Llevo una semana sin verla. Solo sale de su habitación para ir a trabajar y luego vuelve a encerrarse en ella. Le he mandado mensajes, llamado a su puerta...pero nada. Pasa completamente de mí. Lo peor de todo es que no sé ni porqué lo hace. Y la echo muchísimo de menos.
Ya es de noche y espero sentado frente a su puerta a que vuelva de un evento en Las Vegas, por lo que me ha dicho Sam. Necesito hablar con ella para saber porqué me ignora, sino me voy a volver loco.
Cuando oigo unos pasos acercarse, me levanto rápidamente del suelo. Y por fin la veo, tan preciosa cómo siempre. Lleva el pelo recogido en un moño despeinado, un traje azul que le queda genial, y va descalza con sus tacones en la mano.
Al verme frente a la puerta de su habitación, detiene sus pasos abriendo los ojos sorprendida.
— ¿Qué haces aquí? — dice en un susurro.
Me acerco lentamente hasta quedarme en frente de ella. Su mirada triste y cansada se cruza con la mía.
— Solamente quiero saber porqué me ignoras Eva. Entiendo si no quieres nada conmigo o lo que sea de verdad, pero por favor, dime qué he hecho mal para que te alejes así de mí de un momento a otro — mira hacía abajo evitando mi mirada que busca explicaciones. Me acerco un poco más cogiendo delicadamente su cara entre mis manos para que nuestras miradas vuelvan a conectarse — puedes confiar en mí Eva. He venido hasta aquí para escucharte, no te voy a juzgar — quito con cuidado las lágrimas que resbalan por sus mejillas para después juntar nuestras frentes y cerrar los ojos.
Solo se escuchan nuestras respiraciones acompasadas. Mi nariz roza la suya por la cercanía en la que se encuentran nuestras caras, hasta finalmente rozar por un segundo sus labios. Es increíble cómo tan solo el roce de nuestros labios puede mandar un montón de sensaciones de electricidad a través de mi cuerpo.
Antes de que pueda volver a rozar sus labios, coloca sus dos manos en mi pecho separándome de ella.
— No puedo, lo siento — susurra entre sollozos encerrándose rápidamente en su habitación.
Me quedo inmóvil en mitad del pasillo sin entender nada de lo que ha pasado, hasta que veo a Sam.
— Hugo, ¿qué ha pasado? — pregunta preocupada.
— No lo sé... — las lágrimas que empiezan a caer de mis ojos me nublan la vista y me abraza con fuerza.
— No te preocupes, ¿vale? Seguro que no tardáis nada en volver a estar bien — intenta calmarme.
— Sam, ¿qué le pasa? Dímelo por favor — le ruego.
— Es complicado Hugo. Las inseguridades que tiene desde pequeña no le dejan avanzar en las relaciones con los demás. Siempre acaba encerrándose en sí misma...pero eso no significa que ella no sienta nada por ti. Créeme cuando te digo que le gustas mucho. Solo dale un poco de tiempo hasta que se sienta preparada para contártelo, ¿vale? — suspiro cansado.
— Vale, esperaré — me sonríe triste.
— Venga, vete para la cama Hugo. Ya me encargo yo de que ella duerma algo esta noche — asiento.
— Gracias Sam, y dale un abrazo fuerte de mi parte
— Se lo daré, tranquilo. Buenas noches — después de darnos otro abrazo, me dirijo a mi habitación.