Capítulo 3

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Un lujoso Mercedes Benz estacionó frente a la entrada de la residencia de los Jung donde viajaba su primogénito, Jung Jaehyun. Las incandescentes luces de la mansión iluminaban el gigantesco jardín delantero donde en el centro del mismo, a los pies de las escaleras del hogar, se edificaba una preciosa fuente de agua repleta de frondosos arbustos con rosas y esculturas griegas de pulido mármol blanco, caliza y alabastro. Una rotonda de concreto rodeaba el decorado por donde los autos ingresaban hacia la derecha, permitiendo a los invitados que pudieran bajar en la puerta donde los del servicio de valet parking los recibían. Completado el trayecto, los vehículos se retiraban dando la vuelta por la rotonda, retomando el mismo sendero por el que entraron. El intenso fulgor de la residencia de sus padres se extendía hasta alcanzar las oscuras calles del vecindario. La gente seguía yendo y viniendo; descendían de costosos autos conducidos por ancianos choferes y parloteaban entre ellos mientras reían con notoria amargura que les era difícil disimular. Definitivamente no eran el tipo de personas con quienes Jaehyun mejor se llevaría, pero, así como ellos fingían felicidad, él debía de adoptar una similar postura con la cual pasar desapercibido y no dar de que hablar entre los invitados que pudiera llegar a oídos de su padre.

>>Se sentía nervioso. La situación le generaba una intranquilidad agobiante. Abrió la puerta del vehículo y bajó de este no sin antes agradecerle y despedirse amablemente del chofer que se pescó semejante susto ante los modales y humildad del hijo de su jefe. Parado frente a la puerta, subió por una de las laterales y ostentosas escaleras de la mansión, cruzándose con algunos conocidos de sus padres que inmediatamente lo reconocieron y saludaron alzando sus copas con champagne. Al primogénito no le quedó de otra más que corresponder al gesto, pero muy profundamente reconocía la falsedad e interés en ellos porque si no fuera porque su padre era su mayor inversionista, ni se voltearían a verlo. Era un mundo del cual no deseaba nunca ser parte ni por más apretada que tuviera la soga al cuello.

>>Relamió sus resecos labios apenas arribó al primer piso donde se encontraba la recepción. La cantidad de invitados que yacían dentro era muchísimo más exagerada en comparación de los que se había topado en el camino; todos vestían caros smokings y vestidos de gala, adornando su cuerpo con joyas de diseñador como un plus. Casi en el medio del recinto había una orquesta sinfónica tocando música para aclimatar el ambiente y al costado se extendía una larga mesa repleta de los más exquisitos y exclusivos platillos del más alto nivel. Estaba pensando seriamente en si adentrarse a la resplandeciente jungla de oro cuando alguien le tocó el hombro, sorprendiéndolo. Miró a su derecha y vertiginosamente se chocó con una agraciada mujer que le sonreía cariñosamente.

-Mamá. -murmuró al identificarla en un simple parpadeo.

-Y quién más podría ser, ¿eh?

Velozmente se le abalanzó por encima y la abrazó algo brusco, pero no menos zalamero. Tenía el presentimiento de que iba a largarse a llorar si permitía que sus emociones salieran a flote. La mujer correspondió al instante el gesto de su hijo, rodeando su torso con sus brazos y depositando dulces caricias por la anchura de su espalda.

-Te extrañé muchísimo.

-Y yo a ti, mi cielo. Mamá también te extrañó.

Su madre era idéntica a él en ciertos aspectos. Los dos compartían una densa mirada negra, gran altura y hombros ligeramente anchos; asimismo, ambos tenían aquel punto natural en el que se asomaban unos preciosos hoyuelos cada vez que sonreían, realzando su atractivo. Su azabache cabello estaba perfectamente recogido en un moño adornado de piedras preciosas y dorados trozos que hacían que su peinado deslumbrase tanto como el brillo de sus apacibles orbes. Pese a ser una mujer Alfa, la señora Jung se alejaba bastante de la imagen que se tenía y que se esperaba de las féminas de su mismo género en la sociedad. Era tan sencilla y despreocupada al igual que Jaehyun, habiendo sido duramente criticada en su juventud y parte de su adultez, pero que nunca pareció afectarle lo que la gente tuviera para decirle. Derrochaba una magnánima energía y una impresionante ternura cuando se trataba de su único hijo al que amaba con devoción, por lo que le inculcó desde una muy temprana edad valores y tratos que su padre jamás se molestó en brindarle por sus retrogradas pensamientos. Pero, así como se mostraba tan llena de júbilo, también era una mujer ultrajada por su marido que recibía los golpes dirigidos a su hijo con tal de defenderlo y no verlo ni escucharlo llorar. Muchas veces había conseguido enfrentarse al violento hombre, pero siempre terminaba cediendo cuando utilizaba su voz de mando en ella. A medida que se hacía más grande, ya no tenía motivos ni fuerzas por el cual huir teniendo la tranquilidad de que, al menos, Jaehyun ya no estaba viviendo bajo el mismo techo y que era un adulto independiente que tenía un empleo digno y su propio hogar.

Yo amo a ese Beta | JaeDo (PAUSADO TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora