoung. —pronunció el contrario. —Así que iré directo al grano y es que, bueno, sé que tienes una relación bastante estrecha con Yoonoh, ¿o me equivoco?

—No. Es cierto de mi vínculo con su hijo, pero solamente como amigos.

—Y es por eso mismo que quiero que acabes con esa... Eh... Amistad que tienen ambos. —agregó. —Quiero que te alejes de Yoonoh.

En ese instante, Doyoung se atrevió a alzar la vista y sus ojos acuosos se vieron envueltos con los oscuros y rebosantes orbes del hombre. De los nervios, llegó a arrancarse pequeñas porciones de piel de sus dedos y es que en sus dieciocho años de vida jamás había visto una mirada tan lúgubre e insensible como la de aquel ente que con una cruel sonrisa se le estaba dirigiendo. Pero más fue la ansiedad y desesperación que le causó la orden del adverso.

—Pero...

— ¿Pero? ¿Acaso dijiste "pero"? ¡Qué adorable eres, Doyoung! —soltó una carcajada, adquiriendo inmediatamente un semblante sombrío. —Pero aléjate de Yoonoh cuanto antes. No eres más que un factor de distracción y existes porque tuviste la suerte de hacerlo, pero no precisamente para ser de un bien útil en la sociedad. Hasta creo que podría haber sido más flexible si hubieras sido un Omega en su defecto; desvías, estorbas e interfieres en el desarrollo de Yoonoh como el próximo gran hombre en el que se convertirá para esta familia.

— ¡Pero no he hecho nada malo! —se defendió. — ¡Y Jaehyun tampoco! Es un adolescente que merece hacer amigos y disfrutar de su juventud como cualquier otro joven de su edad.

—Es Yoonoh, no Jaehyun. —se inclinó hacia adelante. —Y si te lo estoy pidiendo de un buen modo es porque debes reconocer que soy capaz de hacer cualquier cosa. Estoy siendo muy compasivo contigo y más tratándose de uno de tu... clase.

— ¿Es porque le gusto a su hijo?

—Acaba con todo esto o me encargaré de hacerlo por mi cuenta. No quiero que le hables y si él lo hace, ignóralo. —arremetió. —Destruyes tantos años de esfuerzo y duro sacrificio que he puesto en su crianza y no porque un inmundo Beta con ideas liberales haya llegado a su vida hará que se eche a perder todo lo que he hecho por él.

Un prolongado silencio inundó el ambiente. Sus miradas se mantuvieron enfrentadas, tajantes entre sí. Doyoung no iba a negar que el poder de aquel Enigma era sofocante e insoportable, casi como si estuviera sosteniéndole y apretándole el cuello. Era aterrador.

—O tal vez la pescadería de tus amorosos padres haga replanteártelo.

El joven Beta quedó congelado. No. No podía ser cierto aquello que le estaba diciendo. ¿Cómo sabía del trabajo de sus padres si apenas eran conocidos por los vecinos del alejado barrio donde vivían? Las palmas comenzaron a sudarles en exceso y los temblores se apropiaron de sus extremidades, además que una repentina punzada en el estómago le hizo encogerse en su lugar. Frunció el ceño, confundida y atemorizado. ¿Era él capaz de...? ¿De qué? ¿Cerrarles el negocio y patearlos a la calle? O quizás... No. No podía ser tan inhumano como para siquiera pensar en eso.

—No sería tan inmisericorde... No con ellos...

— ¿Cuestionas mi poder? —sonrió, lóbrego. —Sé que tu hermano anda preparándose para ingresar a la Universidad Nacional y que es de los mejores promedios al igual que tú. Puros sobresalientes en sus boletines de calificaciones. Mentes brillantes.

—Por favor... Señor Jung... No les haga daño...

—Tus pobres padres, que le pusieron la misma abnegación que yo con mi hijo a su negocio, se verían tan afectados y con todos sus sueños despedazados. —suspiró, agregándole un falso tono melancólico. —Quizás no sea lo único destrozado que obtendrán luego de tu negativa.

—Señor Jung... Se lo suplico... No se les acerque...

—Mantente alejado de Yoonoh y yo lo haré con tu familia. —se corrió hacia atrás, levantándose de la silla. —Respetemos distancias, Kim Doyoung. Cumple con tu palabra.

Sin decir nada más, se marchó. Con su presencia apartada, Doyoung se desplomó hacia adelante en un llanto del cual mantenía un volumen bajo por no querer llamar la atención de la clientela y los empleados que continuaban en el establecimiento. Un nudo se le había formado en la garganta. Se cubrió la boca con la mano, callando sus sollozos en lo que las prontas lágrimas empezaron a caer de sus ojos, empapando su piel y deshaciéndose en el suelo. Quería vomitar. Todo el estómago le dolía. Sin embargo, Jaehyun no pasaba de ser el tema central del problema. ¿Por qué no lo dejaba ser libre? ¿Qué mal había hecho para ser castigado de tan aberrante manera? ¿Acaso estaba mal amar y ser amado? ¿Qué haría luego de que ambos se habían confesado una semana atrás? ¿Qué pasaría con aquel beso? Aquel beso que, silenciosamente, había sellado los sentimientos del uno con el otro. Deslizó sus dedos hacia sus labios, acariciando estos en lo que se ponía de pie no sin antes haber dejado propina en la mesa. Se sentía enfermo, cansado. Todo le daba vueltas. Estando en la calle y sin una multitud conglomerada a su alrededor, se arrodilló en medio de la vereda, largándose a llorar. 











***

Bueno, tengo mi examen el 20/12 y si no apruebo, me mato, ajaja, pero antes un capítulo para desaparecer de nuevo. Espero que anden bien, tkm. ♥

Yo amo a ese Beta | JaeDo (PAUSADO TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora