Capítulo 2

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El fin de semana definitivamente había sido todo un desastre. Después de la trágica noche del viernes, se percató horas más tarde que había perdido su bufanda tras huir despavorido de aquel silencioso vecindario. A su vez, tuvo que continuar corrigiendo los trabajos y exámenes de sus alumnos con un resfrío que se pescó por andar corriendo todo transpirado en temperaturas extremadamente bajas. Teniendo un fin de semana del asco, el comienzo de la nueva no había lograda contrarrestar los efectos pasados. A duras penas pudo dar clases porque cada dos por tres estornudaba y tenía que detener sus explicaciones para limpiarse la nariz, así que se limitó en entregar los trabajos ya corregidos y el resto de la hora fue totalmente libre. Algunos de sus alumnos (mayoritariamente las mujeres que asistían a su clase) se le acercaron a preguntarle si se encontraba bien y si necesitaba algo, pero él, cordialmente, les respondía con un "sí" a todo.

El timbre sonó y se levantó de su escritorio ansioso por escabullirse a descansar a la sala de profesores.

- ¡Tengan una buena semana! -saludó a sus alumnos con una abatida expresión en su rostro. -Y a quienes les marqué en sus trabajos errores gramaticales y falta de información, los quiero rehechos para el próximo lunes. La nota máxima no será la misma, pero pueden evitar recursar mi asignatura si se ponen al día. ¡Nos vemos!

Antes de poder marcharse, una de sus alumnas le llamó mientras corría hacia él.

- ¡Profesor Jung! -escuchó que le llamaba, lo que ocasionó que frenara su andar. - ¡Profesor Jung!

- ¿Qué sucede, Yena?

-Es que... -respiró muy hondo. - ¡Profesor Jung, durante la clase lo he notado fatal y pensé que tal vez podría hacerle sentir mejor si bebía algo de jugo de naranja! -la muchacha, de lacio cabello azabache y mirada infantil, rebuscó dentro de su morral una cajita de jugo al que le entregó tímida con sus cachetes teñidos de un impresionante color rojo. -Mi abuela dice que la vitamina C ayuda combatir resfríos, así que pensé que tal vez podría ayudarle.

-Ah... Gracias. -respondió aceptando el regalo de la menor. -Lo tendré en cuenta.

- ¡No es por nada! -sonrió provocando que sus ojos se achicaran más de lo que ya eran. -También podría intentar con té de eucalipto, profesor Jung.

Esa palabra empezó a resonar por toda su cabeza como eco en una cueva. Apretó con fuerza el mango de su bolso y cerró los ojos tratando de no sonreír como un idiota frente a la menor. Esta pareció haber notado su repentino cambio de humor al percibir ligeras feromonas siendo expulsadas por el ajeno, pero que no lograron surtir efecto alguno en ella debido a que se había aplicado su supresor desde antes de ingresar a la universidad. Aun así, no perdió su preocupación por el adulto que aparentemente habría perdido la noción del tiempo por un segundo entre que iba y venía de sus divagues.

- ¿Profesor...?

-Estoy bien, de veras. -respondió rápidamente, dándose cuenta del ridículo papel que estaba haciendo frente a la menor. -Te agradezco por tu hospitalidad, pero debo irme. Cuídate mucho, Yena. -le dio palmaditas en su cabeza y se giró sobre sus talones retomando su recorrido.

Necesitaba encontrar urgentemente a Moon Taeil, su compañero de trabajo y amigo, para que pudiera brindarle alguna respuesta al terrible problema en el que se había metido. Por otro lado, Yena se limitó a mover vergonzosamente su mano en un gesto de saludo, sonriendo encantada y chillando como cualquier chica haría al haber entablado conversación con su crush.
Tras caminar por unos minutos, finalmente arribó a la sala de profesores donde, para su suerte, Taeil se encontraba en el lugar sirviéndose café en su taza. El susodicho apenas lo vio ingresar y le saludó alegre, dedicándole una de sus tan cálidas y reconfortantes sonrisas que prontamente se vio opacada por una expresión de extrañeza al percatarse de lo demacrado que se hallaba el menor. Jaehyun tomó asiento en el gran diván del centro de la sala, liberando un gran y afligido suspiro. La sonrisa que hacía unos instantes tenía por culpa del muchacho con olor a eucalipto y lavanda, había desaparecido.

Yo amo a ese Beta | JaeDo (PAUSADO TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora